La disyuntiva oficial
El fragor de las últimas horas de campaña electoral con vista a las elecciones primarias que se realizaron ayer le impidió al Gobierno nacional resaltar que la inflación de julio estuvo por debajo de las expectativas de los agentes económicos.
El índice de precios al consumidor (IPC) nacional, que mide el Instituto Nacional de Estadística y Censos, registró un alza de 1,7 por ciento, con lo cual acumula un suba de 13,8 por ciento en siete meses.
Consultoras y analistas preveían un aumento en torno del dos por ciento. Para este mes, prefiguran una inflación de 1,5 por ciento.
El buen dato del índice general apenas disimula el incremento de la llamada “inflación núcleo”, que mide los precios sin la incidencia del impacto de los servicios regulados ni de los productos estacionales. Ese indicador trepó 1,8 por ciento en julio, el mayor valor de los últimos tres meses. Es el número que observa el Banco Central para su política monetaria.
Con un acumulado de 12,6 por ciento en lo que va del año, es de esperar que en la licitación de Letras del Banco Central (Lebac), que se efectuará mañana, el ente monetario mantenga la tasa de referencia en 26,5 por ciento, al menos.
Las Lebac se convirtieron en una de las inversiones más atractivas para ahorristas locales e inversores externos, puesto que su alto rendimiento en pesos es trasladable luego a la compra de dólares, con excelentes resultados. El retorno que se obtiene con esta especulación es uno de los más apreciados en las finanzas internacionales.
El Banco Central enfrenta una difícil disyuntiva, porque su objetivo es atacar la inflación, pero la decisión de mantener las tasas por encima de la inflación proyectada conspira contra la reactivación que demandan amplios sectores sociales.
El presidente Mauricio Macri reconoció en reiteradas ocasiones que los datos de recuperación en el nivel de actividad que muestran ciertos indicadores no son percibidos por todos los sectores con igual intensidad. Sin embargo, insistió en que el crecimiento será más visible en los próximos meses.
Aunque los argentinos nos desacostumbramos de esa realidad, el Banco Central es una institución independiente, cuya misión es conservar el valor de la moneda nacional. Por lo tanto, sus políticas apuntan a atacar la inflación.
Sin embargo, deberá observar un delicado equilibrio entre sus objetivos y la angustiante realidad que vive al menos un tercio de la población, sumergida en la pobreza.
Quedará para el Gobierno nacional la tarea de impulsar una mayor producción y competencia en los sectores concentrados para alentar la baja de precios. Es el mandato implícito de la voluntad expresada en las urnas.