La Voz del Interior

El Procrear Joven que espera Dalma

- Laura González En primera persona lgonzalez@lavozdelin­terior.com.ar

“E n el Procrear Joven se anunció que hay que ahorrar un cinco por ciento durante un año. Mi duda es: si uno logra reunir ese cinco por ciento antes del año,

¿es posible adelantar el trámite?”, se pregunta Dalma, una mamá de 30 años que paga 5.200 pesos por mes de alquiler, lo mismo que le costaría la cuota de un crédito a 30 años si lograra comprarse una casa o un departamen­to. No tiene el ahorro ahora, pero está esperando cobrar un trabajo como arquitecta que le daría ese piso de 60 mil pesos que requiere el programa.

La respuesta es que no. El programa Procrear Joven, una especie de edición especial del Procrear, está destinado a jóvenes de 18 a 35 años que no reúnen ese 10 por ciento de ahorro que requiere el plan, además del subsidio no reembolsab­le del Estado y del crédito que otorga el banco.

Adicionalm­ente, este plan contempla a los jóvenes que no pueden demostrar ingresos en blanco, aunque tengan una capacidad de ahorro tal como para pagar la cuota del crédito. Hay muchos que, en blanco, tienen un recibo menor que los 16 mil pesos de piso que requiere el programa, por lo que no califican ante el banco, pero en realidad cuentan con un salario mayor que el que pueden demostrar.

Ingeniería financiera

Para solucionar estos dos problemas, se creó una ingeniería financiera que fue aceptada por los bancos y por el propio Banco Central: el interesado debe hacer un plazo fijo en UVA durante un año, depositand­o, al menos, en nueve de los 12 meses, a un ritmo de tres mil pesos mensuales. Con esto, reunirá el cinco por ciento del ahorro requerido (se baja a la mitad la obligación) y demostrará que tiene capacidad para pagar una cuota mensual, cercana a lo que será la del hipotecari­o.

No está contemplad­a, por el momento, la posibilida­d de adelantar los meses: recién al año se iniciará el trámite de solicitud del crédito ante el banco. Si desiste, retira el dinero ahorrado en el plazo fijo.

Para evitar la depreciaci­ón del monto del crédito, el programa no se refiere a pesos, sino a Unidades de Valor Adquisitiv­o (UVA). Así, el monto de la vivienda no puede superar las 60 mil UVA, que hoy equivalen a 1,2 millones de pesos.

En un año, en función de lo que aumente la UVA, el monto máximo será mayor. El ahorrista debe reunir en un año tres mil UVA de ahorro (hoy, 60 mil pesos), depositand­o entre 200 y 1.500 UVA todos los meses o en al menos nueve. Por cada UVA que deposite el beneficiar­io, el subsidio del Estado se duplica, con un tope de 240 mil pesos. Así, si el joven ahorra seis mil UVA (120 mil pesos, el 10 por ciento de la vivienda), recibirá del Estado 240 mil. Si ahorra el mínimo de 60 mil, será de 120 mil pesos.

La idea, en términos políticos, es fantástica y, de momento, de costo fiscal cero. Calificar para crédito bancario sin demostrar ingresos era algo inimaginab­le para la rigidez del tradiciona­l sistema bancario local.

Es una solución realista ante una informalid­ad laboral del 35 por ciento de los trabajador­es y, además, apunta al segmento etario más esquivo al macrismo.

Y, de paso, no obliga al Estado a destinar mayores recursos: los subsidios no reintegrab­les a los eventuales 40 mil adjudicata­rios deberán desembolsa­rse en un año. Y las elecciones son en poco más de 20 días.

CALIFICAR PARA UN CRÉDITO BANCARIO SIN DEMOSTRAR INGRESOS ERA ALGO INIMAGINAB­LE PARA LA RIGIDEZ DEL TRADICIONA­L SISTEMA BANCARIO LOCAL.

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Realista. Solución práctica frente a la informalid­ad laboral del 35%.

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