La Voz del Interior

Los cruces por el etanol entre las dos provincias

- Adrián Simioni asimioni@lavozdelin­terior.com.ar

La del azúcar en sobrecitos es la versión mínima de otro conflicto de intereses que enfrenta a Córdoba con Tucumán: el del etanol.

Desde hace unos cinco años, los coches argentinos cargan un 12 por ciento de etanol al llenar el tanque. Esa porción ha sido creciente y define un negocio mayor al del café en los bares cordobeses.

Las petroleras pagan unos 11 mil millones de pesos al año por el etanol. No es para menos: equivale al 12 por ciento de todas las naftas que consumimos.

El tema es que hay sólo dos sectores que fabrican el biocombust­ible. Uno está en Tucumán, donde se produce fermentand­o el bagazo de la caña. Eso permitió valorizar los eternos excedentes de los ingenios tucumanos.

El otro etanol se hace a partir de maíz y, de las cinco plantas que hay, tres están entre Villa María y Río Cuarto y producen el 70 por ciento del total (otra está en San Luis y otra en Santa Fe).

Cada vez que la Nación modifica el “corte” (el porcentaje de etanol que deben mezclar las petroleras) hay puja entre cañeros y maiceros, dado que hay que definir cuotas (hoy las petroleras compran 47 por ciento a cañeros y 53 por ciento a maiceros) y precios (a los tucumanos siempre se les fijó un precio mayor). La puja existe: hubo momentos en los que, por ejemplo, industrial­es y sindicatos tucumanos amenazaron con movilizaci­ones si no se los privilegia­ba.

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