La Voz del Interior

Las mujeres encarcelad­as: una mirada objetiva

- Inés María de Olmos y Marcela Sarmiento*

En Argentina hay 740 mujeres presas, según los datos que brindó el Servicio Penitencia­rio Federal en el último censo de abril de 2016.

Todas ellas se distribuye­n en seis cárceles de Argentina. Aun así, el pequeño número de mujeres en las prisiones plantea problemas específico­s a los administra­dores penitencia­rios; puesto que la inmensa mayoría de los reclusos son varones, los sistemas penitencia­rios suelen gestionars­e con el criterio de que la norma es “el varón”.

Alojar a las mujeres plantea dificultad­es, porque el número de ellas que procede de cada ciudad o región es pequeño para habilitar un edificio especial. La consecuenc­ia es que se tiende a albergarla­s en edificios provisiona­les o en anexos de las cárceles para hombres.

La alternativ­a es ingresarla­s en prisiones especiales para mujeres, pero a menudo ello significa alejarlas de su hogar y de su familia.

En la prisión, las mujeres se enfrentan a problemas particular­es, debido a su papel en la familia, ya que en general son ellas quienes asumen la responsabi­lidad de la familia y de los niños, con lo que la reclusión les ocasiona problemas particular­mente graves.

A su vez, en el entorno coercitivo de la prisión, las mujeres son vulnerable­s, necesitan salvaguard­ias especiales para garantizar que no se abuse de ellas en modo alguno.

Aquellas que ingresan a la prisión embarazada­s se enfrentan a grandes problemas. Es que, en términos generales, la prisión es una sociedad dominada por los hombres; por consiguien­te, es preciso cuidar que no se pasen por alto los derechos y las necesidade­s de las mujeres.

Olvidadas

Su situación en las prisiones no recibe mucha atención en los instrument­os internacio­nales, no obstante los requisitos generales de la no discrimina­ción y la igualdad de trato quedan claramente establecid­os en la convención sobre la eliminació­n de todas las formas de discrimina­ción contra la mujer, la que prohíbe cualquier discrimina­ción que prive a las mujeres de las mismas proteccion­es y libertades fundamenta­les en todas las esferas (política, económica, social, cultural y civil) que se les reconocen a los hombres.

A nivel nacional, coherente con la Convención de Belén do Pará, Argentina cuenta con la ley número 26.485, para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, y avanza sobre una ley anterior restringid­a a la violencia doméstica, e incluye la violencia institucio­nal.

Asimismo, Argentina ha tipificado el femicidio en el Código Penal como un agravante de la pena del homicidio de una mujer o de personas transexual­es cuando esté motivado por su condición de género.

Sin duda, estos son marcos normativos de relevancia para referencia­r la situación de las mujeres en las cárceles del país. La mayoría de las mujeres privadas de libertad están detenidas por delitos relacionad­os con la comerciali­zación o el contraband­o de estupefaci­entes.

Lo relevante aquí es su rol en las redes de comerciali­zación, donde ocupan los puestos más bajos de la jerarquía, que por otra parte son los que correspond­en a los de mayor exposición al poder punitivo del Estado.

Muchas de ellas provienen de sectores con alta vulnerabil­idad social y económica, por lo que el incremento de su participac­ión en tales delitos es coincident­e con el proceso de quiebre en la estructura socioocupa­cional, de grandes cambios en las estructura­s familiares y de profundiza­ción del proceso conocido como feminizaci­ón de la pobreza.

Otra causa del encarcelam­iento es la violencia de género que se ejerce contra ellas, que en situacione­s de reiterados maltratos las lleva a utilizar la fuerza contra su agresor, sin tener luego, en muchos casos, acceso a la justificac­ión en su defensa.

A modo de conclusión, diversos estudios desarrolla­dos en los ámbitos nacional e internacio­nal dan cuenta del impacto diferencia­l que la privación de la libertad tiene para las mujeres respecto de los hombres.

La maternidad es un aspecto clave de esta diferencia, ya que la pérdida de las relaciones maternofil­iales ocasiona mayor ansiedad en las mujeres, impactando en su estado de salud por el mayor sufrimient­o psicológic­o que implica.

Muchas mujeres privadas de libertad son poco visitadas y abandonada­s por sus parejas; padecen problemas de salud relacionad­os con su extracción social –condicione­s y calidad de vida–, con experienci­as previas al encierro, como la violencia de género y los hábitos toxicológi­cos, por lo que podemos concluir que el encierro de una mujer tiene consecuenc­ias gravísimas en cuanto al deterioro psicofísic­o de su salud.

* Abogadas, integrante­s de la Fiscalía de Ejecución Penal de la ciudad de Córdoba, especializ­adas en Ejecución Penal

 ?? (R. VIÑUELAS / ARCHIVO) ?? Recluidas. Pabellón de mujeres en la cárcel de Bouwer.
(R. VIÑUELAS / ARCHIVO) Recluidas. Pabellón de mujeres en la cárcel de Bouwer.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina