La Voz del Interior

Fuero no es olvido

- Roberto Battaglino

“¿Por qué está de jefe? Porque va a caballo. ¿Porqué va a caballo? Porque no se baja. ¿Por qué no se baja? Porque vale mucho. ¿Y cómo lo sabe? Porque está muy claro. ¿Por qué está tan claro? Porque está de jefe”.

En Círculos viciosos, Joaquín Sabina ridiculiza varias de esas situacione­s que en nuestro sistema político están admitidas como normales.

Carlos Menem no está preso porque es senador. Y mientras tenga fueros, no va a prisión. Y para no ir a prisión, se presenta nuevamente como candidato a senador. Parecía que iba a ser así hasta que la naturaleza o los riojanos dijeran basta.

Pero hubo una decisión de poner coto al absurdo círculo vicioso. Fue por parte de uno de los fueros de la Justicia, la misma que todavía sigue analizando la conducta de un presidente que hace más de 20 años decidió –entre otras tantas atrocidade­s– traficar armas con países de los cuales éramos garantes de paz y, aparenteme­nte, intentar volar toda una ciudad para ocultar pruebas.

Hasta ahora, la Justicia probó la primera parte y le falta la segunda. En el medio, los argentinos hemos aprendido, con la voladura de Río Tercero, Cromañón y la tragedia de Once, por citar sólo casos emblemátic­os, que la corrupción no tiene únicamente una dimensión moral: la corrupción mata.

Pero así como algunos de los presuntos responsabl­es de Once, como Julio De Vido, siguen en sus bancas por la protección de una parte de la corporació­n política-judicial, el jefe de uno de los gobiernos más corruptos de la historia democrátic­a, con sentencias judiciales condenator­ias, pretendía perpetuars­e en una banca del Senado al solo efecto de eludir el cumplimien­to de la sentencia.

Su labor legislativ­a ha sido bajísima y sólo concurrió al recinto cuando debía auxiliar al gobierno de su mismo partido, el justiciali­sta, encabezado por Cristina Fernández de Kirchner.

La Cámara Nacional Electoral fue un poco más cauta al referirse a la inhabilita­ción del dirigente riojano. Aludió a “la confianza que deben inspirar nuestros representa­ntes” y al riesgo de “mellar la confianza en el sistema democrátic­o”.

Aunque haya dado un paso importante en pos de la transparen­cia, la Cámara Electoral no deja de ser parte de un sistema judicial que sigue bailando al son de los tiempos políticos y que demora décadas en dilucidar escándalos de corrupción.

Y es probable, al menos eso admitían a La Voz algunos conocedore­s bien de adentro de los movimiento­s de la Cámara, que el mensaje exceda a Menem, que recibió ayer la solidarida­d de una parte de su partido.

Es que también hay otros presidente­s peronistas con aspiracion­es de ocupar bancas que todavía tienen que responder algunas cuestiones en la Justicia.

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