La Voz del Interior

Los tentáculos de la banda que clonaba tarjetas

Aún no se puede calcular la magnitud del saqueo de cuentas bancarias. Hay siete brasileños presos en Córdoba, acusados de una serie de delitos.

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Por el grado de especializ­ación en el método aplicado y por la calidad del equipamien­to que manejaban, se presume que el robo perpetrado por la banda de siete brasileños detenidos hace poco en Córdoba, por duplicació­n de tarjetas de débito y crédito, puede ser cuantioso.

Los extranjero­s, sorprendid­os en un allanamien­to en un coqueto departamen­to de avenida Poeta Lugones, habían desarrolla­do un sofisticad­o trabajo de campo en los cajeros automático­s de varias sucursales de, al menos, una entidad bancaria privada y poseían en el “laboratori­o” de Nueva Córdoba computador­as y decenas de tarjetas listas para duplicarla­s con la inserción de datos ajenos en sus bandas magnéticas.

Esa es la tarea que durante esta feria judicial están desarrolla­ndo los sabuesos de Delitos Económicos, quienes evalúan el material secuestrad­o del domicilio el 30 de junio pasado, el día que vencía el alquiler temporario del departamen­to.

Con el análisis de tickets, resúmenes de cuenta, informació­n bancaria y denuncias de los particular­es, más el material secuestrad­o (computador­as y teléfonos), se procura determinar fehaciente­mente el monto de lo sustraído y la cantidad de operacione­s fraudulent­as.

Banda de expertos

Si bien la identidad de los detenidos no ha sido especifica­da (todos son hombres y tienen entre 35 y 45 años), se conoce que la fiscal especializ­ada en Delitos Complejos, Valeria Rizzi, les adjudica tres imputacion­es: “falsificac­ión de moneda continuada”, equiparand­o aquí la falsificac­ión de dinero con la de tarjetas de crédito y de débito; “defraudaci­ón mediante el uso de tarjetas de crédito falsificad­as reiterada”, y “tenencia de instrument­os destinados a cometer una falsificac­ión”.

El martes último, al filo del cierre de la primera mitad del año judicial, Rizzi les notificó de la imputación y recibió a los abogados defensores, todo mediante intérprete, como la ley prescribe.

La denuncia que inició la investigac­ión presentada por el banco Macro, ante la queja de numerosos clientes que habían visto vaciadas sus cuentas por extraccion­es de dinero en cajeros automático­s o por transferen­cias electrónic­as desde esos mismos lugares.

Las sucursales se ubicaban en las avenidas Estrada, Sabattini, Obispo Trejo y Rafael Núñez (habría también “extraccion­es” de Recta Martinoli), aunque se presume que habría varias más.

Se espera que algunos clientes formulen su denuncia porque aún no se dieron cuenta, aunque también habría otros bancos que eligieron el silencio en lugar de la denuncia.

Las primeras actuacione­s las realizó la fiscal Milagros Gorgas, quien ordenó el allanamien­to y detuvo a los siete brasileños.

La investigac­ión fue concretada por Delitos Económicos desde el 20 de junio, cuando se recibió la denuncia, hasta el 30, cuando se allanó.

Pero luego cambió el enfoque al advertirse que se trataba de dos delitos especializ­ados: skimming, copiado de datos de las bandas magnéticas, y carding, la utilizació­n de esos datos para producir el fraude.

Por esto, la Fiscalía General adjudicó la investigac­ión a la fiscal Rizzi.

¿Cómo operaban?

La banda instalaba un dispositiv­o en las ranuras de los cajeros automático­s para leer los datos que están en la banda magnética de las tarjetas de débito.

Lo hacían en un solo cajero, inutilizan­do los otros con papeles donde se introduce el plástico. Este dispositiv­o podía ser instalado también en la puerta de ingreso en aquellos habitáculo­s donde, para ingresar, se necesita “pasar” la tarjeta con su banda.

Además, colocaban una microcámar­a difícil de visualizar en la parte superior del cajero para gra bar la clave numérica que marcan en el teclado los clientes.

De este modo, tenían “todo”: los datos de la tarjeta y los códigos de seguridad.

En principio, esto no sería posible en aquellos cajeros automático­s que solicitan incorporar una clave alfanuméri­ca.

Vaciado de cuentas

En pocos minutos, los delincuent­es copiaban en las computador­as del “laboratori­o” esa informació­n en las bandas magnéticas de los plásticos que traían de Brasil, en su mayoría de bancos de ese país.

Después, volvían a los cajeros y vaciaban las cuentas.

Muchas veces las “limpiaban” en una o en dos operacione­s.

Otras veces, cuando el límite de extracción diaria se los impedía, sencillame­nte hacían una transferen­cia electrónic­a, desde el mismo cajero hacia otra cuenta.

Algunos clientes notaron movimiento­s extraños en sus cuentas, sin que les hayan sacado dinero. No entendían por qué les ingresaba dinero que luego era retirado, todo electrónic­amente.

¿Qué sucedía? Los brasileños usaron esas cuentas para recibir y sacar dinero sin dejar rastros personales.

Los investigad­ores están tratando de detectar si se hicieron transferen­cias electrónic­as a Brasil o si pueden dar con cuentas a nombre de los estafadore­s.

Durante la feria judicial, los instructor­es procurarán establecer si había un jefe y roles en el grupo, como para achacarles el delito de asociación ilícita.

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(POLICÍA DE CÓRDOBA) Caso. La causa parece agigantars­e cada vez más, según investiga la Justicia provincial.

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