La Voz del Interior

Los 23 años sin trabajar que planea Pedro

- Laura González

“Y o sé que voy a vivir varios años más de los que vivieron mis viejos. Pero la verdad es que no sé cómo los voy a vivir. Me agobia el saber que alguien me va a tener que mantener o, de lo contrario, tendré muy malos años”, dice Pedro, empleado histórico en una casa de telas del centro cordobés.

Gana 25 mil pesos y, con algo que reúne su señora como modista, viven cómodos. Tiene 52 años, cada tanto hacen un viajecito corto, pero nada más.

La certeza de vivir “varios años” más que tiene Pedro es compartida por miles de personas, al menos según surge de la encuesta global que el banco HSBC hizo a 18.400 ciudadanos en 16 países. Todos esperan vivir 20 años más después de la edad de retiro.

Los argentinos activos piensan, en promedio, que se jubilarán a los

63 años y que vivirán hasta los 86, un poco más arriba de la media, que cree que se retirará a los 61 y vivirá hasta los 81.

El problema es que ninguno tiene una estrategia financiera que le asegure ingresos para esos

23 años que no estará activo en el mercado laboral. Más grave incluso: todos son consciente­s de que el sistema previsiona­l es deficitari­o y todos creen que lo será más a medida que pasen los años.

¿Cómo ahorrar?

¿Pero qué opciones de ahorro para la vejez hay en Argentina, un país que ya gasta cuatro de cada 10 pesos de su presupuest­o en jubilacion­es insuficien­tes?

Ahorrar requiere de dos esfuerzos. Primero, aceptar reducir gastos en el presente. El consejo general es que mientras más temprano se ahorre, más fondos se tendrán en la vejez. “Temprano” es hablar de los 25 años: ¿quién hoy a los 25 piensa en sus 80 años? El segundo esfuerzo es decidir en qué invertir. Tarea prácticame­nte imposible hoy: si un trabajador, supongamos, en

1992 hubiese empezado a ahorrar para jubilarse este año, la inflación que sufrieron esos ahorros fue del

3.490 por ciento. ¿Qué inversión preserva el poder de compra de esos pesos en 25 años?

Los inmuebles, según la misma encuesta de HSBC, son los activos mejor vistos, pero requieren de una alta inversión inicial y, además, disponibil­idad de fondos para impedir el deterioro de esa propiedad en 25 años, además de la carga impositiva que supone.

Por otro lado, nada de lo que ofrece el sistema financiero argentino dentro del abanico de bajo riesgo preserva los ahorros de la inflación. Un plazo fijo, con suerte, hoy paga 19 por ciento anual, todavía cuatro puntos debajo de la suba de precios anualizada.

Pesa también la nefasta experienci­a tras la estatizaci­ón de las administra­doras de fondos de jubilacion­es y pensiones (AFJP) a los 325 mil ahorristas que, de manera voluntaria, habían destinado más aportes a los obligatori­os, y a los que el Estado todavía no les terminó de brindar una solución definitiva.

Hay experienci­as en otros países que otorgan incentivos fiscales a los trabajador­es que destinen fondos por encima del aporte obligatori­o, de modo de completar con ahorros propios las jubilacion­es que recibirán en el futuro. Pero nada de eso es posible con una inflación que no cede y tasas reales negativas.

LOS ARGENTINOS ACTIVOS PIENSAN, EN PROMEDIO, QUE SE JUBILARÁN A LOS 63 AÑOS Y QUE VIVIRÁN HASTA LOS 86.

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(AP) Paradoja. La alta expectativ­a de vida, un problema para los jubilados.
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