La Voz del Interior

“Córdoba necesita una revolución a pata”

Es un ciclista fanático, pero dice que la ciudad cambiará recién el día que sus habitantes empiecen a caminarla. Su religión se llama Movilidad Sustentabl­e.

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Hubo hombres que hicieron revolucion­es empuñando espadas o libros sagrados, levantando puños con martillos, con banderas blancas o agitando flequillos al ritmo de baterías y guitarras eléctricas. Rubén Cena –61 años, cordobés, funcionari­o municipal– es un hombre que quiere hacer la revolución empuñando como arma reformista el manubrio de una bicicleta.

Sus padres llegaron desde Leones y se instalaron en un inquili- nato de barrio General Paz, donde nació. “A partir de aquel lugar, mi vida quedó tan marcada por el barrio, que es algo que me acompañó toda la vida. Soy de barrio en el sentido de vivir la gran ciudad con otro ritmo, como si uno permanecie­ra en un pueblo. Por eso prefiero el almacén de la esquina al hipermerca­do de la Circunvala­ción, disfruto la charla con el verdulero, espero el día de semana que llega la feria para ir a hacer las compras, interactúo mucho con los vecinos, conozco sobre sus quehaceres, sus necesidade­s.”

Salto al mar

A ese amor por las cercanías y lo familiar, Cena lo condimentó con un marcado deseo de vivir cerca de la naturaleza. “Eso fue por mi formación en el Garzón Agulla, donde hice el Taller de Biología con el botánico Ricardo Luti, que nos llevaba al campo a descubrir plantas. Ahí, siendo un niño que tenía lupa, microscopi­o y avidez por sumergirse en un mar de cosas que desconocía, es que desarrollé mi amor por lo natural”, dice.

Desde hace unos 10 años, Cena se integró a la organizaci­ón Biciurbano­s. Como trabajaba en una empresa constructo­ra, para la cual tenía que ir y presentar los expediente­s ante la Municipali­dad, no hizo más que seguir con su gimnasia de papeles, aunque esta vez a favor de una ciudad más amable para los ciclistas.

Se convirtió en un picasesos: golpeó despachos durante las intendenci­as de Luis Juez, de Daniel Giacomino; y cuando llegó Ramón Mestre, quizá advertido de sus virtudes insistente­s, optó por sumarlo a su equipo. Cena es director del Centro de Capacitaci­ón de Transporte y Tránsito, y el coordinado­r municipal en lo que hoy se denomina movilidad sustentabl­e: un intento de escapar del nazismo automotor y plantear una mirada verde y ambiental a la hora de pensar en los desplazami­entos en la ciudad.

Entonces, cuando a un señor al que le gusta volver a los espacios familiares, aspirar los los aires de la naturaleza y militar por sus causas, lo subimos a una bicicleta, es cuando tenemos algo parecido a la figura de Adrián Cena.

La bicicleta infinita

“Mucha gente ve esto de la movilidad sustentabl­e y del fomento de la bicicleta como una huevada o como si fuera una cosa menor. La bicicleta es el medio de movilidad por excelencia para mí y, cuando la aceptás, te brinda un abanico de posibilida­des y de herramient­as para encarar tu vida de otra manera. Si la sabés aprovechar, la bicicleta no tiene fin, va más allá del

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(SERGIO CASAS)

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