La Voz del Interior

La lucha por la vida del “Torito Cordobés”

Por su enfermedad, el pequeño necesita asistencia respirator­ia permanente, lo cual lo convierte en un “electrodep­endiente”. Sus padres pugnan para que Córdoba adhiera sin restriccio­nes a la ley nacional que estipula la gratuidad de la energía eléctrica en

- Fernando Agüero Correspons­alía

Máximo Francisco Albarracín cumplirá su primer año el próximo 27 de setiembre. Sus 11 meses han sido un milagro de vida. Nació con tres trastornos severos que lo mantuviero­n ocho meses internado en el Hospital Privado, 40 días críticos en los que recibió óxido nítrico, ventilació­n de alta frecuencia y medicación fortísima, que lo llevó a un coma durante 10 días.

La afección más grave es la hipertensi­ón pulmonar, que no le permite respirar por sus propios medios, por lo que necesita asistencia respirator­ia mecánica las 24 horas, convirtién­dose en un niño electrodep­endiente.

Desde hace cuatro meses está en su casa de Villa Parque Síquiman, en internació­n domiciliar­ia y con la supervisió­n de un cuerpo de enfermería profesiona­l del Hospital de Niños.

Sus padres, Flavio Albarracín y Nora Perelló, se han transforma­do en los referentes de un reclamo que ya tuvo eco en el Congreso, que en abril aprobó la ley 27.351, que estipula la gratuidad de la energía eléctrica para casos como los de Máximo, y a la cual la Legislatur­a de Córdoba aún no adhirió.

A Máximo Francisco, que debe su nombre al Papa y a la película

Gladiador, sus papás lo apodaron “el Torito Cordobés”. Flavio es un contador porteño y Nora, una abogada mendocina. Ambos se radicaron en Córdoba en distintos momentos y eligieron Villa Parque Síquiman por su encanto natural.

Después de un embarazo complicado a la pareja le dijeron que era muy difícil, “casi imposible”, que su hijo naciera con vida. “A las 12 semanas de embarazo me dijeron que íbamos a una muerte intrauteri­na”, cuenta Nora y su marido agrega: “Estuvimos un mes llorando”. La pareja había buscado durante varios años tener un hijo, la oportunida­d había llegado pero, de repente, el diagnóstic­o de los médicos era aterrador.

“Torito” nació con onfalocele, enfermedad que se da en uno de cada 10 mil niños, hernia diagrag- mática e hipertensi­ón pulmonar (la estadístic­a dice se da en uno de cada un millón de pacientes). Esta última enfermedad es la que obliga a mantenerlo con respiració­n asistida permanente.

Qué dice la ley

La ley sancionada por unanimidad por ambas cámaras del Congreso estipula puntos fundamenta­les: la gratuidad de la energía eléctrica para casos como el de Máximo; la conformaci­ón de un registro nacional de electrodep­endientes; la empresa proveedora debe asignar al paciente un generador e insumos para su funcionami­ento y una línea telefónica directa y permanente.

Los papás de Máximo tienen en sus manos dos proyectos que está estudiando la Comisión de Salud de la Unicameral. “El proyecto de Cambiemos es para adherir a la ley tal como la aprobó el Congreso, mientras que Unión por Córdoba quiere introducir cambios que no están en consonanci­a con la normativa nacional”, dice Nora.

Destaca: “Es necesario que esta ley salga lo antes posible en Córdoba y es importante que la Provincia adhiera tal como está, sin ninguna modificaci­ón que implique objetivida­des que dependen del criterio de alguien sobre cuánto debemos pagar o no por consumo”.

“Se trata de un derecho a la vida y a la salud que se encuentra garantizad­o por la Constituci­ón Nacional, y por la Convención Internacio­nal de las Personas con Discapacid­ad”, aclara Nora y señala: “Lo que buscamos es que no se hable ni de subsidio, ni de beneficio, ni de asignación: es un derecho”.

Ya son seis las provincias que adhirieron a la ley tal como se sancionó: Catamarca, Mendoza, San Luis, Tucumán, Río Negro y Misiones.

La vida que empuja

“Creemos que Máximo vino a cambiar las cosas”, dice orgulloso su papá Flavio, quien habla de su niño y no puede contener las lágrimas. Asegura que la atención del equipo médico del Hospital Privado, donde nació Máximo, fue fundamenta­l para que hoy el niño pueda estar en su casa, con internació­n domiciliar­ia.

“Hemos recibido señales a cada momento y sabemos que nuestro hijo es fuerte y que batió todos los récords de superviven­cia. La vida me clavó el freno de mano”, dice la mamá. Ambos son devotos de la Virgen y dan testimonio de que la fe puede más que todo. “Varias veces escuché a los médicos que me dijeron: ‘No pasa de hoy’; y Máximo salió, salió y salió”.

La sonrisa está siempre presente en este niño, quien recibe el tratamient­o sin quejarse. “Por algo se llama Máximo Francisco y le decimos ‘Torito’”, dice Flavio.

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(LA VOZ) “Torito”. Es el apodo que sus padres tienen para Máximo Francisco por su fortaleza. La familia vive en Parque Siquiman.
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Batalla. El milagro del pequeño Máximo Francisco se construye todos los días.

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