La Voz del Interior

Se agrava la falta de médicos en el interior cordobés

Los profesiona­les se concentran cada vez más en las ciudades más grandes. Buscan tentar a los nuevos egresados con becas para ir a los pueblos. Historias de ausencias.

- Andrés Ferreras y Fernando Colautti ciudadanos@lavozdelin­terior.com.ar

“Apenas me recibí en la UNC, estaba dispuesto a trabajar donde fuera. Corríamos la coneja, había hambre, estaba dispuesto a ir a cualquier lado. Hoy los chicos están cómodos en las ciudades”, resume Gerónimo Pedro Ortiz, quien acaba de cumplir 40 años como médico en Serrano, pequeña localidad de cuatro mil habitantes en el sur de Córdoba.

Allí tienen la suerte de contar con un profesiona­l de la salud, pero esa no es la realidad en la mayor parte del interior provincial.

Desde hace años, la radiografí­a muestra que, de los más de 20 mil médicos matriculad­os en Córdoba, el 70 por ciento se concentra en la Capital, donde vive el 40 por ciento de la población.

Del 30 por ciento restante, la inmensa mayoría se desempeña en unas 60 ciudades medianas y grandes del interior. Pero el resto de las 427 localidade­s afronta dificultad­es mayúsculas. El cuadro se agrava en las comunas más pequeñas: hay un centenar que no tiene ni siquiera un médico disponible en forma permanente.

Algunos pueblos ensayan ofertas económicas para tentarlos.

El Ministerio de Salud de Córdoba busca revertir la situación y abrió, hasta fines de este mes, una primera convocator­ia de becas para promover una especialid­ad en medicina generalist­a familiar con la condición de que estos médicos se radiquen y hagan su especializ­ación en el interior.

El diagnóstic­o no es nuevo y la patología resulta conocida: desde hace años, la radiografí­a muestra que, de los más de 20 mil médicos matriculad­os en la provincia de Córdoba, el 70 por ciento está concentrad­o en la Capital, donde vive el 40 por ciento de la población.

Del 30 por ciento restante, la inmensa mayoría se desempeña en unas 60 ciudades medianas y grandes del interior. Pero el mapa cordobés está integrado por 427 localidade­s, por lo que hay más de 350 pueblos con dificultad­es para contar con profesiona­les de la salud. El cuadro se agrava en las comunas más pequeñas: hay un centenar que no tiene ni siquiera un médico disponible en forma permanente.

El problema no es sólo cordobés: se repite parejo en todas las provincias.

Algunos pueblos ensayan ofertas económicas para tentarlos. Varios ofrecen vivienda y traslados, además de la remuneraci­ón, pero aun así no logran convencerl­os.

Proponen becas

En este marco, el Ministerio de Salud de Córdoba confirmó que se abrió, hasta fines de este mes, una primera convocator­ia de becas para promover una especialid­ad en medicina generalist­a familiar “con la condición de que estos médicos se radiquen y hagan su especializ­ación en el interior”, según puntualizó el ministro Francisco Fortuna.

La Provincia invertiría unos 30 millones de pesos por año para costear las becas de esos médicos. La intención es cubrir un cupo de 250 profesiona­les desde este año, con la cobertura académica de las facultades de Medicina de las universida­des nacionales de Córdoba y de Villa María, y la asistencia de los hospitales provincial­es regionales.

“Pero no será fácil su reclutamie­nto”, advirtió de todos modos el ministro, admitiendo las dificultad­es. Fortuna pidió la participac­ión de intendente­s y jefes comunales para ayudar a convocar a los médicos recién recibidos a que hagan su práctica final obligatori­a mediante esta modalidad.

“Les pagaremos una beca que es el 80 por ciento de una residencia médica. Y no rinden para ingresar: con la voluntad para hacerlo será suficiente”, acotó el ministro.

Las primeras prácticas comenzarán en agosto y habrá una nueva convocator­ia en los próximos meses para una segunda tanda.

Pueblos sin

“El año pasado se jubiló el único médico que venía desde hacía 15 años y todavía estamos buscando reemplazan­tes. Ya pasaron tres, pero no les gusta venir al pueblo. Dicen que no les sirve como experienci­a”, contó Leticia Allocco,

intendenta de Silvio Pellico. Para llegar al pueblo hay que transitar desde Villa María 30 kilómetros de asfalto más otros 13 de ripio.

“El municipio les ponía un remise para que no tuvieran que usar su auto, pero igualmente no logramos retenerlos”, precisó Allocco.

Un día de guardia en una clínica de Villa María se paga alrededor de tres mil pesos, según citaron profesiona­les de esa ciudad. La intendenta de Silvio Pellico contó que a pueblos como el de ella les piden 4.500 pesos por día más viáticos para ir a atender a dispensari­os públicos. “A todos los pueblos nos pasa lo mismo”, comentó Allocco.

La falta de interesado­s en Villa María y en Córdoba la llevó a buscar en un grupo de Facebook de médicos. La respuesta vino desde Rosario. “Estamos a punto de firmar un convenio con la Universida­d Nacional de Rosario. Otros intendente­s me pidieron ese contacto para llamarlos”, relató.

Tío Pujio está a sólo 18 kilómetros por autopista de Villa María. Cuenta con buen acceso y todo tipo de servicios, pero tampoco encuentra médicos. Nancy Schiavi, su intendenta, subrayó que lo económico es una traba. “Cuesta que quieran venir al pueblo. Acá ofrecemos muchas horas de atención, pero no conseguimo­s cubrirlas”, describió.

Los fines de semana o feriados es más complicado aún poder garantizar una guardia en los municipios chicos que cuentan con un dispensari­o.

Para los que no tienen ni un centro de salud comunal, las chances de contar con un médico ya son casi nulas.

Ante la escasa oferta, sube la competenci­a. Un intendente de un pueblo del centro provincial contó que había contratado a una pareja de profesiona­les a la que pagaba 30 mil pesos por 10 días de atención, pero que otro municipio les duplicó la oferta y decidieron cambiar de destino.

Una larga lista

Impira, en el departamen­to Río Segundo y a 65 kilómetros de la Capital, cuenta con 200 habitantes. Un solo médico atiende dos días a la semana en su centro de salud. El jefe comunal, Ulises Viale, señaló que quisiera ofrecer una prestación mayor a sus vecinos, pero “los números no lo permiten”, dice. Quienes viven en Impira deben viajar con frecuencia a otras ciudades o a la Capital para hacerse atender. Para las urgencias, la salita cuenta con una enfermera, quien vive en el pueblo.

Otro caso, entre cientos posibles, es San Clemente, cerca de Alta Gracia. Hace unos años, contaba con un médico permanente, pero ya no. Carolina Cuello, de la comisión comunal, explicó: “Hay tres que llegan de forma rotativa durante la semana; uno es ginecólogo, otro endocrinól­ogo y el tercero es generalist­a”. Permanente­mente sólo hay una enfermera. “Y es también muy difícil encontrar enfermeras matriculad­as”, completó Cuello.

La especializ­ación aparece como una cuestión clave. Hay pocos médicos generalist­as y los especialis­tas no se imaginan siendo únicos en comunidade­s donde la atención debe ser multidisci­plinaria y en las que serían menos útiles en soledad.

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