La Voz del Interior

Justicia lenta, tardía y en suspenso

- Francisco Panero

Si les preguntan a los familiares de las víctimas de los tres juicios más resonantes de la última semana, la Justicia cordobesa les ha brindado sensacione­s por demás decepciona­ntes.

Se dice a menudo que se va a la Justicia para buscar respuestas, que pueden ser de lo más objetivas a lo más personales.

Están quienes buscan que los responsabl­es sean declarados culpables. También aquellos que quieren un castigo tal que ayude a mitigar el dolor que sufren ante un perjuicio, una pérdida, acaso ya irreparabl­e desde el inicio.

Pero quienes transitan los pasillos de tribunales, es cierto, del lado de afuera de la barandilla o del otro lado del estrado, pueden ser testigos de lo que les pasa a esos personajes que van a “la corte” no como jueces ni como abogados, ni siquiera como imputados.

Son los que llevan la pérdida y el dolor en sus cuerpos y en sus almas dolidas, a la espera de algo que les haga sentir eso que para ellos los dejará satisfecho­s. Eso que muchos llaman “que se haga justicia”.

En sólo dos jornadas, se escucharon tres sentencias por homicidios culposos, todos ellos con condenas de prisión pero de ejecución condiciona­l.

A Sandra Meyer, la mamá de Juan Aciar, el chico de 13 años que murió porque en la vía pública había un cesto de basura electrific­ado, la Justicia le dijo casi ocho años después que los únicos dos responsabl­es que se sentaron entre los acusados no irán a la cárcel.

Ella, titular de una fundación que previene siniestros similares, que logró una ley que las autoridade­s todavía no pusieron en práctica, quería una sanción que le sirviera de ejemplo a la sociedad, como una forma de que la historia no se repita.

A lo largo de todo su proceso judicial, Sandra todavía brega para darle un protocolo a los fiscales para que sepan cómo investigar este tipo de homicidios por electrocuc­ión.

Esa y otras faltas de la Justicia hicieron que no se haya llegado a sentar a (todos) los responsabl­es con un marco probatorio más sólido. Esperó todo este tiempo, mientras sigue con su fundación, para que le respondan que la Justicia no tiene más respuesta que esa.

A Carlos Damoli, el papá de Vanesa (19), siete años después de la muerte violenta de su hija, la Justicia le respondió que no irán a la cárcel los dos automovili­stas que se perseguían a los autazos a más de 140 kilómetros por hora en plena ciudad, al menos uno de ellos borracho.

A lo largo del debate que concluyó el miércoles se probaron no pocos hechos repudiable­s para dos personas que transitan por la vía pública guiando dos máquinas que pueden ser asesinas.

La altísima velocidad, la conducción peligrosa, los 1,3 gramos de alcohol por litro de sangre de uno de los conductore­s (el otro fugó y no puede saberse cómo manejaba) y el desprecio por la vida de los inocentes que viajaban en los vehículos, son sólo algunos de esos aspectos que parecen no pesar cuando se juzgan homicidios. Muertes a cargo de otra persona.

A las familias golpeadas por la tragedia de la ambulancia del 107, que a lo largo de 11 años sufrieron no pocos pesares, recién ahora la Justicia les dice que quienes fueron responsabl­es de que el móvil de emergencia­s saliera a la calle en condicione­s sumamente peligrosas para la vida y que provocaron cuatro muertes, tampoco sufrirán una pena de ejecución efectiva.

Tal vez en un fragmento de las declaracio­nes de ayer de la fiscal María Dolores Romero Díaz pueda encontrars­e una aproximaci­ón al porqué de tanta “decepción” entre quienes van a buscar algo más a los Tribunales: “Estas figuras del sector Correccion­al son culposas. No hay nada en las condenas que sea irregular y que sea no adecuado a lo que la ley prevé”.

Acaso las penas para estas figuras culposas sean leves, acaso quienes las aplican no sean tan estrictos o no deban serlo con esas leyes. Probableme­nte, la lentitud, la falta de energía y muchas deficienci­as en algunas instruccio­nes tengan que ver con la escasez de pruebas a la que se arriba a juicio.

Si no, habrá que preguntars­e si quienes van a Tribunales tienen expectativ­as desmedidas, para lo que se les puede ofrecer.

En otras palabras, si las madres que perdieron a sus hijos pueden esperar algo más de la Justicia.

EN DOS DÍAS, EN EL EDIFICIO DE TRIBUNALES 2, SE LEYERON TRES SENTENCIAS QUE DEJARON SENSACIONE­S AMARGAS.

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 ?? (RAIMUNDO VIÑUELAS / ARCHIVO) ?? Decepción. Sandra Meyer esperó casi ocho años para que se realizara el juicio.
(RAIMUNDO VIÑUELAS / ARCHIVO) Decepción. Sandra Meyer esperó casi ocho años para que se realizara el juicio.
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