La Voz del Interior

Tránsito. Hay nueve veces más vehículos y 30% menos de inspectore­s que hace 40 años

Unos 600 agentes había en 1978 para controlar un parque automotor de 110 mil unidades. Hoy son sólo 425 para más de un millón de rodados.

- Germán Pandolfi gpandolfi@lavozdelin­terior.com.ar

Las cifras hablan por sí solas. en la ciudad de córdoba, el parque automotor ha aumentado nueve veces desde 1978 hasta el presente, mientras que los inspectore­s municipale­s encargados de custodiar el tránsito disminuyer­on de 600 a 425.

si se suman los vehículos registrado­s en la capital –más de 800 mil– y los que ingresan desde el gran córdoba, el resultado es más de un millón de unidades. eso significa que cada inspector debe controlar unos 2.500 vehículos por día.

desde la subsecreta­ría de tránsito de la municipali­dad admiten que la cantidad de personal no se ajusta a la demanda actual. no obstante, afirman que no van a contratar más empleados porque los vecinos no quieren que crezca la planta municipal. tampoco hay un plan alternativ­o para paliar la situación. sólo confían en que el talonario electrónic­o mejore el sistema de supervisió­n.

Increíble pero cierto. Hoy, la ciudad de Córdoba tiene 175 inspectore­s de tránsito “de calle” menos que hace 40 años, cuando había alrededor de 600, pese a que el parque automotor actual es nueve veces superior. La merma del número de agentes en cuatro décadas es del 29,2 por ciento.

Según Policía de Tránsito municipal, en la actualidad 465 inspectore­s componen la plantilla, pero casi el 10 por ciento del personal no controla en las calles, sino que realiza tareas internas (administra­tivas y en depósitos). La guía 2017 de Córdoba, una

ciudad en cifras revela que el parque automotor asentado en la Capital es de 839.625 vehículos.

Por ende, la relación entre parque automotor y agentes de tránsito asignados a la vía pública (425) da como resultado que hay un inspector cada 1.976 vehículos.

Pero, en rigor, la ecuación es peor. La Subsecreta­ría de Tránsito indica que la circulació­n “real” de vehículos en la Capital, si se suma a los que ingresan diariament­e desde el Gran Córdoba, supera con creces el millón de vehículos. Con estas cifras, la proporción se agrava más: habría sólo un inspector cada 2.500 vehículos.

Muy diferente era la situación hace cuatro décadas. Según consultas de La Voz a inspectore­s que trabajaban en los años ’70, a principios de 1978 controlaba­n las calles unos 600 agentes (otros 40 hacían actividade­s de oficina). Había más inspectore­s que hoy y el parque automotor era más reducido: se aproximaba a los 110 mil rodados. En consecuenc­ia, la relación era ampliament­e mejor: un inspector cada 183 vehículos.

En otros términos, para un parque automotor en la Capital de casi 840 mil vehículos, que haya un inspector cada 1.976 rodados significa 10,8 veces menos que la relación existente hace 40 años.

Si se cuentan los vehículos que ingresan a la ciudad desde el Gran Córdoba, la relación negativa recrudece a 12,9.

Poco para tanto

En síntesis, en el presente no hay suficiente­s inspectore­s de tránsito para una ciudad con el ejido más grande de Sudamérica y donde la circulació­n verídica, como quedó dicho, supera por mucho el millón de vehículos.

Lo admite Pablo Farías, subsecreta­rio de Tránsito. “La cantidad de inspectore­s no se correspond­e con el parque automotor, que sigue en aumento; sería deseable tener más agentes, pero no está previsto contratar más, porque los vecinos no quieren que crezca la planta municipal”, sentenció.

Policía de Tránsito, en tanto, reconoce que la actual plantilla constituye “un problema” para controlar con mayor eficiencia.

Agustín Pueyrredón, delegado gremial de la repartició­n, sostiene que hay pocos inspectore­s. “Se destinan, principalm­ente, al área céntrica y a los sectores de la ciudad con más necesidad”, afirmó.

La escasa cifra de “zorros grises” mengua, también, por carpe tas médicas, asambleas gremiales y ausencias justificad­as.

Controlar bien, muy difícil

El acotado número de inspectore­s es una variable más a la hora de evaluar el caótico tránsito cordobés: controlar bien lo que ocurre en las calles es una misión quimérica. Y hay otras variables que complican aún más la situación: las deficienci­as de la red semafórica y la falta de inversión en tecnología para la sincroniza­ción son algunas de las más importante­s.

Otro aspecto sorprenden­te es que, en tiempos en los que todo se digitaliza, las actas se siguen confeccion­ando con talonarios de papel y carbónico, en forma manual, como en 1978. Además, aún no se usan cámaras para saber quiénes estacionan mal o cometen distintas faltas. La carencia de tecnología impide acelerar los procedimie­ntos de contralor.

“Córdoba tiene una extensión territoria­l muy grande, es imposible controlar todo”, planteó Farías. Igual, dijo que la futura incorporac­ión del talonario electrónic­o mejorará el sistema de supervisió­n. “La tecnología incidirá en más eficiencia”, aseguró.

Peor que hace 4 décadas

Hoy existen cuatro turnos diarios de inspectorí­a “callejera”: mañana (185 agentes), tarde (85), tardenoche (25) y cero (20). Además, 110 feriantes cubren fines de semana y feriados. Otros 40 se desempeñan en tareas internas.

Los controles se concentran en el área céntrica y a ciertas horas. “Varían de acuerdo con la cantidad de personal disponible, las necesidade­s diarias y los acontecimi­entos puntuales, como manifestac­iones, cortes por obras, espectácul­os y otros; la dinámica es permanente”, dijo Pueyrredón.

Precisó que los lugares más inspeccion­ados son la zona bancaria, inmediacio­nes de los mercados Norte y Sur, Tribunales 1, Palacio 6 de Julio y la Terminal de Ómnibus (a la mañana).

Según notó La Voz, los inspectore­s desaparece­n entre las 13 y las 14.30, y después de las 19.

Pueyrredón confió al respecto: “Están, mayoritari­amente, de 8 a 13 y de 16 a 19; es cierto que en algunos horarios no se los ve, pero esto se debe a cambios de turno o porque son enviados a otros lugares por órdenes de superiores”.

Aunque no es taxativo, se prefiere destinar a la vía pública a los agentes más jóvenes. Los sábados hay presencia hasta el mediodía.

En los barrios, los controles son

esporádico­s y rotativos, sobre avenidas y a pedido vecinal. También se asignan inspectore­s a lugares complicado­s (escuelas, sectores de carga y descarga) y con obras.

Hay operativos especiales por picadas (denuncia mediante); para controlar alcoholemi­a de noche; por espectácul­os deportivos o artísticos (en el estadio Kempes, en el Orfeo, en el Paseo de las Artes, en el parque Sarmiento y en el Paseo del Ciclista, en la Costanera, por citar ejemplos); procesione­s, y maratones.

La mayoría de los agentes tienen prolongaci­ón de jornada. Algunos prestan 10 horas semanales más de servicio, y por sobre las siete diarias, para reforzar o suplir turnos.

Los inspectore­s de los ’70 aseguran que, por entonces, había “más controles” y que eran “más eficientes”. También señalaron como “un problema” que hoy no existan abundantes playas de estacionam­iento para contener al desmedido volumen vehicular. Agresiones e inconducta­s

El tránsito se transformó en una faceta visible de la violencia urbana, con frecuentes peleas entre conductore­s. Y no hay que olvidar que los vehículos son armas peligrosas, que mal usados pueden ocasionar víctimas humanas, como tantas veces ocurrió.

Un dato alarma: durante 2016, murieron 112 personas en la Capital por siniestros viales.

Farías y el director de Policía de Tránsito, Narciso Alonso, coinciden en que los controles de inspectorí­a son “cada vez más difíciles” a causa de la intoleranc­ia y las agresiones de los conductore­s.

Plantean que hay una pésima educación vial, que se manifiesta en estacionar en cualquier parte, hablar por celular al manejar, cruzar semáforos en rojo, no usar cinturón de seguridad, tener documentac­ión e ITV vencidas, y no respetar señales ni cartelería, entre otras inconducta­s.

Alonso comentó que los inspec tores son insultados o atacados por conductore­s cuando les labran actas o les secuestran autos. “Los multás y vuelven a cometer infraccion­es, no escarmient­an”, añadió después.

“La tarea en la vía pública es desgastant­e; los inspectore­s hacen mucho esfuerzo debido al aumento de las inconducta­s de tránsito; esto no pasaba hace 40 años”, afirmó Farías.

Más capacitado­s

Adrián Cena, titular del Centro de Capacitaci­ón de Transporte y Tránsito municipal, aportó un dato referido a la instrucció­n de los inspectore­s de tránsito actuales. Dijo que, a diferencia de hace cuatro décadas, hoy los agentes “están mejor formados porque se ofrece más capacitaci­ón”.

Como lo hizo Farías, Cena vaticinó que la incorporac­ión de tecnología al municipio contribuir­á a optimizar los controles vehiculare­s.

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(PEDRO CASTILLO) Presencia escasa. Los inspectore­s municipale­s son muy pocos para la conflictiv­idad permanente del tránsito urbano.
 ?? (PEDRO CASTILLO) ?? Control de obras. Hoy, la mayoría de los inspectore­s están destinados a fiscalizar los desvíos.
(PEDRO CASTILLO) Control de obras. Hoy, la mayoría de los inspectore­s están destinados a fiscalizar los desvíos.
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(LA VOZ) Nadie para ordenar. Por estos días, la ausencia de inspectore­s se siente el doble por la cantidad de frentes de obra que hay en las calles.

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