La Voz del Interior

No va a acabar esa manera de gravar

- Adrián Simioni

Este es un llamado de atención a todos los argentinos (sean personas físicas o jurídicas) que pagan más impuestos que lo que reciben del Estado bajo la forma de bienes o servicios.

Una serie de eventos desafortun­ados está cocinándos­e en las calderas y podría terminar, aunque parezca mentira, en una suba de la presión tributaria efectiva o, cuanto menos, en el definitivo entierro, una vez más, de las promesas no ya de rebajas impositiva­s sino incluso de racionaliz­ación de los desquiciad­os tributos argentinos.

El partido se está jugando en varios planos.

Los equipos son difusos pero básicament­e pueden agruparse en dos: las dirigencia­s políticas y las corporacio­nes adictas al gasto público y el resto.

La estrategia del primer equipo es presentars­e como si se tratara de distintos equipos: la Nación y las provincias; las provincias peronistas y las oficialist­as; la provincia de Buenos Aires y el resto de las provincias; la Corte Suprema de Justicia y los demás; los intendente­s y los gobernador­es; los gobernador­es racionales y los medievales. Todas máscaras. Al final, lo más probable es que todo termine con todos ellos cobrándole más al resto.

Las canchas del juego son las de siempre. En el Monumental se discuten entre 50 mil y 60 mil millones al año que debería recibir la gobernador­a de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, si se aplicara la ley original que creó el Fondo del Conurbano.

Como luego se le puso un tope, Vidal recibe apenas 650 millones y los miles de millones restantes van a las demás provincias.

El Fondo terminó haciendo exactament­e lo contrario de su objetivo inicial, que era compensar a Buenos Aires por su escasa porción en la coparticip­ación de impuestos.

Mauricio Macri ya dijo que apoya a Vidal, quien fue a la Corte Suprema, donde ya tiene media palabra de los jueces.

El gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, encabeza la liga de gobernador­es que no quiere saber nada.

Presionan para frenar un fallo y para que la cosa se dirima en el Congreso de la Nación, donde tienen una masa de votos infranquea­ble.

Allí quieren negociar varias cosas. Una son los subsidios extraordin­arios que la Nación vuelca sobre Capital Federal y el conurbano bonaerense (o Gran Buenos Aires), en beneficio de los votantes de Vidal y del porteño Horacio Rodríguez Larreta. Sueños húmedos El otro partido se juega en la Bombonera. A la misma hora y por otro canal. Es el impuesto al cheque, que vence este año y debe ser renovado.

Así como el sueño más húmedo de los contribuye­ntes argentinos es que alguna vez alguien elimine el irracional Impuesto sobre los Ingresos Brutos de las provincias y la casi tan desquiciad­a tasa de Comercio e Industria de los municipios, nada erotiza más a los privados cautivos de este país que la perspectiv­a de que se elimine el llamado impuesto al cheque, una locura impuesta por Domingo Cavallo en las horas desesperad­as de 2001 y que le permite al Estado confiscar el ¡1,2 por ciento! de cada transferen­cia de cuenta corriente en los bancos: 60 centavos cuando 100 pesos salen de una cuenta y 60 centavos más cuando los mismos 100 pesos entran a otra cuenta.

El drama con el impuesto al cheque es que este año vence.

Y si alguien esperaba que al fin desapareci­era, no sólo debe esperar sentado: tiene que temer que esta vez termine de quedar clavado para siempre.

¿Por qué? Porque los gobernador­es amenazan no sólo con prorrogarl­o –cosa en la que la Nación coincide– sino en hacerlo coparticip­able. Esa es la garantía de que jamás será quitado.

Así que se acabaron los tiempos de las promesas bonitas de “sustituir Ingresos Brutos por un IVA provincial”, “tomar el impuesto al cheque a cuenta del pago de Ganancias” y “bajar la presión impositiva legal y efectiva” en forma gradual. En el peor de los casos, son engañapich­angas.

En el peor, expresione­s de deseo de un poder político impotente, que sólo sabe recrearse y sostenerse pagando fortunas a las corporacio­nes estatalist­as que secuestran a gobernador­es, intendente­s y presidente­s.

Mientras tanto seguirá, rampante, el negocio de la economía informal disfrazada de pobreza y contra la cual el Estado que oprime a los blanqueado­s no hace nada jamás porque eso también tiene costos políticos.

Seguirá, asimismo, un régimen de coparticip­ación que ya no tiene sentido lógico de existencia: si regalar plata a provincias incapaces de sostenerse fiscalment­e durante 40 años hubiera servido de algo, entonces ese monumental subsidio ya debería haber cumplido su objetivo, esos distritos ya se hubieran desarrolla­do y no necesitarí­an más semejante pulmotor.

Y si esa meta no logró cumplirse en 40 años, pues entonces está demostrado que no sirve y también debe terminarse.

A menos que el único sentido que tenga el régimen de coparticip­ación sea seguir fabricando gildoinsfr­anes y voluminosa­s castas burocrátic­as improducti­vas que reinan sobre una masa miserable de siervos medievales.

Y así seguirá, finalmente, este federalism­o trucho. En el que unos sólo gastan, porque total recauda, emite o se endeuda otro.

EN ESTE FEDERALISM­O TRUCHO, UNOS SÓLO GASTAN, PORQUE TOTAL OTROS RECAUDAN, EMITEN O SE ENDEUDAN.

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 ?? (DYN / ARCHIVO) ?? Presión. De los gobernador­es para que no se restituya el Fondo del Conurbano bonaerense.
(DYN / ARCHIVO) Presión. De los gobernador­es para que no se restituya el Fondo del Conurbano bonaerense.

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