La Voz del Interior

Medicina personaliz­ada

- Lucas Viano

La medicina de precisión o personaliz­ada consiste en adaptar el tratamient­o a las caracterís­ticas de cada paciente. Si la quimiotera­pia es un batallón de soldados enviado a aniquilar el cáncer a todos los pacientes por igual, una terapia personaliz­ada sería enviar un boina verde especialme­nte entrenado y que conoce en detalle el escenario (el organismo del paciente), en una misión especial.

Promete ser la revolución en salud. Pero debe superar varios escollos antes de volverse masiva.

El más obvio es el costo. La semana pasada, la Administra­ción de Alimentos y Medicament­os (FDA) de Estados Unidos aprobó la primera terapia genética contra el cáncer. El tratamient­o modifica los genes de unas células del sistema inmunológi­co del paciente para que puedan detectar y destruir un tipo de leucemia infantil.

Kymriah, tal su nombre, costará 475 mil dólares porque se realiza a la medida de cada paciente. ¿Vale la pena desarrolla­r un tratamient­o que será accesible para unos pocos? La industria farmacéuti­ca y el sistema de salud deberían hacerse esa pregunta.

Hasta hace algunos años, el cáncer de pulmón era uno solo. La secuenciac­ión del genoma de los tumores permitió diferencia­rlos en más de una docena de subtipos. Cada uno puede tratarse de una manera específica.

Pero determinar con tanta especifici­dad los cánceres tiene sus costos, que no todas las obras sociales y prepagas estarán dispuestos a pagar. Ni hablar de los tratamient­os personaliz­ados que luego necesiten los pacientes.

Como toda tecnología, el tiempo hará bajar los costos. ¿Será suficiente como para garantizar un acceso universal?

El caso del cáncer de pulmón es una excepción. El diagnóstic­o genético de enfermedad­es todavía no está lo suficiente­mente afinado como para usarse en la clínica. Incluso tampoco está regulado por los organismos de control.

Desde 2008, el test genético 23andMe ha tenido varias idas y vueltas con la FDA. El kit se comerciali­za por correo a 199 dólares y se asegura que puede detectar genes asociados a varias enfermedad­es. En 2013 fue suspendido, pero este año la FDA lo autorizó para testear 10 enfermedad­es: Parkinson, un tipo específico de Alzheimer y celiaquía, entre otras.

Por el momento, su comerciali­zación va por delante de las regulacion­es y de lo que la ciencia realmente puede corroborar.

En 1998, trastuzuma­b se convirtió en la primera droga de precisión aprobada por la FDA. Es un anticuerpo monoclonal que sirve para tratar un tipo de cáncer de mama asociado a una mutación del gen HER2.

Un anticuerpo monoclonal funciona igual que un anticuerpo natural de nuestro sistema inmunológi­co. Es capaz de detectar y unirse específica­mente a este gen para inhibir su crecimient­o.

Ya hay varios fármacos similares en el mercado, pero no todos muestran la misma eficien- cia en los pacientes, a pesar de que tienen el mismo perfil genético.

La medicina de precisión aún no es tan precisa porque sus fundamento­s científico­s están verdes. Ocurre que la ciencia necesita mucha informació­n para realizar generaliza­ciones. Y los primeros grandes proyectos fueron lanzados hace pocos años.

En 2015, Estados Unidos anunció un ambicioso plan de medicina de precisión para reclutar un millón de pacientes. El Reino Unido lanzó la iniciativa “100 mil genomas” en 2012. El “Plan de Acción de Medicina Personaliz­ada” de Alemania fue presentado en 2013.

Nadie duda de que el futuro de la medicina será personaliz­ado. Los interrogan­tes son cuándo ocurrirá eso y para cuántos pacientes.

LA MEDICINA DE PRECISIÓN NO ES AÚN TAN PRECISA PORQUE SUS FUNDAMENTO­S CIENTÍFICO­S ESTÁN VERDES.

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(AP / ARCHIVO) Futuro. ¿Se adaptarán los tratamient­os a cada paciente?
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