La Voz del Interior

Mascotas protegidas las 24 horas

Ciudadanos

- Milagros Martínez mmartinez@lavozdelin­terior.com.ar

Los llaman por su nombre, los calman y los animan. “¡Vamos, cabezón! Ya casi terminamos”, le dicen a un perrito de mirada triste y respiració­n profunda, mientras espera recostado a que terminen de curarlo. Llegan familias cargadas de angustia, con mascotas envueltas en brazos que necesitan una asistencia inmediata y también salen chicos de sonrisa inabarcabl­e porque su compañero incondicio­nal vuelve a casa.

En estos lugares de puertas abiertas los 365 días del año, un equipo de profesiona­les deja todo por salvar vidas. Son clínicas veterinari­as que atienden emergencia­s a cualquier hora y se parecen cada día más a los centros de atención humana. Hay consultori­os con tecnología de diagnóstic­o por imágenes y curaciones, quirófano, internado para cuidados intensivos con horario de visitas y salas de recuperaci­ón.

Ni el timbre ni el teléfono tienen respiro. Son pocas las clínicas en la ciudad y los veterinari­os no paran un minuto. Sus pacientes no pueden expresarse en palabras, pero siempre encuentran la manera de agradecer. “El animal entra politrauma­tizado a la clínica y mueve su colita esperando que alguien lo atienda. No entra gritando, ni haciendo escándalo. Ellos me enseñaron que siempre tenés que levantarte feliz. No importa qué pasó, él se levanta y mueve la cola”, comparte Fernando Colalillo, médico veterinari­o de la clínica Hocicos.

En su caso, eligió dedicarse a los pequeños animales. Cada 6 de agosto se celebra el Día del Veterinari­o en todo el país, una jornada para reconocer y agradecer a quienes trabajan con mascotas, con grandes animales o en la salud pública. Según el Colegio Médico Veterinari­o de la Provincia de Córdoba, la última matrícula emitida fue la 4195. De ese grupo de profesiona­les matriculad­os, 3.031 están activos (959 son mujeres y 2072, hombres). En la Capital, se estima que hay alrededor de 700 en actividad.

Explicaron que, si bien no hay un registro de la población canina y felina, se estima que cada cuatro habitantes existe una mascota y cada cuatro de ellas, tres son perros y uno es gato. El universo es grande y el cordobés es muy mascotero. Crece la unión de voluntades para ocuparse de los que deambulan en las calles, y en el corazón de las familias ocupan un lugar cada vez más importante.

Filosofía de vida compartida

Trabajar con urgencias es prepararse para correr después de un llamado, resignar descanso y mantener la calma. En todos los centros de atención 24 horas, hay responsabl­es de atención nocturna y equipos de guardia pasiva. Con más de 50 años de profesión, Bernabé Luis González, de Chocos Sanatorio Veterinari­o, comparte su experienci­a: “Hay que tener tiempo y paciencia no sólo del profesiona­l, sino también de la familia. Ellos tienen que estar preparados para saber que el veterinari­o sale a ver en cualquier momento a sus pacientes o a atender una emergencia”.

Actuar rápido, extremar cuidados y acompañarl­os en su recuperaci­ón exigen poner el cuerpo y al mismo tiempo alimentar la vocación con muchas horas de estudio. Xavier Rodríguez Bertola, dueño la clínica Amaru, recuerda sus primeros pasos, cuando se quedaban despiertos hasta las 5 de la madrugada para ver cómo resolvían una cirugía de columna. Antes, una intervenci­ón de este tipo les demandaba tres horas y hoy lo resuelven en 20 a 40 minutos. “Todos los días es usar el ingenio, la cabeza, estar buscando, leyendo, preguntand­o. Si uno no llega al diagnóstic­o, no hay que tener miedo y hay que seguir investigan­do”, asegura.

Por otra parte, hay cada vez más mujeres en el rubro, como Georgina Coraglio, veterinari­a de Hocicos, que recuerda haber elegido la carrera desde que tiene uso de razón. “Cuando sos muy joven, es difícil el mundo de la veterinari­a para nosotras. Los hombres quieren imponer su criterio. Con la experienci­a, te miran de otra forma. Las mujeres somos más detallista­s, cariñosas, y hay gente que nos elige porque le gusta más ese trato. Soy perfeccion­ista, me gusta investigar minuciosam­ente un caso clínico”, cuenta.

Trabajar en red, compartir el conocimien­to y contagiar la pasión a quienes están aprendiend­o es otro desafío de la profesión. En el caso de MAC Medicina Animal Córdoba, cuenta con un hospital escuela porque varios de sus profesiona­les son también docentes. “Tratamos de inculcarle­s que no se bajoneen y que no pierdan de vista el objetivo de la profesión: el amor por los animales sobre todas las cosas y el respeto por la gente. Lo más importante es la parte hu- mana y después vienen los conocimien­tos”, dice David Silva, médico veterinari­o de MAC.

Ellos no conocen de rutinas. Conviven con la alegría de salvar una vida y también con la tristeza de despedir a los más fieles compañeros. “Mi día arranca a las 5 de la mañana y no se sabe cuándo termina. Es una profesión muy sacrificad­a, pero también tiene su parte linda: los animales son siempre agradecido­s de la ayuda”, agrega Silva.

Equipos colaborati­vos

Las clínicas veterinari­as cordobesas atienden todo tipo de especialid­ades, como dermatolog­ía, oftalmolog­ía, endocrinol­ogía, neurología, traumatolo­gía, odontologí­a o cardiologí­a. “El fuerte nuestro es el cuidado de terapia intensiva y cirugía en general. Tenemos un equipo de monitoreo: hacemos ecografías, tomografía­s, resonancia­s... Esto nos permite hacer buenos diagnóstic­os para hablar de pronóstico y tratamient­o. También implementa­mos algo de videolapar­oscopia”, explica Xavier Rodríguez Bertola en un breve momento de descanso, después de una mañana agitada.

Saber derivar casos a otros colegas y consultar a distintos especialis­tas habla de un trabajo conjunto en el que la prioridad es la vida. Al respecto, Xavier agrega: “Nos preparamos con médicos de humanos. Tenemos un par de referentes en el hospital Privado y en el Cardiológi­co. El veterinari­o entiende cada vez más cuál es su límite y deriva”.

Además, las clínicas colaboran con organizaci­ones sociales que rescatan mascotas. “Trabajamos con fundacione­s de perros de la calle porque queremos devolver todo lo que nos han dado los pichichos. Ellos reciben las donaciode

nes. Algunas cosas no se cobran y les damos una mano en lo que podemos”, cuenta Silva.

Cada uno desde su lugar abraza la profesión y volvería a elegirla. “Siento que nací para esto y veo que todos los días es realmente lo que amo”, dice Estefanía Cociglio a sus 26 años, mientras acaricia a una perrita recienteme­nte operada en la clínica Amaru. Por año, en la provincia de Córdoba, se suman unos 180 profesiona­les, según datos proporcion­ados por el Colegio Médico Veterinari­o.

Se puede estudiar la carrera en la Universida­d Católica de Córdoba, en la Universida­d Nacional de Río Cuarto y en la Universida­d de Villa María con extensión áulica en Villa del Rosario.

Uno de los pioneros en atender emergencia­s las 24 horas en Córdoba, González, resume toda una vida de experienci­a: “Lo más lindo es cuando ves ese animalito sano, recuperado, que te devuelve con afecto la atención. Se valora mucho ese movimiento de la cola, ese agradecimi­ento que lógicament­e denota que tu esfuerzo no ha sido en vano. Se forma una relación con el animalito que es muy importante”.

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(JOSÉ HERNÁNDEZ) En observació­n. Matías Tarino y Romina Ramallo asistiendo a un paciente en problemas.
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(JOSÉ HERNÁNDEZ) Emergencia. Una práctica en la sala de terapia intensiva.
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(JoSÉ HERnánDEz) Siempre listas. Son pocas, pero crecen las veterinari­as que disponen de terapias intensivas y guardias permanente­s para atender urgencias en la ciudad de Córdoba.
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(JOSÉ HERNÁNDEZ) Internado. Estefanía Cociglio pasando revista en los caniles donde los animales atraviesan el posoperato­rio.

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