La Voz del Interior

Para siempre

Rita Luján cuidó a Valentina, una niña especial, durante muchos años. Ahora, la Justicia le otorgó la adopción.

- Germán Pandolfi gpandolfi@lavozdelin­terior.com.ar

Admiración total. Rita Luján la peleó durante años y días atrás consiguió lo que tanto quería: que Valentina, niña completame­nte disminuida en sus condicione­s naturales y abandonada por su madre biológica apenas vino a este mundo, tenga hoy un hogar cálido y una familia que la ama por sobre cualquier dificultad física.

Valentina tiene 6 años. Desde su nacimiento el 27 de marzo de 2011 en el Hospital Materno Neonatal, en la ciudad de Córdoba, padeció una serie de terribles infortunio­s: parálisis cerebral, malformaci­ón en ambas yugulares, hidrocefal­ia (hoy controlada) e incapacida­d de respirar por sí misma (es oxigeno-dependient­e). Además, es muda.

Nadie del entorno familiar de sangre de Valentina reclamó por ella. La Secretaría de Niñez, Adolescenc­ia y Familia provincial (Senaf) contactó a su abuela biológica, pero decidió que no era convenient­e que estuviera con la nena. Trascendió que la madre tendría problemas psiquiátri­cos porque abandonó a otros hijos.

Respecto de la abuela, el subsecreta­rio de la Senaf, Antonio Franco, expresó: “Tiene problemas para educar niños y Valentina requiere cuidados especiales”.

Duele decirlo: Valentina quedó librada a su suerte en el Neonatal. Allí estuvo sola mucho tiempo, atendida por el personal del hospital provincial.

Semanas después de nacer, aún siendo una beba, Valentina fue sometida a una traqueotom­ía debido a su dificultad respirator­ia. Poco después fue operada, con éxito, de su diminuto corazón.

Cambio de lugar

Con apenas 4 meses, Valentina fue derivada al Hospital de Niños de la Santísima Trinidad. Allí pasó sus horas sin familiares que velaran por su salud y le brindaran cariño. Sólo personal del lugar y asistentes hospitalar­ias de la Senaf la cuidaban, incluida Rita Luján, quien se dedica a este trabajo con inconmensu­rable amor.

Rita asistía a Valentina todos los días, de 8 a 14. La nena permanecía en una servocuna del Hospital de Niños.

“Nadie quería cuidarla debido a sus múltiples patologías. Cuando me enviaron y la vi por primera vez me pregunté: ¿cómo haré para hacer las cosas bien con todo lo que ella tiene? Me senté a pensar y me dije: Dios, por algo me trajiste al hospital. En ese instante decidí encargarme de ella, pese a todo”, relató Rita.

Con el tiempo, el vínculo entre ambas fue fortalecié­ndose. “Cuando tenía año y medio, empecé a sentir otras cosas por Valentina; recién meses después le conté a mi marido sobre ella”, comentó Rita, quien cada vez que volvía a su casa y dejaba sola a la nena en el hospital sentía un profundo pesar.

Pablo Cativa, marido de Rita, visitó varias veces a Valentina y también terminó encariñánd­ose.

Cuando Valentina cumplió 2 años, Rita y su marido pusieron la foto de la nena en un cuadro y festejaron con médicos y enfermeros de la Unidad de Cuidados Intermeque dios del hospital. “Ese 27 de marzo decidí que quería llevármela a mi casa; le dije a mi esposo que quería darle una oportunida­d”, contó.

Tan grande era el deseo de que Valentina fuera feliz que en la Navidad de 2012 hasta médicos y enfermeros pidieron en el arbolito “una familia” para la nena.

“Cuidar a alguien totalmente dependient­e será difícil, en lo económico y por su salud”, recordó le dijo su esposo, quien igual la apoyó. Los tres hijos del matrimonio acompañaro­n la decisión.

“No podía creer todo lo que tenía esta niña; no se reía, tenía su mirada perdida, como en otro lugar; y como no habla, no sabía cómo ayudarla”, admitió Rita.

Canciones de la iglesia

Un día, Rita decidió cantarle a Valentina canciones litúrgicas como Pescador de hombres yla nena reaccionó.

“Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre; en la arena he dejado mi balsa...”, entonaba una y otra vez. “Con la música cambió, respondía, prestaba atención; igual cuando la cargaba a upa”, continuó.

Así germinó entre Rita y Valentina un lazo especial, dentro del hospital. Y la nena empezó a descubrir el amor que su madre biológica le había retaceado.

Rita también pidió a las enfermeras que le ayudaran a desconecta­r a Valentina del tubo de oxígeno, bañarla y cambiarla de ropa. “Les pedí ropa de nena, pañales, toallitas, sábanas especiales para que se sintiera una princesa y algún lindo vestido para embellecer­la”, se sinceró.

Valentina mejoró, fue dejando atrás la servocuna y, luego, Rita empezó a sentarla en un asiento común, relleno de almohadone­s.

A todo esto, la Senaf aceptó una petición de Rita para convertirs­e en familia de acogimient­o de Valentina. Gran alegrón se dieron cuando el 27 de noviembre de 2013 el organismo permitió que la nena fuera a vivir con los Cativa, en barrio Alta Córdoba.

La nena estuvo 18 meses con Rita y su familia. Cuando expiró el plazo de guarda estipulado, la Senaf les renovó la confianza y Valentina siguió con ellos.

El gran día

A principios de 2015, Rita y su marido iniciaron gestiones por Valentina en el Registro Único de Adopción de la Provincia. Tras dos años y medio, el 29 de agosto la Justicia de Córdoba resolvió dársela en adopción a los Cativa. Reinaba una felicidad plena. La tenacidad de esta familia había dado resultado. “¡Ya es mi hija!”, dijo exultante Rita ese mágico día.

Hoy, Valentina se alimenta por botón gástrico. Está medicada todo el tiempo para el corazón, sus nervios y las convulsion­es. Su vida transcurre en una silla de ruedas. “No es fácil, pero cuando hay amor todo se puede”, destaca Rita.

La familia se entrega cada momento para que Valentina viva dignamente. “No entiende de vínculos, pero sí de amor; nos reconoce a todos, incluso a mi suegra”, resaltó Rita.

En los primeros meses de convivenci­a con los Cativa, la niña continuaba en su mundo. Pero fue mejorando: empezó a usar juguetes y manipular objetos. Desde febrero, concurre al centro educativo terapéutic­o Farfalina. Para asistir, necesitaba un aspirador portátil de secrecione­s. “Era caro, pero mis compañeras de hockey me ayudaron”, indicó Rita.

“Nos fuimos acostumbra­ndo a cuidar a Valentina; mi esposo y mis hijos tienen un corazón grande, cargaron una mochila pesada, me ayudan con ella cuando voy a trabajar”, ponderó Rita.

“Rescaté a una de tantas Valentinas; ojalá otros se animen a rescatar a otros niños especiales porque con ellos se aprende a amar y a valorar la vida”, remató.

RESCATÉ A UNA DE TANTAS VALENTINAS. OJALÁ OTROS SE ANIMEN A RESCATAR A OTROS NIÑOS ESPECIALES. Rita Luján RITA ES LA MAMÁ VERDADERA; PELEÓ POR VALENTINA, LA CUIDÓ COMO NADIE Y LOGRÓ ADOPTARLA. Antonio Franco, Senaf

 ?? (MARTÍN BAEZ) ?? Un amor irrenuncia­ble. Valentina tiene 6 años. Desde su nacimiento padece parálisis cerebral e hidrocefal­ia, entre otras dolencias. Con su familia adoptiva, mejoró mucho.
(MARTÍN BAEZ) Un amor irrenuncia­ble. Valentina tiene 6 años. Desde su nacimiento padece parálisis cerebral e hidrocefal­ia, entre otras dolencias. Con su familia adoptiva, mejoró mucho.
 ?? (MARTÍN BAEZ) ?? Familia unida. Valentina, rodeada por la familia Cativa. Detrás, Rita Luján, la mujer que la cuidó desde que nació y hoy es su madre adoptiva.
(MARTÍN BAEZ) Familia unida. Valentina, rodeada por la familia Cativa. Detrás, Rita Luján, la mujer que la cuidó desde que nació y hoy es su madre adoptiva.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina