El debate que se enfría cuando las llamas se apagan

El debate sobre cómo Córdoba debe mitigar sus fuegos suele durar hasta que las llamas se apagan y la emergencia se enfría. Después sale de agenda, incluso de la sociedad, hasta la próxima.

Cuesta terminar de asumirlo como un tema clave para la sustentabilidad de una provincia que ya no puede seguir perdiendo bosques, biodiversidad y capital turístico, además de los daños que provocan los incendios en economías públicas y privadas.

De ahí la necesidad de sostener un Plan de Manejo del Fuego que requiere recursos para financiarse. Córdoba acaba de decidir la eliminación del impuesto al fuego con el que, 13 años atrás, había creado un fondo específico para ese fin. Hoy es una de las provincias mejor equipadas del país, aunque nunca parezca alcanzar cuando las llamas asustan.

Más allá del origen de los recursos, que siempre serán de los contribuyentes cordobeses, la Provincia debería asegurar que haya un fondo especial, que permita un seguimiento público de cuánto y en qué se invierte, para que no dependa de decisiones aisladas de un gobernante.

Ahora, con el calor aún en la espalda, sería oportuno abrir el debate sobre el modo más eficiente de hacerlo, sumando la participación y opinión de más sectores –como el de los investigadores– que conocen del tema.

Queda, al fin, siempre el aplauso final para los bomberos que a cambio de nada dan todo para ponerle el pecho a las llamas. Sin ellos, no habría modo.