Escuelas tomadas: el camino menos recomendable paramejorar
El primer censo nacional que se realizó en nuestro país fue en 1869, durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento. Sólo informaré dos datos que arrojó: habitantes: 1.830.000; analfabetos: 87%. Un desastre.
Al conocer estos resultados, el famoso cuyano reunió a su gabinete de ministros y les anunció: “Señores ministros: ante los primeros datos del censo, voy a proclamar mi primera política de Estado para un siglo: escuelas... escuelas... escuelas...”, según cuenta el libro El imperio de la decadencia argentina.
150 años después, al menos 30 instituciones educativas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ( Caba) están tomadas por alumnos que se oponen a la reforma educativa elaborada por el Gobierno de esa ciudad.
No voy a analizar la validez o no de la reforma, como así tampoco los argumentos de los alumnos en su contra.
Lo que considero preocupante es la falta de instrucción cívica y de comprensión de lo que significa el concepto de “derechos humanos” por parte de los violentos, así como la inacción por parte de la Justicia, la que a esta altura de los acontecimientos resulta patética.
Violencia sin golpes
Califico como violentos a quienes tomaron las escuelas, pues es lo que son.
El uso de la fuerza para impedir que aquellos alumnos que quieran continuar con el dictado normal de clases no puedan hacerlo es violencia.
No hace falta que haya golpes: la sola obstrucción al acceso al aula o la mera intimidación son hechos violentos.
“El pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes”, reza el artículo 22 de la Constitución Nacional.
Si los alumnos consideran inapropiado el proyecto de reforma educativa, deben elevar su reclamo por la vía correspondiente.
Podrían instrumentarlo, incluso, a través de los políticos que los están apoyando, e incluso proponer las alternativas que consideren apropiadas.
El artículo 3 de la Declaración de los Derechos Humanos, dictada por la Organización de Naciones Unidas en 1948, dice: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”.
La libertad propia tiene su límite en la libertad ajena. Impedir que quienes quieran tomar sus clases en su colegio puedan hacerlo con libertad y seguridad es un atropello a los derechos humanos.
Los alumnos que quieren protestar deben hacerlo sin afectar a los que no quieren sumarse a la medida.
Responsabilidades
Alumnos que toman posesión de los colegios, padres, docentes y políticos que los “bancan”, y la Justicia que no hace cumplir la ley y ampara a los infractores.
El problema más grave no es la discusión sobre la instrucción que recibirán los alumnos en el futuro, sino la educación que están recibiendo hoy.
Educación basada en la falta de respeto a la libertad y a los derechos humanos del otro, educación basada en la insubordinación a la Constitución Nacional y en la subversión de valores por parte de la Justicia, que no protege a quienes son víctimas de la violencia de los manifestantes.
Los alumnos toman escuelas, los empleados toman empresas, los piqueteros toman las calles, los delincuentes toman nuestras vidas.
¿ Alguien puede creer que este sea el camino que nos va a llevar a ser un país mejor? Domingo Faustino Sarmiento debe estar muy triste, pues 150 años después de aquel censo aún persiste la disyuntiva: “Civilización o barbarie”.
ALUMNOS QUE TOMAN POSESIÓN DE LOS COLEGIOS, PADRES, DOCENTES Y POLÍTICOS QUELOS “BANCAN”, Y LA JUSTICIA NO HACE CUMPLIR LA LEY. LO QUE CONSIDERO PREOCUPANTE ES LA FALTA DE INSTRUCCIÓN CÍVICA Y DE COMPRENSIÓN DE LO QUE SIGNIFICA EL CONCEPTO DE “DERECHOSHUMANOS”.