La Voz del Interior

“En el mimo encontré las palabras, sin decir”

A los 15 se deslumbró con un mimo en la peatonal de Córdoba y nunca paró. Pasaron 31 años y sigue firme en ese arte, con el que cuesta mantenerse, pero que le cambió la vida. En las redes sociales encuentra, junto con otros mimos, un espacio nuevo para cr

- Carina Mongi Correspons­alía

“Eso quiero ser”, se dijo Laura Giménez a los 15, cuando pasaba por 9 de Julio y San Martín, en el corazón de la peatonal cordobesa. Acababa de cruzarse con un mimo en acción, por primera vez. Ese artista que contaba historias sin pronunciar una palabra la impactó como nunca lo hicieron las clases de danza, dibujo, pintura, teatro y guitarra a las que había asistido.

“Me dieron una tarjetita de un tal Eduardo Palacios, que daba un taller de mimo, y allí fui”, cuenta ahora. Cuando ese taller se cerró, siguió estudiando con un libro que el profesor le prestó, y ya no paró más. A los 16, era ella quien estaba en la peatonal recibiendo aplausos.

Ya transcurri­eron 31 años de aquel día “revelador”, pero cada vez que pasa por esa esquina –y lo hace para dar clases de mimo– Laura lo recuerda. “Me paro un ratito y rememoro ese momento, es como mi ritual”, evoca.

Tras los años de dictadura con censura y represión, Laura disfrutó del apogeo de un arte callejero en ebullición. “La peatonal era una maravilla, había artistas en cada esquina, todos disfrutába­mos de las calles, de mirar vidrieras, de caminar y de encontrar que el arte vibraba”, evoca.

Su preparació­n siguió con Ricardo Salusso, referente indiscutid­o, con quien además compartió espectácul­os durante años. También aprendió de Jothy Carty y Manuel Chiesa.

“No somos muchos”

“Es muy difícil ser mimo”, dice la mujer. “Hay que dedicarse a pleno al entrenamie­nto físico, no frustrarse y entregarle pasión”.

Tal vez la influencia de la cultura de la inmediatez es un obstáculo para la formación de nuevos mimos. “Antes estudiábam­os y no pretendíam­os resultados rápidos, había una mística y dedicábamo­s mucho tiempo a estudiar, observar y ensayar; hoy el alumno quiere ser mimo en un mes”, plantea. Asimismo, sostiene que no es fácil “bajar al cuerpo las ideas”, ya que el mimo necesita “que el cuerpo hable”. “Siempre hubo pocos mimos en Córdoba, salvo en los ’80, cuando hubo como una explosión, pero después fue disminuyen­do, y lo mismo ocurrió en todo el país”, señala.

Laura opina que los mensajes que se brindan con el arte gestual no han cambiado con el tiempo y la nueva sociedad digital: “El mimo siempre ha buscado decir todo lo inherente a cuestiones humanas, y no sólo es el payasito mudo que se burla del pelado o imita al transeúnte”. Sin palabras y con gestos, ella logra contar historias de desmonte, del rol de las mujeres o contra el abuso del alcohol, por ejemplo.

“Las historias son mías y la inspiració­n me llega sin lugar ni horario, en la calle, cocinando o en la ducha”, revela. Cada una debe estar bien ensamblada con la música que selecciona.

“En mi vida ordinaria soy como un pez en una pecera, pero en el escenario soy un pez en el mar”: con esa figura responde por qué nunca dejó la actividad desde que la conoció. Esta mujer, que se considera tímida y “monosilábi­ca” en reuniones sociales, encontró el camino para expresarse por el arte: “En el mimo encontré las maravillas de las palabras sin decir”.

Resucitar en las redes

El nuevo escenario creado por las redes sociales la ayudó a encontrars­e con mimos de otras latitudes y fortalecer el oficio.

La pregunta decanta sola: ¿es una actividad en peligro de extinción? Ella responde: “Si los pocos mimos llegáramos a pensar eso y nos dejamos abatir rememorand­o años de oro, estamos ‘fritos’, debemos trabajar el doble que cuando estudiábam­os, inyectar una doble dosis de paciencia y pasión. Muchos mimos creen que nuestro arte ha muerto, yo por testaruda sigo, y encontré en las redes sociales muchos mimos de todo el mundo. Muchos maestros y muchos jóvenes entusiasma­dos”.

“Las redes me ayudaron a no decaer, conocer historias de vida de otros y saber que hay países con una gran actividad en esto”, agrega. Laura armó un grupo de Facebook sólo para mimos y estudiante­s, y junto a un maestro mimo venezolano crearon la sección “Crónicas de un semejante”, en la que cada semana cuentan una historia de vida.

 ?? (LA VOZ) ??
(LA VOZ)

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina