La Voz del Interior

La ventana de los enigmas del Universo

La distinción en Física fue para los tres “alma mater” del proyecto Ligo, que detectó las ondas gravitacio­nales. La cordobesa Gabriela González, protagonis­ta del hallazgo, celebró el reconocimi­ento.

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El Nobel de Física fue para los tres alma mater del proyecto Ligo, que detectó las ondas gravitacio­nales: Rainer Weiss, Kip Thorne y Barry Barish.

La cordobesa Gabriela González fue coordinado­ra de más de mil investigad­ores participan­tes.

Albert Einstein predijo las ondas gravitacio­nales hace más de un siglo, pero no creían que su existencia se pudiese demostrar. Sin embargo, en 2015 fueron detectadas directamen­te por primera vez. Ese logro fue galardonad­o ayer con el Nobel de Física.

El premio lo recibirán los investigad­ores estadounid­enses Rainer Weiss, Kip Thorne y Barry Barish.

Los tres colaboraro­n en la creación del Observator­io de Interferom­etría Láser de Ondas Gravitacio­nales (Ligo), el instrument­o con el que se detectaron aquellas primeras ondas generadas por la fusión de dos agujeros negros, en septiembre de 2015.

Al momento de la detección, la cordobesa Gabriela González era la coordinado­ra y vocera de esta colaboraci­ón internacio­nal de más de mil investigad­ores.

“La gran lección de este Nobel es la importanci­a del trabajo en equipo y la colaboraci­ón científica de estas dimensione­s. Es un premio a las tres personas que dedicaron décadas de sus vidas a las ondas gravitacio­nales, pero es también un premio al trabajo en equipo. El mismo comité del Nobel dijo que es muy raro dárselo a tres, cuando cientos de personas pusieron su dedicación a este proyecto”, comentó González.

Según Weiss se trata de algo más que de la comprobaci­ón de lo que teorizó Einstein. “En realidad, construimo­s un nuevo tipo de telescopio", explicó. Los científico­s confían en que las ondas gravitacio­nes los ayuden a indagar en las explosione­s de estrellas e incluso en el Big Bang.

Las ondas gravitacio­nales son producidas por cualquier cuerpo que se acelera, como un automóvil cuando arranca, aunque en este caso son ínfimas. Incluso para detectar las más intensas, como las provocadas por las fusiones de agujeros negros, ha sido necesario trabajar durante años en una nueva tecnología.

LA GRAN LECCIÓN DE ESTE NOBEL ES LA IMPORTANCI­A DEL TRABAJO EN EQUIPO Y DE LA COLABORACI­ÓN CIENTÍFICA DE ESTAS DIMENSIONE­S.

Gabriela González, exvocera del proyecto Ligo.

Estiran y comprimen

Las ondas gravitacio­nales comprimen y estiran el espacio. Ahora que son detectable­s, pueden ayudar a investigar de otra manera el Universo, más allá de los telescopio­s que pueden ver la luz de los cuerpos cósmicos.

“Esto es el principio de algo. Habrá cada vez más deteccione­s, la última fue hace unos días nada más, por el trabajo en conjunto de dos colaboraci­ones y tres detectores”, indicó González.

Y agregó: “Ya hemos anunciado cuatro deteccione­s, todas de colisiones de agujeros negros, pero esperamos confirmar otras producidas por estrellas de neutrones o estrellas rotantes. Pero lo que más me entusiasma­ría sería encontrar ondas de fuentes desconocid­as o impensadas”.

La cordobesa ya dejó su lugar de vocera, pero sigue como jefa de su grupo de investigac­ión dentro del proyecto Ligo. “Estoy enseñando, hace mucho tiempo que no lo hacía”, confesó.

Otro cordobés que participa de Ligo es Mario Díaz, director del Centro de Astronomía de Ondas Gravitacio­nales de la Universida­d de Texas. “Son 100 años. Probableme­nte, ninguna partícula o fenómeno predicho de la historia moderna de la física ha llevado tanto tiempo en ser verificado. Por ejemplo, el bosón de Higgs llevó unos 30 años entre predicción y descubrimi­ento”, le dijo al sitio de divulgació­n Nexciencia, de la Universida­d de Buenos Aires.

Kip Thorne (77 años) y Rainer Weiss (85) fueron quienes imaginaron y diseñaron los detectores Ligo en la década de 1980. Barry Barish fue quien tomó el timón del proyecto en la década del ’90, cuando estuvo a punto de naufragar.

Los dos detectores de Ligo están formados por dos brazos, de cuatro kilómetros de largo cada uno, colocados en el suelo en forma de ángulo recto. En el interior hay rayos láser con los que se miden de forma extremadam­ente exacta los cambios que se producen en el largo de los brazos.

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 ??  ?? Premiados. Rainer Weiss, Kip Thorne y Barry Barish, los tres investigad­ores que colaboraro­n en la creación del Observator­io de Interferom­etría Láser de Ondas Gravitacio­nales (Ligo).
Premiados. Rainer Weiss, Kip Thorne y Barry Barish, los tres investigad­ores que colaboraro­n en la creación del Observator­io de Interferom­etría Láser de Ondas Gravitacio­nales (Ligo).
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