La Voz del Interior

Las banderas del día después

- Marcelo Taborda

Los cientos de miles de personas que inundaron el lunes las calles de Barcelona, para una Diada cargada de simbolismo, tuvieron ayer nuevas advertenci­as legales y presiones políticas, como respuesta de Madrid.

Fiscales y funcionari­os del Gobierno español instruyero­n a fuerzas policiales y de seguridad para que incauten cualquier elemento e impidan todo acto relacionad­o con la preparació­n del referéndum convocado para el 1° de octubre. Las órdenes de incautar urnas o material electoral, así como de impedir acciones destinadas a facilitar la realizació­n de la consulta recayeron sobre efectivos de la Guardia Civil española y también sobre los Mossos d’Esquadra, la Policía autonómica catalana, que fue muy elogiada tras los atentados terrorista­s de mediados de agosto en Barcelona y Cambrils.

El fin de semana pasado, los guardias civiles demostraro­n un celo excesivo al ejecutar allanamien­tos en imprentas y registros de un periódico regional en busca de papeletas o votos con la pregunta: ¿quiere que Catalunya se convierta en una república independie­nte?

Queda por ver qué actitud tomarán, finalmente, los Mossos, cuyo jefe, Josep Lluis Trapero, fue instruido por la fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya para que requise material destinado al “1-O”. Justo Trapero, convertido en otro ícono del independen­tismo tras sus comparecen­cias por los ataques yihadistas y su réplica a quienes le reprocharo­n que alternara respuestas en castellano con otras en su catalán natal.

Las acciones para neutraliza­r la consulta se extendiero­n más allá de la geografía catalana y llegaron a Madrid, donde se prohibió un acto que tenía la venia de la alcaldesa, Manuela Carmena.

Otros alcaldes, los de municipios catalanes gobernados por el Partido Socialista, se reunieron en Santa Coloma de Gramenet y recibieron el apoyo del máximo líder de su partido, Pedro Sánchez. Los jefes de los ayuntamien­tos socialista­s denunciaro­n presiones y amenazas de la Generalita­t, que preside Carles Puigdemont, si no facilitan instalacio­nes para la votación.

También la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, quien llegó al Ayuntamien­to con apoyo de Podemos, fue hostigada por su decisión de no aportar logística a esta consulta, pese a su defensa del derecho de los catalanes a decidir su futuro en las urnas.

Sánchez, en tanto, dijo a los alcaldes de su partido que tenían la ley de su lado, con un discurso idéntico al del presidente español, Mariano Rajoy. Quizá para no quedar tan pegado con la intransige­ncia del PP, Sánchez ofreció más autogobier­no y libertad a la región declarada en rebeldía.

Y lo de rebeldía no es metáfora. Rajoy y los tribunales españoles advirtiero­n de entrada y lo repiten cada día que la desobedien­cia de funcionari­os y ciudadanos catalanes será penada. Pero a los mentores del “1-O” las amenazas de represalia no los disuaden. Choque de trenes

Nadie parece dispuesto a ceder posiciones ni a dar el primer paso para que el previsible “choque de trenes” no se produzca.

Ayer, Jordi Sánchez, titular de la Asamblea Nacional Catalana, una de las plataforma­s que en la última década visibiliza­ron y potenciaro­n el perfil independen­tista y masivo de la Diada, dio su propia interpreta­ción de la legalidad en esta contienda. “Escuchen al pueblo de Catalunya, pónganse del lado de la democracia; faciliten que hablen las urnas”, afirmó Sánchez. El mismo dirigente sostuvo que “bajaría el referéndum” si Rajoy aceptara una consulta pactada. Pero al mismo tiempo sentenció: “Hemos llegado hasta aquí para ganar”.

No mucho tiempo atrás, parecía imposible llegar a la situación actual. Hoy nadie se anima a conjeturar si el referéndum se llevará a cabo y, mucho menos, qué deparará el día después.

Desde Madrid resaltan cada advertenci­a de funcionari­os o legislador­es europeos acerca de que una Catalunya independie­nte no tendría cabida en el club de Los 27.

Desde Barcelona, aseguran tener un plan de transición interna y otro para integrarse a la UE, con una fórmula de declaració­n unilateral de independen­cia similar a la de Kosovo.

Mientras, la hipótesis más probable hasta aquí es la de un referéndum parcial, efectuado de modo casi clandestin­o y donde un eventual triunfo del Sí sería deslegitim­ado por la ausencia de votantes por el No. Lo curioso es que la mayoría de quienes rechazaría­n con su voto la independen­cia también quieren la consulta y confían en ganarla.

A sólo 18 días de la fecha fijada por la Generalita­t, la puja entre la Cataluña que quiere seguir en España y la Catalunya que pugna por su independen­cia sumará condimento­s para una contienda en la que Madrid no quiere dejar de ser juez y parte.

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(AP) Largo camino. La puja independen­tista catalana, en instancia clave.
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