Entre la guerra y la fiesta
“Los ídolos futbolísticos en Argentina son como los dioses paganos griegos, siendo de alguna manera un ideal, omnipotentes. Y cuando estos no cumplen con esta expectativa hay una frustración que se transforma en desprecio. Se considera que no hace lo que se espera de él por mala fe. No es que no puede, sino que no quiere”, arranca explicando Gladys Adamson sobre las reacción del público argentino ante las derrotas de la selección de fútbol. La rectora de la Escuela de Psicología Social del Sur –y discípula de Enrique Pichón Rivière– analiza el fútbol como una rara mezcla entre guerra y fiesta.
El texto de Adamson sostiene que el Mundial es “el mayor festejo colectivo que representa el Capital Social que posee la Argentina, esa capacidad de una sociedad solidarizada en una fiesta colectiva en pos de un objetivo de victoria, y por otro lado el odio visceral como si el vecino fuera el enemigo que hay que, no sólo vencer, sino humillar”.
“Cuando la Argentina gana, y especialmente a Inglaterra y Brasil, ahí hay festejos generalizados, porque aparece una sensación de unidad. En el caso contrario, esos ídolos pasan a ser villanos, porque ese dios no cumplió, lo que provoca frustración”, apunta.
La hipotética ausencia de Argentina en Rusia 2018 no es un tema secundario para Adamson, quien sostiene que una derrota como esa puede impactar en la subjetividad de la persona, porque provocaría una frustración personal que se vive en el cuerpo, en el humor y en las relaciones de las personas.
“Acá cuando nace un bebé le regalan pelotas, remeras. Hay un encuentro de masculinidad que es muy fuerte en la Argentina, a los varones se los lleva como a una ceremonia a su primer partido de fútbol y ahí está esa identificación”, concluye.