Parquímetros, un fracaso que lleva décadas sin resolverse
Hace 23 años, el entonces intendente de la ciudad de Córdoba, Rubén Américo Martí, decidió instalar parquímetros en el centro, con la promesa de que serían la solución para un montón de problemas: el congestionamiento de tránsito, los naranjitas y el mal estacionamiento de los vehículos en cualquier lado.
Germán Kammerath, el sucesor de Martí en el principal despacho del Palacio 6 de Julio, dijo apenas asumió que se había hecho un pésimo negocio con la instalación de los parquímetros, porque les costaba caro a los automovilistas y también a la ciudad: cerca de 300 mil dólares al año.
Kammerath prometió renegociar el contrato en varias ocasiones pero la solución no llegó.
El ordenamiento de las playas de estacionamiento también fracasó varias veces: en 1987, Ramón Mestre, el ya fallecido padre del actual intendente, promovió que la solución era cerrar los estacionamientos chicos e instalar playas de disuasión para que no ingresaran vehículos al centro. Pero cuando llegó el momento de clausurar los estacionamientos, se cayó el proyecto. Y las playas de disuasión no funcionaron.
Cuando le tocó gobernar la ciudad a Luis Juez, actual embajador en Ecuador, tomó el caso por el costado social: estatizó los parquímetros y llenó de naranjitas la ciudad. Tampoco fue la solución. Daniel Giacomino, su sucesor, le siguió los pasos.
En 2012, a poco de asumir su primera gestión, Ramón Javier Mestre, anunció que estaba en marcha el proceso para cambiar el obsoleto sistema de parquímetros en la ciudad de Córdoba. Desde entonces, los parquímetros no funcionan y el estacionamiento se volvió caótico.