El reloj argentino avanza en modo selección
Amedida que pasan las horas y se acercan las 20.30 de mañana, el tema gana terreno y eleva la temperatura mientras las miradas se centran en Ezeiza, búnker oficial de la selección argentina, y en la Bombonera, escenario donde el equipo se jugará gran parte de sus posibilidades de clasificarse al Mundial de Rusia 2018.
La ansiedad es inevitable en un país donde el fútbol moviliza pasiones como ningún otro deporte, y en el cual hay millones de “especialistas” que navegan entre la especulación de qué puede pasar con el seleccionado que dirige Sampaoli y el juego al que todos se prestan para armar el mejor 11 que le gane a Perú. Porque está claro que el cruce en el cual no se puede fallar es el de mañana (traducido: hay que ganar sí o sí) ante la selección que dirige Gareca.
Un empate o una caída con los peruanos ubicaría en el horizonte un temporal comparable al huracán Irma, porque, además de los efectos en la tabla, tendría conse- cuencias devastadoras en el ánimo argentino, con una onda expansiva que desde La Boca repercutirá en todos los rincones del país.
El Primer plano de hoy enfoca esta coyuntura albiceleste desde distintas perspectivas y sus secuelas, que las habrá a niveles gubernamentales, afistas, sociales y, obvio, deportivos. Expone posturas, tironeos políticos y anteceden-
EN LO MÁS ÍNTIMO, LA MAYORÍA ESPERA QUE NO SEA EL MOMENTO EN EL CUAL EL FÚTBOL ARGENTINO RECIBA UN MERECIDO CORRECTIVO.
tes, y plantea qué puede suceder ante los diferentes escenarios posibles. El resultado de mañana, el del martes frente a Ecuador en Quito y la situación en la cual quede Argentina cuando ese día concluyan las eliminatorias sudamericanas –y los argentinos sepamos si vamos a Rusia, si debemos jugar el repechaje frente a Nueva Zelanda o si, luego de 48 años, volvemos a quedar fuera de un Mundial– marcarán el humor social.
Mientras tanto, las horas se consumen con análisis, discusiones, cuestionamientos, apoyos y rechazos. Y, en lo más íntimo, la mayoría espera que no sea este el momento histórico en el cual el fútbol argentino reciba el correctivo que tanto se merece por el caos que arrastra desde hace años.