El campo como escenario de vida
Aún se puede ver la muestra de Alejandra Barrotto, en el museo Caraffa. Una experiencia para abrir territorios.
“Extensión y limitación: un relato de campo”, la muestra que Alejandra Barrotto exhibe en el museo Caraffa (Poeta Lugones 411), expresa sus vivencias infantiles y juveniles en el campo y en familia, en una instalación que combina espejos, acrílicos, iluminación y siluetas.
La artista “recompone el ritmo melodioso del campo, esa infinita música del horizonte que sintoniza con su imagen interior, en la reiterada visualización de las tranquilas vacas que habitan el terreno”, anticipa el texto de presentación del museo.
En diálogo con VOS, Barrotto (nacida en Río Cuarto) cuenta que su obra alude a cuestiones como la condición de vida del hombre de campo, la situación de aislamiento y la escasa comunicación: “Así, los animales no se abordan ya desde su relación con la cadena productiva y el ámbito natural en donde están, sino a partir de la propia experiencia en el medio rural, las evocaciones de infancia, el rol paternal, los mandatos familiares”, detalla. Para Alejandra, se trata de una interrelación simbólica y memorial entre el campo y la propia vivencia.
Desde sus inicios en el arte, Barrotto se interesó por la problemática del campo del sur cordobés, escenario de vida. Primero, desde el dibujo, la pintura ilusionista, luego abstracta. Más tarde, investigando nuevas técnicas y materiales. A partir de 2010, su obra fue volviéndose más autorreferencial: “En la limitación y aislación social y educativa del campo, las partituras de mi madre adquieren un sentido especial, en todo caso relacionado con el mundo íntimo y afectivo, y también con la explotación utilitaria del campo”.
¿Cómo es la obra?
La muestra tiene su escenario en dos salas del último nivel en el museo Caraffa conectadas por un video, un collage en movimiento de imágenes en blanco y negro (una “imagen melancólica”). “Cuestiones referidas a la escritura, como jeroglíficos organizados horizontalmente con animales incluidos, aparecen en la obra, relacionadas con la figura paterna que reservo a lo ‘extensivo’ del campo y a las cuestiones productivas; y otras (asimilables a pentagramas y notas musicales) se enlazan con el mundo materno y ‘limitado’ por la aislación”, explica.
Y agrega: “Todas estas referencias están mediadas por aspectos tecnológicos y materiales industrializados (iluminación y acrílicos), lo que convoca a una suerte de paradoja en donde el acercamiento al mundo natural del campo en donde viví mi niñez se realiza a partir de una representación que es cultural”.