El saludo final a Angeloz
La clase política cordobesa le dio el último adiós y le rindió tributo al dirigente radical fallecido.
Fue un funeral de Estado que tuvo más intimidad de lo que se habría esperado para la despedida de Eduardo César Angeloz, el otrora hombre fuerte de la provincia de Córdoba que la gobernó durante tres períodos constitucionales.
La mayoría de los cordobeses estuvieron en sus tareas, distantes del último adiós al exgobernador. Pero la vieja guardia radical se reagrupó y estuvo con la familia Angeloz en el momento de la partida. Los cientos de militantes, muchos de ellos de edad avanzada, que acompañaron al cortejo fúnebre desde la Casa Radical hasta el Centro Cívico, fueron aquellos que se quedaron, lamentaron y honraron a quien ejerció por más de una década un liderazgo nítido de la provincia de Córdoba.
La llegada a la sede de Gobierno fue pasadas las 11.30.
En la explanada del Panal estaban la banda y los cadetes de la Policía. También lo esperaban los Federales de Bustos, la guardia de honor provincial compuesta por soldados de la segunda división del Ejército.
La recepción oficial estuvo encabezada por el gobernador, Juan Schiaretti, el vicegobernador, Martín Llaryora, el exgobernador José Manuel de la Sota y el intendente Ramón Mestre.
Los Federales fueron los encargados de cargar el féretro desde el coche fúnebre hasta la capilla ardiente, ubicada en el del edificio bajo del Centro Cívico, al lado del Panal.
A los costados, los cadetes policiales con uniforme de gala “presentaban armas” al paso de los restos mortales de Angeloz.
En el salón donde se realizó el funeral, se había dispuesto de un recorrido con vallas para que, quienes quisieran, despidieran al exgobernador.
Una bandera roja y blanca, con las palomas y el ’83 grabado en negro, se colocó junto al féretro.
Detrás de las coronas, se dispuso un importante espacio que estuvo reservado a autoridades, familiares y allegados al exgobernador fallecido. Estuvieron exfun-
cionarios del gobierno de Angeloz, como Juan Carlos Palmero y Felipe Rodríguez, aquel que le comunicó desde Estados Unidos que se había caído el crédito para pagar los sueldos de los empleados públicos en julio de 1995.
También los dos vicegobernadores que tuvo, Edgardo Grosso y Mario Negri, legisladores de todos los partidos, exlegisladores y hasta el gremialista municipal Rubén Daniele.
Juan Manuel Casella, el compañero de fórmula de Angeloz en la elección presidencial de 1989, vino manejando su auto desde Buenos Aires para despedirlo.
Además de las coronas colocadas en el salón, junto al féretro, en los laterales externos del edificio había otros arreglos florales.
El último de ellos, abandonado en el piso, con indisimulada indiferencia, era el enviado por Leopoldo Moreau, el actual candidato a diputado nacional por el kirchnerismo bonaerense.
“Querido Pocho”
Poco después de las 15, el arzobispo de Córdoba, Carlos Ñáñez, llevó adelante la ceremonia religiosa, que estuvo dentro de lo estrictamente formal y apegada a la liturgia. A esa hora, se hicieron presentes casi todos los ministros del Gobierno provincial.
Luego tomó el micrófono Casella. “La palabra de despedida es una palabra de respeto y de admiración al militante político”, dijo el dirigente radical bonaerense.
“Eduardo Angeloz fue representativo de su partido, al que adhirió desde adolescente y permaneció toda su vida”, dijo entre aplausos de los presentes. “Fue un hombre digno que nunca vaciló frente a su responsabilidad institucional, y cuando fue agraviado por una acusación, se sometió a los métodos de la Justicia, no buscó excusas, ni mucho menos escapó”.
Luego, tomó la palabra el gobernador Schiaretti, quien recordó el homenaje que le realizó hace casi un año cuando le entregó la distinción Brigadier General Juan Bautista Bustos. El gobernador recibió aplausos cuando adelantó que enviará a la Legislatura un proyecto de ley para que el plan alimentario Paicor lleve el nombre de Angeloz, quien lo creó durante su primer mandato.
“Hay dos cualidades que surgen con nitidez: fue un hombre de la