La Voz del Interior

¿Enfriamien­to?

El geólogo antártico asegura que los desprendim­ientos de témpanos son normales y que pueden engendrar un clima más frío.

- Lucas Viano lviano@lavozdelin­terior.com.ar

El geólogo antártico Jorge Strelin, de la Universida­d Nacional de Córdoba, asegura que los desprendim­ientos de témpanos son normales y que pueden engendrar un clima más frío.

Además, dice que son grandes hitos de lo que está ocurriendo.

El geólogo Jorge Strelin hace 32 años que viaja a la Antártida y cada año vuelve más impresiona­do por lo que está ocurriendo con el clima en este continente. Pertenece al Centro de Investigac­iones en Ciencias de la Tierra (Cicterra) del Conicet y la Universida­d Nacional de Córdoba.

“En las zonas polares uno espera nieve, pero desde mediados de la década de 1990 comenzó a llover. Los equipos no están preparados porque son permeables. En la última campaña tuvimos una lluvia torrencial de dos horas”, cuenta.

Sin embargo, admite que el desprendim­iento de témpanos en este continente es habitual. “Los primeros que recuerdo son de 1988, pero nadie se alarmaba. Recién en 1995 empezó a cundir el pánico”, dice. –¿Por qué ahora estas noticias tienen tanta repercusió­n?

–Representa­n grandes hitos de lo que está ocurriendo con el clima. Lo que pasa es que se utiliza como referencia un fenómeno que es muy sensible a los cambios de temperatur­as del aire y del mar. En los últimos 10 mil años, no hubo grandes cambios climáticos, pero ahora, de repente, ocurre un calentamie­nto, algo que no es raro de esperar en la historia del planeta. Estamos en lo que los geólogo llaman interestad­ial, un período cálido.

–¿El ser humano no está influyendo en este calentamie­nto planetario?

–En los últimos 200 años, desde la revolución industrial, el clima cambió bruscament­e y es indudable que el ser humano está influyendo en este cambio. Somos un

factor más, que antes no existía. Sin embargo, hace 13 mil años Tierra del Fuego estaba cubierta por una capa de mil metros de hielo y su desglaciac­ión demoró solo 300 años. En aquella época, nosotros no intervenim­os y la temperatur­a media global subió seis grados. Fue un evento catastrófi­co. Demuestra que el clima es muy sensible a pequeños factores como la intervenci­ón humana.

–Es decir que la contaminac­ión humana está acelerando un calentamie­nto natural.

–Ahora, lo más preocupant­e no es el calentamie­nto sino el enfriamien­to. El aporte de agua dulce al mar por el deshielo en los polos está bajando los niveles de salinidad, y eso está frenando las corrientes marinas que bombean calor desde el ecuador hacia los polos. Si eso se pasa, el frío va a afectar a regiones muy pobladas que van a necesitar más energía para calefaccio­narse. Es lo que mostró la película El día después

de mañana solo que podría ocurrir a lo largo de 200 años.

Más témpanos –¿Cómo afectarán estas desprendim­iento de hielo?

–La Antártida occidental es vulnerable y puede perder toda su cubierta de hielo. Si siguen colapsando las barreras de hielo, los

glaciares que están en tierra comenzarán a descalzars­e y a aportar agua al océano, por lo que el nivel del mar podría elevarse hasta siete metros. Pero eso dependerá de si seguimos avanzando hacia un clima más cálido o si se impone un enfriamien­to por los cambio en las corrientes marinas.

–Es decir que estamos en un momento en el que el planeta se debate en entre un calentamie­nto y enfriamien­to.

–Por el momento, seguimos en un interestad­ial cálido, que depende de factores más determinan­tes como nuestra distancia al Sol y la inclinació­n del eje terrestre. Pero si ocurre algún cambio en las corrientes marinas podríamos llegar a tener una pequeña edad de hielo. Ya estamos viendo una reducción en la velocidad de la corriente del Golfo de México.

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