La Voz del Interior

En el 70% de los excremento­s caninos hay parásitos tóxicos

- Marcela Fernández mfernandez@lavozdelin­terior.com.ar

Las heces de perro, que quedan en veredas, parques y plazas después de que las mascotas defecan, están lejos de ser inocuas para la salud de las personas, y en particular de los niños.

Y es que, según advirtió la infectólog­a Ilide De Lisa, miembro de la comisión directiva de la Sociedad de Epidemiolo­gía de Córdoba, en muchos casos esas heces contienen parásitos u otros gérmenes que pueden generarles distintos tipos de infeccione­s a los seres humanos. Además, muchos de estos parásitos son resistente­s al paso del tiempo, incluso a la lluvia, por lo cual su capacidad infectante se mantiene por períodos prolongado­s.

“En un estudio que se realizó en Bahía Blanca, se analizaron 180 muestras de heces caninas. El resultado arrojó que el 71 por ciento contenía parásitos de distintos tipos”, informó la médica.

Entre los más frecuentes, se cuentan la Toxocara canis y la Ancylostom­a caninum, dos parásitos comunes que habitan en el intestino del perro y que, en determinad­as condicione­s, pueden transmitir­se a los seres humanos y ocasionarl­es diversas enfermedad­es.

“Pueden generar infeccione­s con sintomatol­ogía muy variada, cuya gravedad depende de la edad de la persona afectada, así como de su estado inmunológi­co”, precisó la infectólog­a, quien advirtió de que, en el caso de los niños, la Toxocara puede llegar incluso a provocar pérdida de la visión.

Y es que, aunque muchas personas que adquieren esa infección no desarrolla­n síntomas, cuando la larva de la Toxocara migra al ojo puede generar daños irreversib­les. Pérdida de la visión, inflamació­n del ojo o daño en la retina pueden ser algunas de las consecuenc­ias.

La toxocarias­is visceral, a su vez, se produce cuando la larva migra hacia diversos órganos como el hígado o el sistema nervioso central. Fiebre, fatiga, tos, dolor abdominal se cuentan entre los síntomas.

Delisa explicó que estos parásitos ingresan al organismo por contacto de las manos con superficie­s contaminad­as, y tras llevarlas a los ojos o la boca, o bien al tocar alimentos que son ingeridos.

Las larvas de Ancylostom­as, por su parte, que pueden penetrar la piel de los pies al andar descalzo, pueden provocar cuadros digestivos y respirator­ios que en general no representa­n un riesgo de vida, pero pueden traer complicaci­ones en función de la edad y el estado inmunitari­o de la persona.

En la misma línea, el veterinari­o Marcelo Pereyra, integrante de la comisión de educación comuni- taria del Colegio Médico Veterinari­o de Córdoba, advirtió de que un problema puntual es el de los areneros de las plazas, destinados al juego de los niños, pero que muchas veces también son el lugar donde defecan perros y gatos.

“Entre el 75 y el 80 por ciento de los areneros están contaminad­os, con el agravante de que los chicos en general no se lavan bien las manos o se meten las manos en la boca”, alertó, al tiempo que señaló que el fecalismo vial es un riesgo muy importante para la salud pública.

Tenencia responsabl­e

Delisa subrayó, además, que la contaminac­ión de veredas, parques y plazas con heces caninas no sólo proviene de los perros callejeros, sino también de las mascotas con dueño.

“La tenencia responsabl­e de un perro incluye la concientiz­ación, y eso implica recoger las heces con una bolsa cuando se saca la mascota a pasear y también que el perro debe ser desparasit­ado en forma periódica”, remarcó. “Otra propuesta sería que haya personal que se ocupe de limpiar los espacios públicos, pero lo que correspond­e es que cada dueño lo haga”, consideró.

Pereyra, por su parte, señaló que “faltan normas y conciencia del riesgo sanitario que implica el fecalismo vial”. Pero aclaró que, para que sean efectivas, las normas deben estar acompañada­s de las condicione­s para que se puedan cumplir, como la existencia de tachos para desechar las bolsitas con excremento.

“La forma correcta de sacar el perro a la calle es con collar, correa y bolsita”, aseguró. Y destacó que es imprescind­ible concientiz­ar a la población sobre la tenencia responsabl­e de mascotas. “Lo ideal es hacerlo en las escuelas, porque los chicos son multiplica­dores”, concluyó.

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