La ciudad es un caos por obras en campaña
“La ciudad se convertirá en un gran obrador”, pronosticó en marzo pasado el intendente Ramón Mestre. La referencia era a que arrancarían muchas obras; no por casualidad, en tiempos de campaña electoral.
Al intendente le faltó decir que el tránsito por la ciudad se transformaría en un caos, como ocurre por estos días, con más de 200 cortes de calles –entre parciales y totales– si contabilizamos también los proyectos que pusieron en marcha el Gobierno provincial y Epec.
¿Se puede cuestionar que se hagan obras? Esa es la pregunta del millón. Y la respuesta es clara: las obras para mejorar la infraestructura de la ciudad siempre serán bienvenidas.
Pero sí se puede criticar la falta de previsión y planificación para que el vecino sufra lo menos posible los inconvenientes lógicos de que se trabaje en las calles.
Así como faltó gestión para hacer obras en las últimas gestiones, ahora falta previsión y planificación para que la ciudad no se convierta en un infierno, por obras que se realizan todas juntas en campaña. Y esto vale tanto para los proyectos que ejecuta la Municipalidad como la Provincia.
No hay inspectores en casi ningún lado. Se cortan al mismo tiempo calles principales que llevan al Centro, como ocurrió en los últimos días con la avenida Colón y Duarte Quirós. Y en otros casos, los desvíos son modificados rápidamente... porque el paso alternativo también es cortado por una obra.
En Nueva Córdoba se cortaron en forma parcial o total, en algunos casos, calles como Estrada, Obispo Trejo, Independencia y Achával Rodríguez en un radio de cuatro cuadras. Encima, con semáforos que no fueron sincronizados. El resultado, 45 minutos de demora para hacer tres cuadras.
No son sólo molestias para los automovilistas. Muchos comercios sufren bajas del 20 por ciento al 50 por ciento de sus ventas, en tiempos de vacas flacas.
Sólo hay que preguntarles a los comerciantes de la avenida Colón, que este miércoles hicieron oír sus reclamos por la baja de las ventas, cuando los impuestos se deben pagar sin rebajas.
Otro ejemplo en sentido contrario. Si se planifica, los resultados son otros. El cierre de la avenida de Circunvalación, entre Spilimbergo y El Tropezón, es la mayor obra de infraestructura en marcha. El tránsito no sólo que no se perjudicó, sino que se hizo más fluido gracias a una medida sencilla pero efectiva: que las avenidas Martinoli, Laplace y Gauss se convirtieran en mano única.
Claro que, unas cuadras más adelante, Martinoli lleva meses cortada por una obra de cloacas –largamente necesaria y esperada– y los desvíos son por calles de tierra, poceadas, con escasa señalización y menos iluminación. Y cada día los automovilistas deben adivinar por dónde doblar.
Una pregunta casi ingenua: ¿a ningún funcionario se le ocurrió que algunas de las obras menores, como asfaltar, se hagan en horario nocturno?
El argumento de estos suena débil: “Los medios son como ‘la Gata Flora’; nos critican cuando no hacemos obras y nos critican cuando hacemos muchas”.
No se trata de buscarle el pelo al huevo. Pero es sorprendente cómo los gobiernos agilizan su gestión en tiempos electorales, cuando en realidad deberían trabajar siempre como si al frente estuvieran las urnas.