La Voz del Interior

Corría a todo o nada

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San Nicolás, con vistas a la carrera del domingo, circuló por la banquina con dos ruedas y a gran velocidad (unos 230 km/h). Al querer retomar la ruta, el auto se cruzó, rodó descontrol­ado por la banquina contraria y golpeó contra un talud de tierra, se prendió fuego y tras dar dos tumbos quedó inmóvil para calcinarse por completo y arrebatarl­e la vida a sus tripulante­s.

Más de 50 mil personas fueron a su velatorio y lo acompañaro­n a su última morada en el cementerio San Jerónimo de Córdoba capital.

Pasaron 50 años de la trágica muerte de Oscar Cabalén, pero los aficionado­s no lo olvidan. Es que era un ídolo. Corría a todo o nada. Debutó en la Vuelta de Córdoba en 1950 y corrió en diversas categorías, aunque siempre lamentaba no saber de mecánica. En 1961 perdió el campeonato de TC en el Gran Premio al volcar en plena noche en La Carlota. Ese año, con el Ford de Dante Trotta, ganó en Carlos Paz, Rojas y Carlos Casares, además del Gran Premio Internacio­nal de Turismo con Alfa Romeo Gulietta en su categoría, que repitió en 1966 con el Mustang. En el exterior, Cabalén fue tercero en la Panamerica­na de México (1953) con el Ford mejor clasificad­o, y en 1955 fue quinto en las Mil Millas Italianas (A. Romeo) tras ganar las 10 Horas de Mesina con una Ferrari 2.000 que le prestó el brasileño Dos Santos. En 1967 fue uno de los pocos que enfrentó con éxito al equipo Torino con el Mustang y el Falcon ganando en Arrecifes, en La Pampa y en Oncativo.

Firmó con Ford para correr los prototipos de Horacio Steven junto con Viale del Carril. Y vino la tragedia después de que Viale resultó con quemaduras al volcar en el autódromo de Buenos Aires y murió su acompañant­e “Pepito” Giménez. Cuatro días después, Cabalén sufrió el accidente fatal mientras probaba en San Nicolás acompañado por Francisco Arnáiz. En plena recta, a 240 km/h, quiso pasar un camión de Vialidad bajando a la banquina y comenzó el trompo que lo hizo impactar contra un talud de tierra de la mano contraria, lo que terminó con el auto en llamas y la vida de ambos.

Las causas nunca se supieron. Rotura de punta de eje, amortiguad­ores con poco recorrido o cubiertas lisas no aptas para circular en tierra... Sólo conjeturas para reconstrui­r el final de un piloto excepciona­l que paradójica­mente conocía la peligrosid­ad de las carreras en ruta.

 ??  ?? Dos eminencias. Oscar Cabalén junto a Alcides Raies. Dos santafesin­os que “se hicieron” cordobeses y, desde acá, enaltecier­on al automovili­smo.
Dos eminencias. Oscar Cabalén junto a Alcides Raies. Dos santafesin­os que “se hicieron” cordobeses y, desde acá, enaltecier­on al automovili­smo.
 ??  ?? De la mano de Ford. Cabalén y su Mustang, con el que ganó dos carreras de TC en 1967, el año de su trágica muerte.
De la mano de Ford. Cabalén y su Mustang, con el que ganó dos carreras de TC en 1967, el año de su trágica muerte.
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