“Si no hay chance de elegir, en las Paso propongo voto en blanco”
Delia Ferreira Rubio es especialista en temas electorales, exmiembro de Transparencia Internacional y extitular de Poder Ciudadano. Fue una de las voces que primero alertó sobre el deterioro del sistema de las primarias abiertas y también cuestionó la jugarreta de algunos partidos y alianzas de generar una inflación de listas internas, al solo efecto de percibir más recursos del Estado.
Desde ese desencanto, llamó a los electores a votar en blanco el 13 de agosto, a modo de reclamo y ante la evidencia de que, en concreto, no estarán eligiendo nada.
–Con usos y abusos, las Paso ¿están heridas de muerte?
–Bueno, fueron creadas para que los candidatos a cargos electivos fueran definidos por la ciudadanía y no a dedo. Y eso se ha tergiversado. En la mayoría de los distritos y la mayoría de los espacios que compiten, han decidido ir con lista única, definida a dedo por los dueños del partido o la autoridad partidaria. El ciudadano no va a poder participar eligiendo a ningún candidato. Los que van a estar en las Paso son prácticamente los mismos que van a estar en la elección general de octubre. Así como están, las Paso no suman mucho prestigio que digamos. Debe haber una discusión profunda y analizarse el contexto, para decidir qué hacer con ese sistema.
–Mientras tanto, son las reglas de juego que vamos a tener los ciudadanos en menos de un mes.
–Como están dadas las cosas en estas Paso, mi recomendación para los ciudadanos es que, si votan en un distrito donde no les ofrecen la chance de elegir nada en concreto, que voten en blanco. Ese voto en blanco no afectaría en nada el resultado de octubre. Sería una actitud por asumir sólo en estas primarias en las que no estaríamos eligiendo nada.
–¿Y cuál sería el espíritu de esa idea?
–Algo así como una potestad del ciudadano frente a los que violan el espíritu de la ley de Paso, por un lado, o los que hacen negocios, por el otro. Propongo hacerlo así porque en las Paso los ciudadanos están obligados a votar, y no hacerlo sería incumplir un deber que la ley impone. Hay que tener claro que el voto en blanco es válido, con lo cual no se altera el piso del 1,5 de votos válidos que la ley exige a los candidatos para llegar a octubre.
–¿Cómo analiza este episodio de los pedidos de aportes económicos al Estado para imprimir las boletas de cada lista?
–Es algo que se potenció ahora, con el caso de (Alejandro) Biondini. No recuerdo que antes se haya dado un aprovechamiento así, de manera generalizada, aunque Unen en 2013 pidió lo mismo y la Cámara Nacional Electoral y la Corte Suprema se lo concedieron. En la ley está más que claro que se trata del valor de la impresión de boletas por la cantidad de electores del padrón, una sola vez. Por suerte, ahora la Dirección Nacional Electoral ya avisó que no va a pagar y que se va a cumplir estrictamente la ley, es decir, pagar un solo aporte por agrupación.
–Si van a la Justicia en busca de la jurisprudencia de la Corte, ¿les alcanzan los tiempos para reclamar los fondos o será una cuestión ya abstracta?
–No les alcanza el tiempo para que al dinero se lo den ahora, pero bien puede ser que lo obtengan después. Por ejemplo, Unen reclamó en 2013 y el fallo de la Corte que le dio la razón salió en 2015. De todos modos, mi impresión es que esta vez no van a obtener el pago que pretenden.
–¿Por un posible cambio de jurisprudencia?
–Así es. Creo que la Corte y la CNE van a revisar esto. Es sólo una impresión mía. Si no hay límites de ningún tipo, alguien podría hacer 120 mil listas y pedir el aporte correspondiente. Algo así como: multiplico y me llevo el presupuesto público entero. Carlos Fayt advirtió a tiempo sobre este riesgo.
–Lo más curioso es que quienes usufructúan este mecanismo para obtener plata lo hacen invocando el espíritu democrático de las Paso.
–Exacto, porque están tergiversando lo que dice la ley, que no es confusa: es clarísima en este punto. Habla de que el aporte se debe dividir en partes iguales entre las listas participantes de un mismo espacio. O sea que no hay lugar a dudas de lo que quiso el legislador y de lo que, además, resulta razonable.