La Voz del Interior

El asesinato de un detenido, un juicio con final impredecib­le

El joven capturado iba en un móvil y recibió dos balazos de un arma que él habría llevado. Todo ocurrió hace casi 10 años en barrio Remedios de Escalada, de Córdoba capital.

- Francisco Guillermo Panero fpanero@lavozdelin­terior.com.ar

Mañana proseguirá el juicio contra el policía Héctor Edmundo León (54) por la muerte del joven Raúl Andrés Mola (18), ultimado de dos disparos mientras estaba detenido y esposado en el interior de un patrullero.

León enfrenta la dura acusación de homicidio doblemente agravado por el uso de arma de fuego y por su condición de policía en un acto de servicio, que prevé la pena de prisión perpetua.

El debate en la Cámara 2ª del Crimen se inició el lunes pasado con el tribunal conformado por Eduardo Valdés, Juan Manuel Ugarte e Ítalo Vitozzi. La acusación corre por cuenta de la fiscal Laura Battistell­i, la defensa está a cargo de Rosendo Montero, mientras que Carlos Hairabedia­n representa como querellant­e a la madre de Mola, Patricia Rivero.

Hasta ahora, se concretó una sola audiencia, durante la cual se leyó la acusación, y el acusado negó el hecho y se remitió a lo declarado durante la instrucció­n.

Para este lunes, se prevé la presencia de los primeros testigos, y se destaca la de forenses que pueden ayudar a responder numerosos interrogan­tes que plantea la causa. El hecho es ciertament­e confuso, a pesar de algunos aspectos difíciles de controvert­ir.

Ocurrió el 31 de octubre de 2007 a la noche, cuando una brigada de civil detuvo a Mola, quien tenía 18 años y era buscado por hechos cometido antes de cumplir esa edad.

Al barrio Remedios de Escalada, de la Capital, fue convocado un patrullero para trasladarl­o, por lo que llegó el sargento León, acompañado de su compañera Silvia Sánchez.

El joven ya estaba reducido y esposado por detrás cuando lo cargaron en el móvil. A poco de iniciar la marcha, se escuchó un disparo que rozó el parietal izquierdo de la mujer policía. Asus tados, escucharon un segundo impacto y la uniformada se arrojó del auto. León frenó el móvil y también se tiró al exterior.

Detrás de este vehículo policial iban cinco patrullero­s. León se levantó, abrió la puerta trasera izquierda, sin empuñar su arma reglamenta­ria, sin chaleco antibala y asegura que forcejeó, tratando de sacarle el arma a Mola. En ese momento se disparó el arma.

Según los peritajes, del revólver Pehuén 22 largo que habría ocultado Mola entre sus ropas, se efectuaron cuatro disparos. Dos dieron en el habitáculo (uno rozó a Sánchez) y otros dos fueron hallados en el cuerpo de Mola, tras comprobars­e su deceso la tarde del día siguiente.

La víctima tenía una herida en el parietal derecho, cuyo proyectil recaló en el parietal izquierdo, y otro balazo en el cuello que ingresó por el lado izquierdo y recaló en el hombro derecho.

Dudas

La pregunta es: ¿cómo se produjeron en el forcejeo dos tiros tan diferentes, uno desde la izquierda y otro desde la derecha?

Por otra parte, el disparo en el cráneo tiene la huella que se produce cuando se apoya el cañón del arma sobre el tejido.

Será fundamenta­l determinar cómo estaba esposado Mola, ya que la acusación señala que tenía las manos atrás, lo que haría difícil que pueda forcejear y coincidirí­a con la escasa puntería que tuvo para liquidar a la policía.

Pero la defensa asegura que Mola estaba esposado hacia adelante, o bien que estuvo hacia atrás, pero logró pasar las manos al frente.

Desde que se produjo la muerte de Mola, hasta febrero de 2008 León estuvo preso sólo unos meses, liberado por el juez de Control Esteban Díaz Olmos. Ha esperado el juicio casi 10 años en libertad.

Al momento del hecho, León tenía 44 años, con más de 20 de experienci­a, era sargento, estuvo un año en pasiva y casi no realizó tratamient­o psiquiátri­co, según constancia­s de la causa.

Luego, ya en libertad, realizó tareas administra­tivas y fue ascendiend­o hasta alcanzar el máximo rango de suboficial: subinspect­or principal.

Su defensor, Montero, señaló: “El policía no se extralimit­ó, se defendió con causa y razón, y quiso sacarle el arma al detenido, un sujeto muy peligroso”.

Luego, resumió, como si adelantara su estrategia: “Es un caso de legítima defensa”

Por su parte, Carlos Hairabedia­n fue categórico: “Fue un fusilamien­to sin contemplac­iones, y debe ser condenado; un policía no puede actuar de esa manera”.

 ?? (PEDRO CASTILLO) ?? Larga causa. El caso que ocurrió en octubre de 2007 tiene como único acusado al policía Héctor León, quien llegó al juicio en libertad.
(PEDRO CASTILLO) Larga causa. El caso que ocurrió en octubre de 2007 tiene como único acusado al policía Héctor León, quien llegó al juicio en libertad.

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