De seminarista a cacique sindical
Proveniente de una familia humilde de Deán Funes de nueve hermanos, José Pihen cursó parte del colegio secundario en el Seminario Menor de Jesús María y el Mayor de Córdoba. Pero, “se tomó el palo”, dice, antes de ser sacerdote, porque se dio cuenta de que no era lo suyo.
En 1967, a los 21 años, cuando gobernaba Córdoba el interventor José Caballero –durante la dictadura que encabeza el general Juan Carlos Onganía–, rindió e ingresó en Catastro de la Provincia, donde permaneció hasta el año 1992.
Ese año se fue con licencia gremial como jefe de Sección para asumir al frente del Sindicato de Empleados Públicos (SEP). En los años de plomo, se graduó como licenciado en Ciencias de la Información.
Recuerda que inició su carrera gremial como delegado de Catastro y que en ese mismo año el actual gobernador Juan Schiaretti era representante sindical en el área de Industria.
“‘El gringo’ (por Schiaretti) comenzó en la Provincia como contratado y era un delegado combativo en 1973 y yo era un yuyo”, compara.
“Una vez nos juntamos y me dijo que no entendía lo que pedíamos nosotros. Yo le contesté que a él la vida lo llevó por otro lado, como ejecutivo de Fiat (especialmente en Brasil) y está bien, pero le recordé: lo que estoy diciendo ahora es lo mismo que decías vos a los gritos cuando eras delegado”, recordó. El reto de De la Sota Otra anécdota fue con el exgobernador José Manuel de la Sota, luego de que en una manifestación criticara duramente a su entonces esposa Olga Riutort, aludiendo a su jubilación de privilegio.
Recordó que esa misma tarde de la Sota lo llamo por teléfono y le dijo: “Vos tenés que decir lo que, como titular del gremio, creas. Y yo, voy a decir y hacer lo que como gobernador crea. Hay una sola línea que ninguno de los dos tiene que pasar nunca: la ofensa personal”.
Pihen coincide con el criterio de De la Sota y señala que en sus reclamos, aún en el fragor de las manifestaciones, jamás incurre en atacar en lo personal a nadie porque se baja el nivel de reclamo.