Jerry, antes de Seinfeld
Netflix estrenará mañana “Jerry Before Seinfeld”, en el que el genial comediante regresa al club de la comedia “The Comic Strip” en el que se inició a finales de la década de 1970. Un recorrido por la obra de este gran artista de la risa, que cree que no
Ni dolor, ni pobreza, ni malos padres: la única motivación para ser un buen comediante es el talento. Eso afirma Jerry Seinfeld en cada entrevista y se trasluce en cada conversación con sus colegas. Ese comediante, más “Jerry” que “Seinfeld”, es lo que busca retratar el especial que se estrenará mañana: Jerry Before Seinfeld.
Alrededor de los años ’70 y mucho antes de Seinfeld (1989), “la serie más famosa de todos los tiempos”, existió un club de improvisación frecuentado por un jovencísimo comediante, llamado The Comic Strip. A ese escenario inaugural, el de las primeras observaciones acerca de nada, regresó Seinfeld este año con un show especial. Ese retorno es lo que registró Netflix, para dejar claro que la serie no fue el primer paso de una gran carrera, sino su coronación.
La figura de Seinfeld como comediante es de una magnitud incalculable dentro del género. El estilo de sus monólogos se define por hacer foco en las fastidiosas minucias de la vida diaria, donde logra un nivel de simpleza y exquisitez humorística que crea la ilusión de ser un trabajo liviano. Pero no lo es. Seinfeld posee una usina creativa envidiable pero reconoce que el esfuerzo es la clave, además de tener una debilidad por disfrutar de una vida independiente, plagada de risas ajenas y propias.
Este nativo de Brooklyn no tiene una clave para el éxito porque no hay tal misterio. No tiene rituales para atraer la inspiración más que un anotador amarillo, ni considera –como varios de sus colegas– que la oscuridad aguarda detrás de todo comediante, como la triste imagen del payaso que llora mientras se quita la pintura detrás de escena.
Un ser de luz
Contrario a los prejuicios, Seinfeld es una persona más bien luminosa. No tiene la neurosis sobrepsicoanalizada de Woody Allen, ni apela al humor físico como Steve Martin o Bill Cosby. La agudeza está en el ojo clínico que desmigaja lo cotidiano hasta el límite del ridículo para relativizar cualquier gesto, cualquier emoción, cualquier suceso.
si bien la oscuridad no es su combustible –ese sería el caso de Louis C.K.–, sí es cierto que el cinismo es su marca registrada. El famoso lema de la serie “sin abrazos, sin aprendizaje” se acerca bastante a su estilo de vida.
Padre de familia
¿Cómo alguien que no cree en la verdad absoluta de ningún valor, alguien que ve lo ridículo de la sociedad en la que se vive, puede criar ciudadanos hechos y derechos? ¿Cómo pueden hijos adolescentes obedecer a un padre que se gana la vida haciendo chistes? La respuesta de Seinfeld es simple: ha dejado de tener emociones.
En una entrevista que Judd Apatow le hace para su libro Sick
in the Head, Seinfeld explica que en cierta etapa de ser padre de familia se deja de tener sentimientos porque son una molestia. La exposición que exige hacer
stand up, la mera y constante posibilidad de pararse debajo de un reflector a contar el mejor material y que nadie se ría, crea en el comediante un callo emocional que le impide quebrarse ante cualquier situación doméstica.
Esa impermeabilidad a la agresión ajena que lo ayuda a afrontar la crianza de sus hijos es lo que lo define como comediante a tiempo completo. Hacer comedia, especialmente humor observacional, no puede ser dedicación part time: reírse del mundo constituye en sí mismo una cosmovisión. Seinfeld no está enojado, no quiere denunciar a nadie; disfruta demasiado el trabajo artesanal de armar durante un año el mecanismo de un buen chiste que dura 30 segundos.
Cinismo zen
En un especial de HBO en el que dialoga con los mayores representantes del stand up –Ricky GerPero,