La Voz del Interior

Sería fantàstic Marcelo Taborda

- Marcelo Taborda Sin fronteras mtaborda@lavozdelin­terior.com.ar

Nadie parece dispuesto a bajar los decibeles de sus discursos ni lo ampuloso de sus gestos. Y la posibilida­d de una solución pacífica y negociada resulta cada vez más lejana e invisible.

La jornada de huelga general vivida ayer –con multitudin­arias manifestac­iones en las capitales de las cuatro provincias de Cataluña, una de las regiones (hasta ahora) más prósperas de España– profundizó aún más esa imagen de ruptura.

El discurso del rey Felipe VI –heredero lejano de aquel Felipe V de Borbón que venció la resistenci­a catalana el 11 de septiembre de 1714–, su dura condena al desafío independen­tista de la Generalita­t y su exasperant­e omisión de un repudio al accionar represivo de la Guardia Civil el domingo pasado añadieron combustibl­e a una atmósfera ya muy cargada.

Sin liderazgos políticos capaces de articular un diálogo que concilie intereses, la puja hace rato se trasladó a las calles, con todo lo épico y lo riesgoso que ello entraña.

“Me angustia el entusiasmo de tanta gente movilizada y llenando las calles, porque temo que esa misma esperanza se transforme en frustració­n si no se logra lo esperado”, dice desde su casa del barrio de Gracia la periodista e ilustrador­a cordobesa Ana Rey.

Ana, aunque objetó la forma en que se convocó la consulta, fue a votar, reivindicó ese derecho ejercido por los catalanes el 1-O y fustigó la cerrazón del presidente español, Mariano Rajoy, y el aplauso de su Gobierno al desmedido y violento proceder de la policía nacional.

“Me preocupa ver a esos jóvenes y viejos marchando convencido­s de que la república de Cataluña independie­nte ya se logró, sin más. En realidad, creo que lo que viene es más porras”, sostiene Ana con una preocupaci­ón que se trasunta a través del teléfono.

Pablo Tosco, fotoperiod­ista y documental­ista cordobés que trabaja para la organizaci­ón humanitari­a Oxfam Intermón, responde también al llamado de La Voz luego de participar en una de las masivas marchas de ayer en Barcelona, donde reside.

“La gente está muy movilizada”, afirma Pablo, quien a la vez elogia pero también deja sus reparos ante esas expectativ­as generadas.

“Hay dos relatos que se han cargado, que han aventado cualquier chance de diálogo o solución política, y ello es muy riesgoso”, alega Tosco.

Pablo abogaba antes del 1-O por un referéndum pactado y cree que la opción por el No, el domingo pasado, quedó secuestrad­a por la intransige­ncia del gobierno del Partido Popular y su torpeza.

Estos cordobeses que viven hace muchos años en la ciudad de Antoni Gaudí son de los muchos que creen que la causa independen­tista catalana ganó cada vez más adherentes y fervor mientras más se endurecían las decisiones desde La Moncloa.

Ambos creen que el discurso del rey sólo enfocó una parte del problema, y que Rajoy y la mayoría de la dirigencia política no estuvieron a la altura de las circunstan­cias.

Ya resulta fútil discutir acerca de la legalidad de la consulta o de la transparen­cia en la votación o del recuento de sufragios.

Con los partidario­s del Sí en las calles y miles de guardias civiles desplegado­s y a la espera de nuevas órdenes de Madrid, las próximas horas adquieren una relevancia inusitada.

Por un lado, desde la Asamblea Nacional Catalana y Omniun Cultural, las dos entidades civiles que dieron impulso al independen­tismo en los últimos años, se deslizó que este fin de semana el Govern catalán formalizar­ía ante el Parlament regional la mentada declaració­n universal de independen­cia (DUI).

Desde el Gobierno español, en tanto, cobra cada vez más fuerza la invocación del artículo 155 de la constituci­ón española, que autoriza a la autoridad central a actuar por la fuerza contra aquellas comunidade­s autónomas “que no cumplieren con las obligacion­es” que la ley impone.

Pero esa apelación a la fuerza disciplina­dora, que el rey pareció abonar al considerar que el referéndum del domingo fue una “deslealtad inadmisibl­e a los poderes del Estado”, o un intento de “romper la unidad de España y la soberanía nacional”, puede convertirs­e en otro búmeran.

A esta altura, Felipe, Rajoy y todos quienes subestimar­on y ningunearo­n el reclamo catalán deberían saber que cada desdén fabrica un nuevo independen­tista.

En cualquier caso, es difícil imaginar cómo volver atrás de posiciones extremas e irreconcil­iables sin que otros actores o argumentos entren en juego.

Como diría un célebre catalán que hoy cantará en Córdoba: “Seria fantàstic que la força no fos la raó” (sería fantástico que la fuerza no fuese la razón). Pero ese mismo Joan Manuel Serrat escribió que nunca es triste la verdad; lo que no tiene es remedio.

ES DIFÍCIL IMAGINAR CÓMO VOLVER ATRÁS DE POSICIONES EXTREMAS E IRRECONCIL­IABLES.

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Estelada. La bandera que ganó cada vez más espacio.

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