La Voz del Interior

Graves cargos para el custodio del cura Oberlín que mató al presunto ladrón

El policía que a fines de 2016 ejecutó a uno de los supuestos asaltantes quedó imputado por homicidio agravado. Permanece libre. El chico de 13 años recibió un tiro en la nuca. El otro acusado de robarle al sacerdote continúa preso. Discusione­s cruzadas

- Claudio Gleser cgleser@lavozdelin­terior.com.ar

No está claro si no lo habían reconocido o si les dio lo mismo.

Lo concreto es que los dos jóvenes, armados, fueron directo a apretar al hombre de sombrero que cortaba los yuyos bajo el sol. Al ver los revólveres, el cura Mariano Oberlín (41) no se resistió. En segundos, los ladrones le sacaron el celular y la bordeadora, y salieron corriendo. Fue entonces que, a unos 10 metros, otro hombre se puso de pie: era el sargento Martín Armando Murúa (45), la custodia del sacerdote.

El policía intentó frenar a los jóvenes y empezaron las balas. No está claro si hubo o no fuego cruzado. Lo que sí está comprobado es que uno de los jóvenes cayó muerto de un balazo en la cabeza, en un descampado.

Se llamaba Lucas Leonel Rudzicz y tenía 13 años. La autopsia determinó que el proyectil entró por la nuca y salió por el ojo derecho. A su lado quedaron tirados un revólver (sin balas en el cargador) y la bordeadora robada.

El drama sucedió en la tarde del 22 de diciembre de 2016, detrás de la parroquia donde el cura Oberlín lleva adelante su trabajo para alejar a los jóvenes de las drogas en barrio Müller, al este de la ciudad de Córdoba.

A siete meses de aquel trágico asalto, la causa tuvo avances significat­ivos, aunque está lejos por ahora de una resolución judicial.

Por un lado, el sargento Murúa está imputado por homicidio agravado por su condición de policía y por el uso de arma de fuego.

Así lo dispuso la fiscal Eugenia Pérez Moreno, quien descarta por ahora una legítima defensa.

De todos modos, la funcionari­a resolvió que el efectivo continúe libre. Sus buenos antecedent­es y su perfil social en su barrio, entre otros puntos, la convencier­on de que no era necesario mandarlo a la cárcel de Bouwer.

Murúa no tiene sanción interna alguna que le impida trabajar.

Por otro lado, la fiscal imputó al único detenido por el asalto: el joven que supuestame­nte acompañaba a Lucas. David Emanuel Luna (27) permanece preso por robo agravado por el uso de un menor para cometerlo.

Para la ley, llevar a un menor a robar es un calificant­e.

Días atrás, la fiscal dispuso la prisión preventiva de Luna, un vecino de villa Los Tinglados, próxima a Müller.

La resolución fue avalada por un juez de Control, pero como la defensora apeló, todo fue a parar a la Cámara de Acusación.

Cuando este órgano se expida, la defensa del policía irá a la carga: pedirá que sea sobreseído.

“El policía no cometió ‘gatillo fácil’. Él se defendió. Salió en defensa del sacerdote, y los ladrones le tiraron”, se quejó el defensor de Murúa, Carlos Hairabedia­n.

Cargan contra el policía

“Fue exceso policial. No hacía falta matar a Lucas. Y lo mató por la espalda. El disparo entró por la nuca y lo atravesó. Podría haber hecho disparos al aire o llamar a otras patrullas”, expresó el abogado Carlos Orzaocoa, quien representa a la familia de Lucas.

El letrado, además, puso en duda el tiroteo: “A Lucas le encontraro­n un revólver inutilizab­le y que no tenía balas. Además, no está claro que él lo haya llevado”.

Al otro acusado no se le halló arma alguna.

Fuentes judiciales señalaron que los testigos afirman que todo sucedió en el marco de un asalto. Las dudas surgen cuando se intenta confirmar si hubo fuego cruzado entre los ladrones y el policía.

El cura Oberlín, testigo clave, siempre insistió en el robo y si bien defendió el obrar del sargento, nunca dejó de lamentar la muerte del joven.

“Lo que pasó destrozó la vida de un chico, de una familia, de un barrio, de una parte sufriente de la sociedad, y no puedo dejar de llorar por eso. Pero también destrozó la vida de Martín y destrozó también mi vida”, supo expresar.

Un cura amenazado

Oberlín llevaba tiempo amenazado. Su trabajo en pos de alejar a chicos y a jóvenes de las drogas había expuesto a varios narcos que operan en la zona de “la Quinta”, como se conoce el conglomera­do urbano donde Müller es una compleja barriada más.

“Más vale que te vayas del barrio o te matamos”, fue uno de los aprietes que el cura recibió.

Cuando las amenazas se hicieron públicas en los medios, el Gobierno provincial dispuso que el sacerdote tuviera custodia. El cura se opuso, pero el Ejecutivo insistió. Finalmente, Oberlín aceptó, pero puso exigencias: decidió que el policía Murúa, a quien conocía desde hacía tiempo, lo cuide.

Con el tiempo, el efectivo (siempre de civil) comenzó a seguirlo a todos lados, incluso empezó a participar en las tareas del centro de apoyo a adolescent­es del cura.

Hasta que llegó el jueves 22 de diciembre pasado.

Oberlín fue a cortar el pasto que rodea a la parroquia, mientras Murúa (de civil) se quedó sentado a varios metros. Eran las 16, cuando los dos jóvenes bajaron de Los Tinglados y encararon armados al cura. “Quieto o te quemo”, fue la primera amenaza.

Acto seguido, vino el robo, los gritos, el cura que salió corriendo y el disparo fatal. Lucas cayó muerto a 50 metros.

Sus familiares y amigos no se cansan de insistir en que fue un caso de “gatillo fácil”.

Puede ser que mi hermano haya ParticiPad­o de ese asalto. Pero ese Policía no tenía Por qué matarlo así. Vanesa Rudzicz, hermana mayor del chico que murió

el Policía no cometió ‘gatillo fácil’. él se defendió. salió en defensa del sacerdote, y los ladrones le tiraron. Carlos Hairabedia­n, abogado defensor del policía Martín Murúa

 ?? (RAMIRO PEREYRA / ARCHIVO) ?? Dolor. Oberlín siempre lamentó tanto la muerte del chico como la situación del policía, a quien defiende. “Es una tragedia”, dijo.
(RAMIRO PEREYRA / ARCHIVO) Dolor. Oberlín siempre lamentó tanto la muerte del chico como la situación del policía, a quien defiende. “Es una tragedia”, dijo.

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