Una medida arbitraria y perjudicial
La decisión de Estados Unidos de imponer aranceles de importación de entre 50 y 64 por ciento al biodiésel argentino es arbitraria, inconsulta y carente de sustento.
Una resolución similar fue aplicada por la Unión Europea durante la gestión de Cristina Fernández. La Argentina apeló ante la Organización Mundial de Comercio (OMC), que rechazó los argumentos de venta a precios menores al mercado interno
(dumping) esgrimidos por los europeos. Con fundamentos más o menos similares, Estados Unidos resuelve aplicar un arancel extraordinario, lo que carece de sustento valedero ante los organismos que regulan el comercio internacional.
A juicio de observadores económicos, la decisión de la administración de Donald Trump está vinculada a la necesidad de incentivar la producción en el mercado interno, generar puestos de trabajo y frenar la competencia internacional.
Trump busca alicientes internos para mejorar la actividad económica, en momentos en que su gobierno recibe fuertes cuestionamientos por la política externa y de seguridad interna.
La Argentina presentó una nota de protesta y convocó al encargado de negocios de la Embajada de Estados Unidos para rechazar la medida, adoptada horas después de que el vicepresidente norteamericano, Mike Pence, concluyera una visita al país en la que había elogiado el desarrollo que alcanzaron las relaciones políticas y económicas entre ambas naciones.
De modo casi paralelo a la autorización para el ingreso de limones argentinos al mercado norteamericano, la Argentina abrió la importación de carne de cerdo de Estados Unidos, pese a que los productores advierten que los animales de ese país incuban una enfermedad que logró ser erradicada del ganado porcino argentino.
Todo este contexto prefigura el error cometido por las autoridades estadounidenses, que demuestran improvisación en las medidas que adoptan contra los países con los cuales desarrollan buenas relaciones. La decisión es además arbitraria, con base en los criterios fijados por la OMC, que Estados Unidos alentó como impulsor del libre comercio global.
No es posible cuantificar hoy el daño en la producción argentina de biodiésel y en la cosecha de soja, pero puede ser severo en la medida que nuestro país no encuentre un mercado alternativo, por caso, el regreso de las ventas a la Unión Europea. Una menor producción tendrá alto impacto en las fábricas instaladas principalmente en Santa Fe y en la fuerza laboral de esa industria, que también repercutirá en Córdoba.
En esta provincia, unos 90 establecimientos procesan aceite de soja, que sirve de base para elaborar biodiésel. Están ubicados en 70 poblaciones del interior, que también soportarán el efecto en cadena de la resolución adoptada por Estados Unidos.
El Gobierno argentino deberá batallar sin medias tintas ante la puerta que cerró la administración norteamericana, y bregar por la apertura de nuevos mercados, en una estrategia que deberá combinar la actuación de la diplomacia con las gestiones privadas.