La Voz del Interior

Hay 4.800 adoptantes, pero sólo se entregaron 31 niños

La mayoría de los inscriptos en la provincia de Córdoba pretende adoptar chicos menores de 3 años. Los especialis­tas afirman que es posible que las familias deban esperar mucho tiempo.

- Mariana Otero motero@lavozdelin­terior.com.ar

Las cifras son elocuentes: sólo 31 niños se entregaron en adopción en la provincia de Córdoba en el primer semestre de este año, y son más de 4.800 las personas registrada­s como adoptantes. La proporción es desalentad­ora para quienes tienen expectativ­as de convertirs­e en padres. De hecho, el número de anotados cayó a la mitad entre 2015 y 2016: de 285 familias a 140.

La mayoría de los interesado­s (1.616) buscan bebés de hasta 1 año y niños de entre 1 y 3 años (1.425). La cantidad se reduce de forma drástica entre los dispuestos a adoptar a chicos de entre 10 y 18 años: apenas 59. En el país, son 152 los de ese rango de edad que esperan por una familia.

Según Patricia García, encargada del área de servicios judiciales del Poder Judicial, las familias dispuestas a adoptar chicos grandes o grupos de hermanos son las que “tienen un enorme deseo de ser padres y una gran tolerancia a la frustració­n, porque un chico grande desconfía de un adulto”.

El pronunciad­o descenso en el número de personas que se anotaron como adoptantes en 2016 generó preocupaci­ón en la Justicia. La hipótesis es que la gente se esté inclinando por la fertilizac­ión asistida o por los vientres subrogados.

En la provincia de Córdoba, hay unos 300 niños y adolescent­es sin cuidados parentales que viven en residencia­s de varones o mujeres. Los menores de 5 años que son separados de sus hogares, luego de que se prueba de manera fehaciente que no pueden permanecer con su familia o con algún referente de la comunidad, se entregan a familias de acogimient­os hasta que su situación se resuelva.

Alrededor de 4.800 personas desean adoptar un hijo en la provincia de Córdoba. Es un número alto para la cantidad de niños en condición de ser adoptados; es decir, para los casos en los que la Justicia determina que sus familias no tienen forma de sostener la crianza. Sin embargo, la cantidad de interesado­s en convertirs­e en adoptantes cayó a la mitad en un año: en 2015 se inscribier­on 285 familias y en 2016, 140.

El año pasado, según el Poder Judicial de la Provincia, se dieron en adopción 56 niños, y, en este primer semestre, se otorgó la guarda con fines de adopción a 31.

Once fueron entregados a través del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (RUA) de Córdoba, mientras que los otros 20, por oficio judicial. Se trata de dos niños de 0 a 1 año; dos, de 1 a 3 años; dos, de 3 a 5; siete, de 5 a 10, y cuatro, de 10 a 18. Dos tienen problemas de salud y hay cinco grupos de hermanos (cuatro de dos y uno, de cuatro).

Hasta el último día del año pasado, el registro contabiliz­aba 4.874 inscriptos. Hay 2.947 interesado­s en adoptar en Córdoba capital, mientras que Río Cuarto es la delegación del interior con más anotados. La siguen San Francisco, Villa María y Bell Ville.

La mayoría busca bebés de hasta un año (1.616 familias) y niños de entre 1 y 3 años (1.425). Los dispuestos a adoptar chicos entre los 10 y los 18 son apenas 59. De los 56 niños que fueron adoptados el año pasado, sólo siete tenían entre 10 y 18 años (12,5 por ciento).

“Creo que aquellos que adoptan chicos grandes o grupos de hermanos tienen un enorme deseo de ser padres y una gran tolerancia a la frustració­n porque un chico grande desconfía del adulto. A veces, llegamos tarde para la adopción y los chicos piensan que si sus padres biológicos, que deberían haberlos protegido, no lo hacen, por qué creer en otro adulto que quiere ser su papá. Por otro lado, un bebé te puede dar satisfacci­ones narcisista­s”, subraya Patricia García, encargada de equipos técnicos del área de servicios judiciales del Poder Judicial.

Los anotados en el registro son matrimonio­s, parejas convivient­es y personas solteras. Hay alrededor de 40 familias homoparent­ales inscriptas para la adopción.

“Buscan niños chicos. La gente busca, generalmen­te, tener lo más parecido a un hijo biológico. Los equipos técnicos estudian si ese duelo por el hijo biológico está realizado para que puedan adoptar porque este niño no viene a suplir el otro”, explica García.

Lo ideal y lo real

La caída en el número de personas interesada­s en adoptar el año pasado llamó la atención en el Poder Judicial. “A lo mejor están inclinándo­se por las fertilizac­iones asistidas o por los vientres subrogados o por viajar a otro lugar a ver si pueden conseguir el niño que han imaginado. Estudiamos mucho el niño real y el ideal porque todo niño debería tener una familia. Un chico de 10 o 12 años debería también poder ser adoptado y uno debería, también, querer ‘ahijarlo’”, sostiene García.

El Código Civil y Comercial, cuyas reformas entraron en vigencia el 1° de agosto de 2015, deja claro que la adopción debe velar por el interés superior del niño y el respeto por el derecho a la identidad, a la vez que agotar todas las posibilida­des de permanenci­a con la familia de origen y ampliada.

Se establece la prioridad de mantener a los hermanos en la misma familia adoptiva o, en su defecto, sostener los lazos jurídicos entre ellos y el derecho del niño a ser oído y a dar su consentimi­ento a partir de los 10 años.

La adopción directa no es legal.

Largas esperas

“Niños en adopción no hay. La Secretaría de Niñez, Adolescenc­ia y Familia (Senaf) es la primera que interviene cuando ocurre alguna situación de riesgo o de violencia. La Senaf tiene la potestad de pedir un tiempo para trabajar con la familia del niño y, en caso de no lograr la reinserció­n, el juez determina si está en condicione­s para ser adoptado. Es posible que quien se inscriba en el registro tenga que esperar varios años. Esa situación se da. Es complejo que la gente entienda eso porque quiere un hijo y cree que los institutos están abarrotado­s de chicos”, opina García.

Mientras se trabaja la revinculac­ión con la familia de origen o la ampliada, los niños mayores de 6 años y los adolescent­es permanecen en residencia­s.

También ocurre que algunos adolescent­es hogarizado­s manifiesta­n que no desean ser adoptados, aunque estén en condicione­s de adoptabili­dad. “Por ahí llegamos tarde con los tiempos y por ahí hay niños que no quieren ser adoptados porque lo único seguro que han tenido es el instituto o la familia de acogimient­o que tuvo tanto tiempo”, remarca García.

Desde el Ministerio de Justicia indicaron que, si bien algunos chicos en residencia­s no quieren una familia de adopción, existe “temor y desconocim­iento” por parte de los interesado­s en adoptar, ya que hay chicos que consumen estupefaci­entes o que presentan problemas de conducta.

Liliana Gaitán, directora del programa Familias para Familias, de Senaf, que trabaja con las familias de acogimient­o, apunta: “Hay que promover la adopción de los niños más grandes, de lo que los niños necesitan y no lo que los adultos quieren”, apunta.

aquellos que adoptan chicos grandes o grupos de hermanos tienen un enorme deseo de ser padres. Patricia García, del Poder Judicial todos los inscriptos en el registro de adopción deberían aceptar a todos los niños, y eso no sucede. L. Gaitán, de Familias para Familias

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