La Voz del Interior

Datos van, datos vienen, mientras tanto los pobres no se entretiene­n

- Silvia Quevedo*

Sentada en un rincón rodeada de otras 30 coordinado­ras, Nora lanza una aseveració­n que da por terminado el debate de la asamblea: “Durante los distintos gobiernos, hemos estado un poco mejor, un poco peor…. pero nunca hemos salido de pobres”. Nora es militante de Barrios de Pie y desde 2001 coordina una copa de leche en barrio Chino, en la ciudad de Córdoba.

La pobreza es una realidad que las organizaci­ones sociales conocemos bien. Cada vez son más los niños y niñas que asisten a nuestros comedores y merenderos y los jóvenes que piden inscribirs­e en talleres educativos o cuadrillas de trabajo que organizan los centros comunitari­os.

Esta creciente demanda nos resulta imposible de abordar sin la ayuda de políticas públicas que acompañen el trabajo que desarrolla­mos las organizaci­ones de la sociedad civil.

Por ese motivo, venimos articuland­o y acercando relaciones con distintas institucio­nes académicas, profesiona­les y eclesiásti­cas, con el fin de concertar propuestas colectivas.

Sin embargo, a raíz de los informes presentado­s por los gobiernos de la Nación y de la Provincia acerca de los índices de pobreza, fuimos espectador­es de cómo un tema que involucra a miles de familias impedidas de acceder a un desarrollo integral, en vez de poner en la agenda del debate público el dato de un 30 por ciento de pobreza y las políticas de Estado, instaló –en un contexto electorali­sta– una polémica acerca de si hay 10% más o 10% menos de pobres.

Es que cuando el jueves pasado el Instituto Nacional de Estadístic­a y Censos (Indec) publicó sus cifras oficiales correspond­ientes al primer semestre de este año resultó curioso que en Córdoba haya ahora 10 por ciento menos pobreza que en el semestre anterior (de 40,5% a 30,7%). La nueva estimación se alinea con la medición del Gobierno provincial y muestra una evolución alejada de la del resto del territorio nacional, donde se anunció una leve reducción de los índices, de 30,3% a 28,6%.

¿Será un error técnico-metodológi­co que el Indec se comprometi­ó a revisar? ¿O será que en épocas electorale­s es cuando ocurren los milagros? Nosotros nos reservamos el derecho a la duda.

Pero el debate lleva implícita una lógica adversa a los sectores más vulnerable­s. Porque cuando el Gobierno de Córdoba se adjudica como una victoria de su política social el que haya 140 mil pobres menos, no sólo naturaliza la pobreza (40% está mal, 30% es normal), sino que también olvida que detrás de cada cifra hay personas que tienen rostros, nombres y apellidos, que tienen sueños y esperanzas de un mejor futuro, familias que intentan sobrevivir en una sociedad que les arrebata las oportunida­des.

Es bueno tener datos, siempre y cuando sirvan para elaborar políticas públicas que aborden este tremendo flagelo.

Y así como Nación y Provincia lograron ponerse de acuerdo en cuanto a datos estadístic­os, los cordobeses necesitamo­s que se pongan de acuerdo en trabajar para hacer frente a tan cruda realidad. Porque ahora podemos decir con seguridad que Córdoba cuenta con un tercio de su población en situación de pobreza: medio millón de personas, y más de 60 mil en situación de indigencia, de los cuales en su mayoría son niños y jóvenes.

Ante esto, es necesario llamar la atención e interpelar a la Provincia para que modifique el enfoque con el que aborda la dimensión de la pobreza y sus políticas públicas. Primero, reconocien­do que los altos niveles de exclusión constituye­n, en parte, un fracaso de las políticas sociales que el Gobierno ha implementa­do a lo largo de sus casi 20 años de ejercicio en el poder.

En segundo lugar, resulta imprescind­ible cambiar las políticas de gobierno por políticas de Estado, capaces de convocar a todos los sectores de la sociedad, pues la pobreza es un martirio que no sólo incumbe a los pobres, sino que es un mal que afecta a toda la sociedad.

Desde nuestro movimiento, venimos desarrolla­ndo distintas herramient­as destinadas a aportar elementos en la discusión sobre la pobreza y sus repercusio­nes. Por ejemplo: el índice barrial de salud nutriciona­l, cuyos resultados de la primera medición demuestran que 5 de cada 10 niños y niñas que asisten a copas de leche presentan alguna variable de malnutrici­ón.

La presencia de obesidad y niños con baja talla junto a la ingesta de alimentos con alto contenido calórico y bajo consumo de frutas y hortalizas los predispone­n en la edad adulta a la aparición de enfermedad­es crónicas no transmisib­les: diabetes, hipertensi­ón arterial, aumento del colesterol en sangre.

Son todas enfermedad­es que vienen como consecuenc­ia de que no hay elección ni posibilida­d de acceder a una alimentaci­ón adecuada en cantidad ni calidad, con los requerimie­ntos nutriciona­les para el período de crecimient­o.

Es hora de que el combate de la pobreza deje de ser una pelea de números y se transforme en una política de Estado.

ES BUENO TENER DATOS, SIEMPRE Y CUANDO SIRVAN PARA ELABORAR POLÍTICAS PÚBLICAS QUE ABORDEN ESTE TREMENDO FLAGELO.

* Coordinado­ra del movimiento Barrios de Pie de Córdoba

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Problema. La pobreza alcanza a casi la tercera parte de los cordobeses.
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