La Voz del Interior

Carencias en la capacitaci­ón

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La noticia incluye una problemáti­ca global, pero afecta de modo especial a la Argentina, donde existe una profusa discusión sobre qué tipo de formación académica debe impartirse, pero sin avances concretos. La falta de ingenieros especialis­tas en

software y análisis de sistemas es una carencia en la mayoría de los países que lideran el crecimient­o y la innovación.

En nuestro país, esa ausencia de especialis­tas en informátic­a es más notable aún: de las 7.800 plazas disponible­s en el último año, sólo se cubrieron 2.800, de acuerdo con el relevamien­to realizado por el Observa- torio Permanente de Software y Servicios Informátic­os (Opssi), de la Cámara de la Industria Argentina del Software (Cessi).

Cuando es común ver entre los principale­s titulares el cierre de empresas vinculadas con la alimentaci­ón, por la caída de la demanda, la industria del software es noticia por la generación de empleo.

Sin embargo, el año pasado quedaron más de cinco mil posiciones sin ser cubiertas, aseguró Gustavo Guaragna, a cargo del mencionado Observator­io y miembro de la comisión directiva de Cessi.

¿Qué tipos de respuestas se están dando a esta problemáti­ca? En los países del norte de Europa, así como en China y Japón, la programaci­ón ya forma parte de las asignatura­s básicas, en algunos casos en el nivel primario. En la Argentina, las respuestas son escasas, además de los pobres resultados que las pruebas internacio­nales de aprendizaj­e muestran en materias básicas, como Matemática­s y Lenguas. Si una buena parte de los alumnos tiene problemas para comprender un texto, más difícil resultará aún aprender Lógica, otro de los basamentos para desarrolla­r programado­res y profesiona­les en las ciencias duras.

El 45 por ciento de los jóvenes que inicia la educación media no finaliza sus estudios, según la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unicef), con base en datos censales de la Argentina. Los que logran aprobar ese nivel se inclinan por carreras vinculadas a las ciencias sociales y a la comunicaci­ón.

La aplicación de los conocimien­tos básicos en el siglo 21 no sólo demandará un estudio de la problemáti­ca específica, sino también capacidade­s en el desarrollo informátic­o para la aplicación de tales habilidade­s. Sin descuidar las humanidade­s en las aulas, la Argentina debe revisar el plan curricular para adecuarse a las demandas y habilidade­s del futuro inmediato.

Lo contrario es resignarse a trabajador­es con escasas capacidade­s, sometidos a tareas de baja remuneraci­ón. El amplio conocimien­to que exhiben de modo natural los jóvenes argentinos sobre distintas materias no debe ser desperdici­ado. Es imperioso proveerles los medios para que se capaciten.

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