La Voz del Interior

Ni el tiro del final

- Edgardo Moreno Análisis emoreno@lavozdelin­terior.com.ar

Aunque el voto no definió ayer ninguna competenci­a relevante dentro de los partidos, detonó el escenario con una profecía política. Fugaz, porque ya comenzó la campaña para octubre, pero no por eso inocua.

Mauricio Macri es el político argentino más experiment­ado en el manejo de elecciones de doble tiempo. Es presidente porque en la oposición al kirchneris­mo entendió mejor que el resto el diseño taimado de las primarias obligatori­as. Supo adaptar sus movimiento­s tácticos a esa condición impuesta. La usó como un presupuest­o fáctico, optimizand­o a fondo sus oblicuidad­es, hasta llegar a la Casa Rosada.

Esta vez pegó en primera vuelta. La densidad territoria­l de su victoria se proyecta hacia la elección de mitad de mandato con contundenc­ia. Demostró que puede interpreta­r las ventajas que el sistema reserva para los que ocupan el vértice del poder.

Quien tiene el gobierno conserva mejores herramient­as para administra­r la iniciativa. Tiene el poder inicial de la enunciació­n, como demostraro­n en campaña Elisa Carrió y María Eugenia Vidal, las otras dos grandes ganadoras de ayer. Un argumento sigue pesando mejor que una selfie.

La disputa con Cristina Fernández en la estratégic­a provincia de Buenos Aires tiene una magnitud de alcance impredecib­le. La presidenta del 54 por ciento se despidió ayer de ese Olimpo. Pero esa batalla central de Macri no debería opacar lo ocurrido en el resto del país. Cambiemos consiguió mantener su predicamen­to en la franja central, desde el puerto hasta la Cordillera.

Sumó a La Pampa y a Entre Ríos, y destronó en San Luis a la familia Rodríguez Saá. Mantuvo Jujuy, su enclave del norte,

Y conquistó Santa Cruz y Neuquén en el sur.

Su nuevo desafío será gestionar la transición hacia el inusual balotaje legislativ­o. Todos los presupuest­os que eran inciertos hasta agosto serán todavía precarios hasta octubre. Porque las primarias, elogiadas como una encuesta sobre la nómina de candidatos, en realidad sólo disparan una nueva movilidad del voto.

Córdoba se sumó a la ola amarilla. Por la lógica de los antecedent­es, sorprendió que el oficialism­o haya iniciado anoche su nueva campaña con los mismos ejes discursivo­s y reiterando la estrategia que lo condujo a una derrota.

No se trata de la solidez de sus argumentos, sino de la capacidad de persuadir sobre su centralida­d. El gobernador Juan Schiaretti eligió al presidente Mauricio Macri como adversario electoral. El primer examen le fue desfavorab­le. ¿Conviene insistir? El oficialism­o provincial se apresuró a asignar bancas con el resultado de ayer. Todo un síntoma del clima dominante para el inicio del tramo decisivo del año electoral.

Cristina Fernández no sobrevivió a su año terrible. La Justicia no se animó con ella, aun cuando carecía de inmunidade­s. La expresiden­ta advirtió la magnitud del riesgo. Y tras haber tenido antes en su puño a una vasta mayoría en el país, se resignó al destino de construir con tenacidad un refugio bastante más pequeño en la provincia de Buenos Aires. Anoche consiguió un primer salvocondu­cto a los fueros, con el aval de una minoría. Su principal movimiento táctico fue romper con el Partido Justiciali­sta. ¿Subestimó esos votos que le hubieran asegurado el triunfo?

En ese error de cálculo, eclipsó un imaginario rentable: el fantasma de su regreso. Si no elude el desencuent­ro de octubre, ni el tiro del final le va a salir.

En el Congreso, no conviene aplicar los resultados de hoy a un ejercicio de conformaci­ón del nuevo Parlamento. Porque la premisa mayor debería ser condiciona­l: si los resultados de anoche se mantuviera­n en octubre, podría deducirse cómo quedarían las dos cámaras. El problema es que ese presupuest­o es menos que condiciona­l: es falso.

Las probabilid­ades de que los resultados de anoche apliquen sobre la cifra distribuid­ora de bancas son inciertas en los distritos más polarizado­s.

Desde el cierre de las urnas, comenzaron a registrars­e deslizamie­ntos del voto. Lo que persiste es el cálculo de lo que arriesga cada fuerza política.

En Diputados, donde el cuórum (como ironizaba Ambrose Bierce) lo arman el presidente del cuerpo y el diablo, Cambiemos pone en juego 40 bancas. Más de la mitad, radicales. Hasta ayer, estimaban con optimismo sumar otras 15.

El kirchneris­mo viene con 71 diputados, de los cuales sólo 35 son cristinist­as químicamen­te puros. Arriesga 31 en octubre. Será un enigma delinear sus resultados: en algunos distritos, se presentó como Unidad Ciudadana; en otros, sostuvo el Frente para la Victoria, y en otros, compitió como sector interno del PJ.

Sergio Massa tiembla. Casi en silencio ha ido transforma­ndo su coalición porque este año pone en juego más de la mitad de su fuerza en Diputados. Unión por Córdoba ya abandonó ese barco.

Massa comparte con Cristina un desafío: sus bancadas están compuestas por un peronismo que desde ayer, y por un tiempo, estará reclinado sobre los gobernador­es.

Diego Bossio puede ser el beneficiar­io de esos esteroides.

Son votos con un perfil que necesitará con urgencia el Gobierno nacional en el corto plazo. Más orientados a la negociació­n presupuest­aria que a la definición ideológica que busca tensar Cristina.

La expresiden­ta regresará al Senado para poner en controvers­ia ese repliegue. Impondrá una referencia nítida, incluso perdiendo bancas que le fueron propias. La histórica caída de los Rodríguez Saá le restará aliados. El sanjuanino Ruperto Godoy abandonará su trinchera en el Consejo de la Magistratu­ra. Y Santa Cruz ya no será su casa.

Queda también el limbo en el que habitan los diputados que se van en diciembre. Suele ser un purgatorio fértil para los operadores oficialist­as. Con ese plantel de ansiedades, Néstor Kirchner obtuvo, tras su derrota en 2009, la aprobación de leyes clave.

Una de ellas fue la ley de medios. La otra fue la norma de primarias abiertas, simultánea­s y obligatori­as.

CRISTINA SE RESIGNÓ AL DESTINO DE CONSTRUIR UN REFUGIO BASTANTE MÁS PEQUEÑO EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES.

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(TÉLAM) Protagonis­tas. Mauricio Macri, Elisa Carrió y María Eugenia Vidal.
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