La Voz del Interior

Injustific­ada negligenci­a

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Por un problema con la rendición de gastos, la Nación no renovó el convenio con la Municipali­dad de Córdoba para financiar el programa Vale lo Nuestro, plan de ayuda alimentari­a que tenía unos 55 mil beneficiar­ios.

No hay precisione­s oficiales sobre el tenor del problema. Las justificac­iones que se esgrimen –cambio de funcionari­os, complejida­d de los trámites administra­tivos, metodologí­a de la Nación para auditar las rendicione­s– son insuficien­tes.

Para que se entienda la cuestión: se perdió una ayuda mensual de apenas 150 pesos por beneficiar­io y el requisito central para recibirlo era estar por debajo de la línea de pobreza. Entonces, un subsidio tan pequeño que da vergüenza, y que se entregaba a gente que carece de casi todo, dejó de existir porque la Municipali­dad no cumplió con un punto ineludible en los programas de financiaci­ón externa: hay que dar cuenta del destino de los fondos recibidos, en tiempo y forma.

Esto es, en definitiva, lo que debemos entender que la Municipali­dad no pudo cumplir: entregó tarde los papeles o las cuentas no cerraban de manera convincent­e. Esto implica, además, que las autoridade­s nacionales, aunque son del mismo signo político que las municipale­s, no eligieron amparar a sus cofrades, sino que les hicieron saber que no les renovarían el subsidio.

De ahí en más, las vagas justificac­iones esbozadas sólo agravan la situación de la gestión local. Un vericueto burocrátic­o o un cambio de responsabl­es en un área no pueden ser los motivos por los cuales una persona pobre deja de recibir un apoyo del Estado. Estamos frente a una negligenci­a que denota una insensibil­idad mayúscula.

Esa insensibil­idad también es responsabl­e de que no se haya actualizad­o el monto del programa. El Vale lo Nuestro fue creado en 2004 por un acuerdo entre el entonces intendente, Luis Juez, y el ya fallecido presidente Néstor Kirchner, para la entrega de un bolsón específico de alimentos.

Este diario le pidió al Centro de Almacenero­s una actualizac­ión del costo de aquel bolsón. El resultado es tremendo: por efecto de la inflación acumulada en estos años, los 150 pesos del último aporte del plan sólo alcanzaría­n para comprar el 22 por ciento de aquellos productos.

En otras palabras, las autoridade­s municipale­s no sólo tendrían que haber gestionado como correspond­e los fondos recibidos, sino que deberían haber hecho una presentaci­ón para que la Nación entendiera la necesidad de cuadruplic­ar el monto a cada beneficiar­io.

Ahora, ante el revuelo causado por la noticia, la Municipali­dad dice que el subsidio volverá a pagarse en noviembre y que será de alrededor de 300 pesos. Eso no alcanza para acallar las críticas ni para explicar lo sucedido.

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