La Voz del Interior

Culpó al hijo por el asesinato: al final, hubo condenas para todos

Ante los jueces, el hombre responsabi­lizó al muchacho y se desvinculó de un crimen ocurrido en Estación Juárez Celman en 2015. La víctima fue un joven, quien recibió un balazo cuando una banda escapaba tras un asalto.

- Claudio Gleser cgleser@lavozdelin­terior.com.ar

“Yo no tuve nada que ver. Nada. El que hizo todo fue mi hijo. Él mató. No tuve nada que ver...”.

Hay padres que son capaces de dar cualquier cosa por sus hijos. Hay padres dispuestos a jugárselas en un todo y dar hasta su propia vida, llegado un momento crucial o bisagra. Y hay otros que, con tal de zafar de la Justicia, apelan a lo que sea: incluso a mentir.

Y Carlos Enrique “el Tumbado” Agüero (45), al abrir la boca ante los jueces de la Cámara 5ª del Crimen de Córdoba, intentó responsabi­lizar exclusivam­ente a su hijo Federico “el Gato” Agüero (26) por un brutal asesinato, ocurrido durante un asalto en la localidad de Estación Juárez Celman a fines de 2015 y que terminó con la vida de Héctor Saúl Guzmán (27).

La víctima murió tras recibir un balazo en el tórax.

Los jueces no tuvieron dudas al condenar. No sólo que el muchacho fue responsabi­lizado por el asesinato, sino también su padre. El joven recibió una condena de 18 años de cárcel efectiva, mientras que su progenitor terminó con una sentencia de 16 años.

Ambos fueron condenados por homicidio en ocasión de robo.

En ese fallo, conocido en las últimas horas, también fue condenado un tercer hombre: Fernando Daniel Rodríguez fue sentenciad­o a 14 años por el mismo delito.

En gran parte, los jueces avalaron la acusación esgrimida por Fernando Amoedo, el fiscal de Cámara. La única diferencia es que el funcionari­o había ido más allá en el pedido de una de las penas: para Agüero hijo había requerido prisión perpetua por homicidio criminis causae (cuando se mata para lograr impunidad). “¡Yo te conozco!” Eran casi las 22.30 de aquel miércoles 16 de diciembre de 2015, cuando el VW Gol negro frenó a pocos metros del quiosco de Mirta Azucena Contreras, en barrio Villa Los Llanos de la localidad de Estación Juárez Celman.

Mientras un individuo se quedó al volante, otro se asomó al comercio: “¿Tiene Coca, doña?”. Cuando la mujer preguntó si tenía envase, el supuesto comprador y sus cómplices entraron desaforado­s al quiosco y sacaron armas.

Tras reducir a la dueña, pasaron directo a su casa, donde había más personas, entre ellas chicos. Hubo gritos, amenazas, golpes. Demasiada violencia.

Tras estar unos minutos, la banda decidió escapar con un magro botín: 320 pesos en billetes, un puñado de monedas, un par de botellas de vino y celulares. El robo parecía terminado. Sin embargo, un hijo de la dueña de casa, que estaba en su pieza cuando sucedió todo, había escapado a través de una ventana y se había dirigido a la casa de unos vecinos. La idea: pedir ayuda.

Era Héctor Saúl Guzmán. No bien vio a los delincuent­es, gritó: “¡Yo a vos te conozco, che c...! ¡Yo te conozco!”. Fue entonces cuan- do uno de los delincuent­es abrió fuego desde corta distancia. El muchacho recibió el balazo en el pecho y murió horas después en el Hospital de Urgencias.

No tardarían mucho en caer los asesinos. La banda era de la zona y solía moverse en ese Gol negro.

Un año y medio después, se hizo el juicio oral en Tribunales II.

Mientras Agüero padre intentó desligarse del crimen vinculando directamen­te al hijo, el muchacho echó la culpa a su vez a otro sujeto, que a su vez ya había sido sobreseído del caso.

En la sala de audiencias, ninguno de los acusados pidió perdón a la familia de la víctima o se conmovió. No está claro si en prisión seguirán juntos en el pabellón.

 ?? (RAMIRO PEREYRA) ?? Juntos, pero separados. Carlos Agüero y su hijo Federico, en la sala de audiencias. “Yo no maté, fue él”, dijo el padre.
(RAMIRO PEREYRA) Juntos, pero separados. Carlos Agüero y su hijo Federico, en la sala de audiencias. “Yo no maté, fue él”, dijo el padre.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina