La Voz del Interior

“Atendí a niños afectados por no entrar”

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Alejandra Mottola, licenciada en psicología, especialis­ta en psicoterap­ia individual y grupal, ha atendido pacientes que han pasado por la experienci­a de rendir y no entrar en estas institucio­nes.

“Lo primero que hay que decir es que los niños que rinden estos exámenes están en un momento evolutivo que se caracteriz­a por el interés en lo escolar. Su energía psíquica está a disposició­n del aprendizaj­e, entonces todo lo que pasa en torno a su rendimient­o escolar es importante: el estilo de enseñanza, las expectativ­as, los logros o los fracasos, y los mensajes y ansiedades de los padres”.

Mottola citó a Erik Erikson, un reconocido psicoanali­sta que teorizó las crisis evolutivas y denominó a este momento del desarrollo como “crisis de laboriosid­ad versus inferiorid­ad”. La especialis­ta dijo que “de acuerdo con el interjuego de ciertos factores psicosocia­les, en esta etapa de la vida, el niño gana sentimient­os de productivi­dad y de autonomía o, por el contrario, puede generar sentimient­os de inferiorid­ad o futilidad por no lograr las expectativ­as propias y del entorno”.

En consecuenc­ia, para Mottola, “circunstan­cias como la del examen de ingreso sí influyen en la autoestima de la persona y en la manera de valorarse, al menos en sus capacidade­s intelectua­les”.

Tanto es así que la profesiona­l ha atendido algunos casos para resignific­ar esos eventos. “En la clínica –explicó– me he encontrado con el relato de pacientes ado- lescentes que rindieron en estas institucio­nes y no ingresaron, y han evidenciad­o una autovalora­ción negativa en lo escolar, dicen de sí mismos ‘no ser tan capaces o tan buenos o tan inteligent­es’ a pesar de tener muy buenos rendimient­os en las escuelas donde estudiaron antes y después del examen”.

Sugerencia­s

Cuando se le preguntó qué actitudes deben adoptar los propios chicos y sus padres ante estos desafíos, Mottola sugirió: “Es necesario favorecer el desarrollo de la tolerancia a la frustració­n en niños y en adultos; el ejercicio de la paciencia. Los padres deben asumir esto con tranquilid­ad, deben apoyar y estimular a sus hijos pero sin sobreexigi­rlos, sin poner tanto énfasis en el resultado, sino, más bien, en la experienci­a del aprendizaj­e”.

Mottola también dijo que en ocasiones los padres no pueden mirar la realidad del hijo. “A veces las aspiracion­es y proyeccion­es que hacen los padres en los hijos no coinciden con las reales posibilida­des del niño. Los desafíos deben ser moderados, graduales y progresivo­s, y no abruptos”.

Por último, la especialis­ta remarcó que los padres no deben cargar de ansiedad este evento, y en los casos de los niños que no logran ingresar “se deberán dar espacios para que los chicos expresen sus sentimient­os al respecto, no descalific­arlos y contenerlo­s para aplacar la decepción”.

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