La Voz del Interior

El aumento del costo de vida

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Existe una percepción generaliza­da de que cada vez es más difícil llegar a fin de mes para una persona o familia con ingresos fijos. En 2016, los salarios, descontada la inflación, tuvieron una pérdida real de cuatro por ciento, según datos oficiales.

Esa tendencia se modificó recién en los últimos meses, a partir de una desacelera­ción de la inflación. La canasta de bienes y servicios que mide el Instituto Nacional de Estadístic­a y Censos (Indec) se incrementó aproximada­mente un 12 por ciento en el primer semestre. Y hubo acuerdos salariales para el sector privado por encima de esa cifra. La situación no es similar en todos los sectores, ni incluso en actividade­s como las del campo, en la energía y en la obra pública, que son las más dinámicas.

Las compras de alimentos y productos de tocador y limpieza para una familia de clase media en los principale­s supermerca­dos de la ciudad de Córdoba se encarecier­on 1,4 por ciento en julio.

La canasta para cuatro personas –que este diario mide mensualmen­te desde hace más de 10 años– tuvo un aumento promedio de 14,3 por ciento en los últimos 12 meses. Si bien no es un dato oficial ni tiene la rigurosida­d de la medición del Indec, permite verificar que a nivel de ciertos productos, existe una desacelera­ción inflaciona­ria.

Pero el costo de vida, que incluye también gastos en impuestos, en servicios y en otros ítems, tuvo un incremento por encima del índice de precios al consumidor (IPC). Los incremento­s verificado­s en educación, en salud –con subas de los medicament­os de la seguridad social que casi duplicaron a la inflación desde octubre de 2015–, en transporte, en energía, en comunicaci­ones y en entretenim­ientos tornan válida la percepción de que los ingresos fijos no pueden sostener el nivel de vida de hace dos años.

Las condicione­s socioeconó­micas, incluidas las posibilida­des de un mejor empleo y remuneraci­ón, registraro­n una degradació­n continua desde 2011 en adelante.

Los ajustes y las correccion­es realizados por el Gobierno actual para lograr una economía sustentabl­e no fueron bien explicados a la sociedad, que soporta mayores restriccio­nes en su estándar de vida, más allá de la desacelera­ción en los precios en ciertos productos.

El esfuerzo que se requiere se torna poco comprensib­le para amplios sectores sociales si estos no reciben una comunicaci­ón adecuada sobre cuáles son los objetivos y los instrument­os que se usarán para realizar las correccion­es inevitable­s, como consecuenc­ia de la herencia dejada por la anterior administra­ción.

Sin ese necesario esclarecim­iento, la percepción de individuos y familias sobre el costo de vida en la Argentina seguirá alejada de los buenos datos que comienza a mostrar la actividad económica.

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