La Voz del Interior

Una fábrica donada que teje sueños en Müller

Una mujer le cedió al cura Oberlín el taller heredado de su padre. Quieren una cooperativ­a para dar oportunida­des a los jóvenes.

- Patricia Cravero pcravero@lavozdelin­terior.com.ar

Hace algunos meses, el cura Mariano Oberlín recibió un llamado muy especial. Una mujer le dijo que quería donarle la fábrica de tejidos que había sido de su padre. Con su hermana, había pensado que ese lugar que su papá había hecho crecer podía tener una nueva oportunida­d en manos del sacerdote que trabaja por la inclusión donde se cruzan los barrios Müller y Maldonado.

Hoy, las máquinas tejedoras que pertenecie­ron a Abraham Levin están más cerca de volver a funcionar. El cura ya las mudó a un nuevo galpón donde la fábrica de “el Ruso” Levin comenzará una nueva etapa.

Gabriela Levin fue quien hizo posible que las herramient­as volvieran a tejer oportunida­des. En diciembre pasado, su padre falleció a los 79 años. En sus últimos años de vida, Abraham ya no tenía empleados y trabajaba solo en el taller. Después de su muerte, no había nadie que pudiera seguir adelante con el local que había sostenido durante 40 años.

Por eso, Gabriela tuvo la idea de donar la fábrica al cura que lleva una intensa batalla contra la desigualda­d y la falta de oportunida­des que golpean a cientos de jóvenes en la ciudad.

A fines de septiembre, Oberlín trasladó todas las máquinas a un galpón que alquiló a cuatro cuadras de la parroquia de barrio Müller. La generosida­d se multiplicó. Enteradas de la donación de Gabriela, dos jubiladas decidieron regalar también máquinas que ya no usaban.

Oberlín dice que al principio no podía dormir pensando en cómo iban a trasladar las pesadas maquinaria­s desde el local que Levin alquilaba en barrio Alberdi hasta Müller. Pero lo lograron. Ahora, las energías y las expectativ­as están en ponerlas a punto. Para eso se valen de la generosida­d y de la ayuda de otras personas que ofrecieron una mano para revisarlas y enseñar a usarlas.

“El eje de nuestro trabajo está puesto especialme­nte en los jóvenes, pero también hay familias enteras en situación de vulnerabil­idad”, dice el cura, quien piensa en trabajar de manera articulada con la comunidad para aprovechar el potencial de las máquinas.

“Hay mucho interés en el barrio, pero hay que ir viendo en lo concreto y siendo realistas para evaluar cómo se puede hacer efectivo. Porque hay muchas dificultad­es en el medio. Mucha gente tiene necesidade­s inmediatas, necesita resolver su situación ya y esto va a llevar un tiempo”, añade el cura.

El sacerdote está entusiasma­do con lo que pueda surgir a partir del gesto solidario de las hijas de Levin. Sueña con que con el tiempo se pueda armar una cooperativ­a de trabajo e imagina que podrían tener una marca propia. Las ideas, como el entusiasmo, se multiplica­n en sus palabras.

Manosalaob­ra

Una de las iniciativa­s que lleva adelante Oberlín, desde las fundacione­s Yayaicú y Moviendo Montañas, es una vivienda para jóvenes en recuperaci­ón. El lugar, llamado “la Casita”, ahora tiene una réplica, la bautizada “Casita 2”, ubicada detrás del galpón donde funcionará­n las máquinas.

Desde hace algunas semanas en ese lugar están viviendo cinco chicos del barrio que ya son parte del proyecto que sueña con ser cooperativ­a. A Oberlín se lo nota entusiasma­do con el proyecto. “Estamos felices de haber recibido estas máquinas”, dice.

La historia tiene un dato interesant­e que el sacerdote se encarga de resaltar: “Gabriela es judía y si bien no es practicant­e, se sabe y se reconoce como tal. Yo decía también que es un paso lindo donarle esto a un cura católico porque es un modo de demostrar que estamos mucho más cerca de lo que a veces pensamos. Las personas, más allá de las religiones y los colores políticos, podemos estar mucho más cerca de lo que se nos hace creer”, dice.

Del otro lado de esta historia, Gabriela también agradece. “Es un placer poder colaborar en algo con Mariano”, cuenta. Está convencida de que las máquinas de su papá, el fruto del esfuerzo de una vida, no podrían haber tenido mejor destino.

“La agradecida soy yo. Mariano me dice gracias a mí, y yo le digo gracias a él”, apunta.

Cuando el sacerdote publicó en su cuenta de Facebook la donación que había recibido de parte de la familia de Abraham Levin, a Gabriela le llegaron mensajes de muchísimas personas que habían conocido a su papá y tenían cosas lindas para contarle sobre él.

“Mi papá era un obrero, un laburante. Él hubiera estado feliz. Si mi papá lo hubiera conocido a Mariano lo hubiera puesto abajo del brazo, hubiera colaborado con su obra. No se me ocurre mejor destino para su fábrica. Mi papá estaría encantado”, dice Gabriela.

GABRIELA ES JUDÍA Y DONÓ TODO ESTO A UN CURA CATÓLICO. ESTAMOS MÁS CERCA DE LO QUE PENSAMOS. Mariano Oberlin

MI PAPÁ ERA UN OBRERO. SI LO HUBIERA CONOCIDO A MARIANO HUBIERA COLABORADO CON SU OBRA.

Gabriela Levin

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(FACUNDO LUQUE) En marcha. Gabriela Levin quiso que la fábrica de su padre tejiera oportunida­des. Son 20 máquinas que se vuelven a poner en acción.
 ?? (FACUNDO LUQUE) ?? Tejedores. Sergio Ceballos , Marco Aguirre y Javier Díaz practican con las máquinas donadas a la obra del cura Mariano Oberlín.
(FACUNDO LUQUE) Tejedores. Sergio Ceballos , Marco Aguirre y Javier Díaz practican con las máquinas donadas a la obra del cura Mariano Oberlín.

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