La Voz del Interior

¿Y dónde está la investigac­ión judicial?

- Sergio Carreras scarreras@lavozdelin­terior.com.ar

El Ministerio Público Fiscal que ayer desestimó dos veces (por escrito y a través de las declaracio­nes de una prosecreta­ria) la denuncia sobre las supuestas fosas comunes en el cementerio San Vicente, ni siquiera ha llamado a declarar a los tres empleados que afirmaron ser testigos o partícipes de las tareas de cavado y enterramie­nto denunciada­s el año pasado.

Hace 13 meses desde la primera denuncia sobre graves irregulari­dades en el manejo del crematorio del cementerio San Vicente realizada por la empleada del cementerio Clara Rosa Martín, nueve meses de la denuncia publicada por este diario y dos meses desde la entrega de las conclusion­es del Equipo Argentino de Antropolog­ía Forense (Eaaf) que excavó, provisoria­mente, las ¡tres! fosas comunes cavadas en un sector administra­tivo del crematorio.

Todo indica que la respuesta judicial parece encaminars­e al archivo silencioso de la causa: tener cadáveres y restos cadavérico­s en el patio de una dependenci­a estatal no parece ser tan grave como para que la Justicia de Córdoba se tome el trabajo de investigar­lo. Ayer desde la propia Justicia se reiteró que “no existe delito”.

El informe del Eaaf afirma con claridad que no pudieron seguir la excavación de las fosas “debido a la cantidad de cuerpos hallados y al estado de descomposi­ción que impidió profundiza­r la excavación sin dañar severament­e los cuerpos hallados en los niveles superiores”. Encontraro­n además, restos de cuerpos “que conservaba­n tejido blando”.

Esto significa que en ese lugar de la ciudad de Córdoba, a muy pocos metros de donde la dictadura enterró los cuerpos anónimos de personas desapareci­das y asesinadas, hoy existen otras tumbas comunes llenas de cuerpos NN y que el Estado no sabe quiénes fueron, qué nombres, sexo ni edad tenían, ni mucho menos el itinerario de esos cadáveres. Frente al Memorial de los Desapareci­dos hoy existe otro monumento, esta vez a la desmemoria.

Los empleados que se atrevieron a denunciar las fosas han sido abandonado­s por la Justicia y llevan nueve meses viviendo entre amenazas.

LOS EMPLEADOS QUE DICEN HABER SIDO TESTIGOS DE LOS HECHOS NI SIQUIERA FUERON CITADOS A DECLARAR.

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