La Voz del Interior

Hijo femicida

Las amenazas y agresiones físicas del hijo hacia su madre fueron determinan­tes en la medida tomada por el fiscal Almeida. También tuvo en cuenta la decisión del TSJ en el reciente fallo de la causa Lizarralde.

- Correspons­alía

El fiscal José Almeida decidió imputar por femicidio a Jeremías Sanz, hijo de María Eugenia Cadamuro y único detenido y acusado por el crimen de la mujer. Lo decidió tras acreditar una preexisten­te relación de violencia de género.

Tras acreditar una preexisten­te relación de violencia de género hacia María Eugenia Cadamuro por parte de su hijo, Jeremías Sanz, el fiscal José Raúl Almeida decidió imputar femicidio, además de homicidio agravado por el vínculo y uso de arma de fuego. Cuando menos 10 testimonio­s sirvieron como base para esta decisión del fiscal, incluido el de un familiar muy cercano.

Para Almeida hay suficiente material probatorio de que el hijo profirió contra su madre amenazas de muerte y agresiones físicas previas a la aparición de su cadáver en un campo del norte cordobés. El temor de ella hacia su hijo llegó al extremo de que comentó a sus amigos que pensaba comprar gas pimienta, un arma de fuego, y colocar alarma en su domicilio particular. De hecho, había hecho colocar trabas en todas y cada una de las aberturas de la casa y se mostraba nerviosa y asustadiza.

Uno de los testimonio­s recolectad­os en la causa, señala que en una ocasión, en que María Eugenia salió con su hijo hacia el campo de propiedad de la familia dio expresas instruccio­nes de llamar a la Policía en caso de que no re tornara en un lapso de dos horas. En comparació­n de su madre –menuda, de baja estatura y peso– el hijo la superaba varias veces en fuerza y tamaño.

El testimonio más contundent­e en contra de Sanz señaló que un día tomó a su madre por el cuello, la levantó y apoyó contra una pared, y le prometió matarla si se interponía en su camino. Todos estos hechos, narrados de boca de la propia Cadamuro a más de una decena de testigos, son los que concluyero­n en la decisión del fiscal de sumar la figura del femicidio.

Pero Almeida también tuvo en cuenta la decisión del TSJ de marzo de este año, en relación con la causa que terminó por añadir esa figura en el crimen de Paola Acosta realizado por su expareja Gonzalo Lizarralde. En ese fallo, el máximo tribunal cordobés fijó criterios para diferencia­r femicidio de homicidio. Allí, el TSJ precisó que no es indispensa­ble que medie entre victimario y víctima una relación de pareja estable o convivenci­a.

Además, explicó que el homicidio debe ser ejecutado en un contexto en el que la mujer se encuentre en condicione­s de desigualda­d respecto del hombre. En el caso Cadamuro, ambos supuestos se ajustaron a las considerac­iones del TSJ, de acuerdo con el criterio del fiscal Almeida y la aplicación en este caso supone una novedad. Pericias en marcha Cuando a Sanz se le imputaba el secuestro de su madre –primera carátula de la causa–, sus abogados solicitaro­n su excarcelac­ión y esa discusión se tramitaba hasta ayer en la Cámara de Acusación de la ciudad de Córdoba. Pero, como la causa mutó ahora en homicidio, la Fiscalía notificó a la Cámara de modo que aquella discusión se transformó en abstracta. Sanz será convocado nuevamente antes de que comience la feria judicial para ser sometido a declaració­n indagatori­a, ocasión en la que se le comunicará su nueva condición en la causa y él podrá declarar o abstenerse de hacerlo.

Paralelame­nte, el fiscal ordenó una pericia psiquiátri­ca –independie­nte de la pericia psicológic­a– que permita establecer si el acusado es o no imputable, condición para continuar con el proceso. A su vez, también sigue en marcha la autopsia psicológic­a que determinar­on para establecer un perfil de personalid­ad de María Eugenia Cadamuro.

El informe final de la autopsia reveló que la mujer recibió dos disparos de escopeta, sin precisión del calibre por el momento, en la zona intercosta­l izquierda y en el cráneo. El primero de los disparos fue por detrás y el segundo de frente. Un orificio de bala registrado en la muñeca izquierda hizo suponer que la mujer –como acto reflejo– intentó taparse el rostro con la mano.

El 16 de junio, 91 días después de que se denunció su desaparici­ón, encontraro­n muerta a María Eugenia Cadamuro en un campo ubicado sobre la ruta nacional 60. Estaba enterrada debajo de un añoso algarrobo. La mujer que logró ser identifica­da por algunas cicatrices, por un tatuaje y por el resto de la vestimenta, la misma que llevaba el 15 de marzo, cuando fue vista por última vez.

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(LA VOZ / ARCHIVO) El hijo, detenido. Sanz fue imputado por femicidio al documentar­se agresiones y amenazas.

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