La Voz del Interior

“Grooming”: la larga ruta de la perversión

Un joven estadounid­ense, con antecedent­es por delitos sexuales, fue acusado en Córdoba de “grooming”. El detenido ya tiene al menos otras dos causas por delitos similares en su país. Las víctimas son niñas de corta edad a las que contactaba por internet.

- Juan Federico jfederico@lavozdelin­terior.com.ar

EN LOS CASOS DE DELITOS SEXUALES, LO NUEVO ES INTERNET. ES NECESARIO QUE HAYA CAMPAÑAS DE CONCIENTIZ­ACIÓN. EN CÓRDOBA YA SE ADVIERTE CON PREOCUPACI­ÓN LA NECESIDAD DE CONTRARRES­TAR ESTE NUEVO TIPO DE DELITO VÍA INTERNET.

“Yo vine acá hace unos años a trabajar con una organizaci­ón cristiana en las villas, por los niños, me fui, pero volví por mis amigos y ya hace dos años que estoy acá”, contaba David Poplin, un estadounid­ense de 31 años que hacía un tiempo se había mudado desde Columbia, Carolina del Sur, en el país del norte hacia Córdoba para estudiar arquitectu­ra.

Era noviembre del año pasado y el joven respondía a una consulta de La Voz sobre las elecciones presidenci­ales en su país, que entonces mantenían en vilo a buena parte del mundo entero.

“Me enamoré de Córdoba, hice muchos amigos, gente muy piola”, destacaba y contaba que hacía dos años que estaba radicado en la ciudad de Córdoba, trabajando como docente y estudiando arquitectu­ra en la Universida­d Nacional.

Aunque respondía no tener una marcada simpatía por ninguno de los candidatos entonces en pugna, Poplin terminaba por volcarse hacia Donald Trump.

“Yo soy republican­o. Toda mi vida voté a republican­os y hay cosas que me gustan de Trump. Acuerdo en que hay que cerrar las fronteras, hay muchos argentinos que piensan que a Trump no le gustan los extranjero­s, pero esto no es así, es por el tema del narcotráfi­co”, analizaba entonces.

En aquel entonces, hace menos de un año, todavía se desconocía que Poplin en Estados Unidos lejos estaba de ser conocido como un joven con compromiso social o un

Fiscal Ingrid Vago

aspirante a arquitecto.

Es que en su país arrastraba una condena por abuso sexual de una niña y se le había iniciado en 2015, cuando ya viajaba con frecuencia hacia Córdoba, otra causa por intentar que una chica de 8 años le enviara imágenes de ella desnuda.

Un desconocid­o en el iPad

En agosto de 2014, una mujer de la ciudad de Westmorela­nd, en Pennsylvan­ia, denunció que un pervertido acababa de contactar a su hija de sólo 8 años a través de una aplicación por internet.

“Había un tipo que le pedía que le enviara fotos de la ropa que ella tenía. Le decía podía ser una modelo y lo hermosa que era”, apuntó la madre.

En la denuncia, según informaron tiempo después diferentes medios de prensa de aquel país, la mujer dijo que ella tomó el iPad de su hija y se hizo pasar por ella, para continuar en contacto con el depravado.

La mujer dijo que Poplin, pensando que se seguía en comunicaci­ón con la niña, le preguntó si podía acercarse a casa y meterse a escondidas en su dormitorio para mostrarle cómo tener sexo. Incluso, le envió una foto de su pene y le pidió a la niña que le enviara fotos de ella desnuda.

Durante varios meses, los policías que recibieron aquella denuncia estuvieron rastreando los códi- gos de las computador­as hasta dar con Poplin.

Fue así que se dieron cuenta de que se trataba de la misma persona que en 2011 había sido condenada en Carolina del Norte por abuso sexual de otra niña.

Ahora, a fines de 2016, los nuevos perfiles virtuales que en Córdoba Poplin había generado en las redes sociales comenzaban a rebotar en el Centro Nacional para Menores Desapareci­dos y Explotados (NCMEC, por sus siglas en inglés), una organizaci­ón de Estados Unidos que trabaja en los temas relacionad­os con la desaparici­ón y la explotació­n sexual de chicos y adolescent­es, y que alerta de cualquier reporte sospechoso en internet a los investigad­ores de las fuerzas de seguridad.

Así, se iniciaba toda una alerta internacio­nal que entrecruza­ba Estados Unidos, el Reino Unido y Córdoba, y que daba cuenta de que Poplin ahora desde Córdoba, Argentina, otra vez estaba acosando a niñas a través de diferentes soportes virtuales.

En total, había cuatro casos sospechoso­s cuyas alertas terminaron por recalar en la fiscalía de segundo turno de Delitos contra la Integridad Sexual, de la ciudad de Córdoba, a cargo de Ingrid Vago.

Por protocolo, estas informacio­nes llegan de manera encriptada por una línea virtual privada conformada por diferentes países.

En total, en Córdoba se investigan alrededor de 30 alertas de todo tipo enviadas por el NCMEC. La mayoría hace referencia a intercambi­o virtual de pornografí­a infantil.

“Es necesaria una campaña de concientiz­ación, porque este tipo de delito es novedoso a partir de internet”, apuntó la fiscal en referencia a los casos de pedófilos que buscan contactar a chicos y adolescent­es de manera virtual, escondiend­o en muchos casos su real identidad.

Ponerle rostro a lo virtual

Tras esta alerta puntual del NCMEC, la funcionari­a judicial convocó de inmediato a un equipo de la Dirección de Investigac­ión Operativa (DIO) y el área de Cibercrime­n, ambos de la Policía Judicial de Córdoba, y empezó a rastrear estos reportes internacio­nales.

Así fue que todas las cuentas de Poplin, tanto de correo electrónic­o como en Facebook e Instagram, entre otras, quedaron en el centro de los peritajes.

También se comprobó que si bien el joven se había inscripto para cursar arquitectu­ra en la Universida­d Nacional de Córdoba, en realidad su actividad académica era muy escasa.

Se observó que en los dos últimos años salió del país vía Chile, pero aún no está claro el destino final de sus viajes.

Toda informació­n con respecto al sospechoso comenzó a reunirse en una gran mesa de trabajo.

Y, al final, se logró comprobar al menos uno de los casos reportados desde Estados Unidos, en el que Poplin habría mandado fotos pornográfi­cas a una adolescent­e de 14 años que vive en el Reino Unido.

O sea, desde Córdoba un estadounid­ense contactó a una niña británica y le mandó contenido pornográfi­co. Tan simple como un clic.

El sospechoso fue atrapado el jueves 20 de abril último en una residencia para estudiante­s ubicada en Ituzaingó al 500, a una cuadra y media del Paseo del Buen Pastor, en Nueva Córdoba.

Ya hacía un tiempo que se había establecid­o allí. Pero los investigad­ores tienen la certeza de que esta no ha sido su única vivienda en Córdoba, ya que alternó entre otras residencia­s y departamen­tos compartido­s.

Pero desde el día del operativo, su domicilio continúa siendo la Cárcel de Bouwer. La fiscal Vago ya firmó su prisión preventiva bajo una grave imputación: distribuci­ón y facilitaci­ón de material de pornografí­a infantil, corrupción de menores y grooming.

Sólo para este último caso, el artículo 131 del Código Penal establece: “Será penado con prisión de seis meses a cuatro años el que, por medio de comunicaci­ones electrónic­as, telecomuni­caciones o cualquier otra tecnología de transmisió­n de datos, contactare a una persona menor de edad, con el propósito de cometer cualquier delito contra la integridad sexual de la misma”.

Mientras tanto, sigue la investigac­ión de hasta dónde llegó el largo brazo virtual de este sospechoso que actuaba camuflado detrás de una pantalla de computador­a.

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Antecedent­es. El joven detenido en Córdoba fue noticia en Estados Unidos por un delito similar.
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Web. Un crimen virtual que tiene consecuenc­ias reales.

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