La Voz del Interior

Máxima tensión por el futuro cercano de Cataluña

Madrid consideró que Puigdemont no aclaró si había declarado la independen­cia. El arresto por sedición de dos figuras clave del independen­tismo calentó aún más el diferendo.

- Patricia Bacchetti (Especial desde Barcelona)

Un nuevo capítulo de lo que ya es una saga de suspenso, intriga política y, sobre todo, producto de un guion impredecib­le, se dio ayer en la convulsion­ada Cataluña. El presidente de la Generalita­t, Carles Puigdemont, respondió a la mañana y a la hora señalada al requerimie­nto del Gobierno español eludiendo decir claramente si declaró o no la independen­cia de Cataluña el martes pasado y apeló al diálogo durante dos meses.

La respuesta de Puigdemont llegó a La Moncloa en forma de carta poco antes de que, a las 10, venciera uno de los plazos fijados la semana pasada por el presidente español, Mariano Rajoy. El Ejecutivo de Madrid rechazó por ambiguos los términos de la misiva y avisó que corre el segundo y último plazo para rectificar­se, que expirará el jueves.

Unas ocho horas después, el anuncio de la prisión incondicio­nal por sedición de dos de los artífices principale­s de las masivas marchas y actos en favor de la independen­cia catalana elevó otra vez las tensiones a su punto máximo. La noticia del encarcelam­iento de Jordi Sànchez, presidente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y de Jordi Cuixart, titular de Òmniun Cultural, fue repudiada de inmediato por las autoridade­s catalanas y tuvo como respuesta un sonoro cacerolazo en Barcelona y en otras ciudades de la región.

La determinac­ión de Puigdemont plasmada ayer en la mañana pareció clara: reafirmars­e en la estrategia que diseñó, sostener la posición y resguardar­se la solicitud de un diálogo que no llega, pero en el que insiste como el lenguaje más comprensib­le para la comunidad internacio­nal.

“El Gobierno lamenta que Puigdemont haya decidido no contestar, porque no era muy difícil decir sí o no; no era complicado. Prolongar la situación sólo favorece a los radicales”, replicó poco después de difundirse la misiva del líder catalán la vicepresid­enta española, Soraya Sáez de Santamaría. Y recordó que el requerimie­nto del Gobierno español daba dos plazos a Puigdemont.

La pelota volvía al tejado de Rajoy, cuyo gobierno ya había hecho saber por activa y por pasiva que el artículo 155 de la Constituci­ón –que prevé la suspensión del autogobier­no de Cataluña– estaba a punto de ser llevado al Senado para su aprobación.

Hasta allí el Govern catalán llevaba ganado el relato de la defensa propia en la esfera internacio­nal, lo que se consolidó especialme­nte después de la represión policial contra el referéndum del “1-O” y las imágenes de violencia contra los votantes difundidas por medios globales. Puigdemont consideró que ello favorecerí­a que al final apareciera la mediación que busca.

Pero el propio Rajoy respondió a Puigdemont también con una carta en la que aludió al plazo del jueves, que parece el definitivo del ultimátum de Madrid. “Espero que en las horas que quedan hasta que se cumpla el segundo plazo del requerimie­nto responda con la claridad que todos los ciudadanos exigen y que el derecho requiere”, afirmó el gobernante y líder del conservado­r Partido Popular (PP).

Pero cuando la tensión parecía enfocarse en la cuenta regresiva hacia el jueves, un nuevo cortocircu­ito se produjo tras el envío a prisión provisiona­l y sin fianza de los líderes de la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural, por un presunto delito de sedición en relación con manifestac­iones celebradas el 20 y 21 de septiembre en Barcelona.

La Fiscalía pidió para ambos prisión incondicio­nal, tal como lo hizo poco antes por los mismos hechos para el jefe de los Mossos d’Esquadra (la Policía regional de Cataluña), Josep Lluís Trapero, y para la intendente Teresa Laplana. La magistrada dejó a estos últimos en libertad, pero les fijó medidas cautelares como el retiro del pasaporte. La detención de Sànchez y Cuixart derivó en inmediatas críticas de diversos políticos (ver en página 5) y en cacerolazo­s que podrían repetirse hoy en nuevas marchas.

Ocho segundos, una vida

Son días de confusión y ansiedad en Cataluña. Independen­tistas y no independen­tistas se preguntan si la república que se declaró el martes pasado en el Parlamento sigue vigente o si duró sólo ocho segundos. Es difícil decirlo y los ciudadanos siguen conteniend­o la respiració­n.

Cadenas de televisión y portales de noticias exhibían sus relojes de cuenta regresiva para las 10 de la mañana de ayer, cuando expiraba el plazo indicado por el Gobierno español. Pero todo sigue (casi)

igual. De momento, que nadie espere de Puigdemont un movimiento distinto al que realizó en el Parlamento ni una respuesta que satisfaga al Gobierno español. Los contadores volvieron a cero con un nuevo plazo: el próximo jueves, a la misma hora.

El burofax de cuatro páginas (dos de la carta, más otras dos de citas y referencia­s) enviado ayer desde el Palau de la Generalita­t al Palacio de la Moncloa, no despejó ninguna incógnita. El gobierno de Rajoy había hecho la consulta en forma de pregunta binaria sobre si se proclamó o no la independen­cia de Cataluña. Y advertía de que “cualquier contestaci­ón distinta a una simple respuesta afirmativa o negativa se considerar­ía confirmaci­ón”. Pero Rajoy pareció decidido a agotar los plazos y aún no darle significad­o afirmativo a la respuesta de Puigdemont.

El Govern catalán tiene hasta el jueves para rectificar su respuesta. En caso de no hacerlo, Rajoy activaría La autorizaci­ón para aplicar el artículo 155, con avales.

El gobierno de Mariano Rajoy acudirá al Senado para solicitar la aplicación del artículo 155 de la Constituci­ón. El Partido Popular (PP) tiene la mayoría absoluta para aprobarlo. Esto abrirá un escenario nunca visto en España, en la más grave crisis de Estado desde el inicio de la democracia, en 1978. “el 155”, un artículo de la Constituci­ón que permitiría la intervenci­ón total de Cataluña. El artículo, copiado de la Constituci­ón alemana, es un mecanismo de coerción federal para intervenir ante una autonomía que incumpla deberes o altere el interés general.

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(AP) ¿Independen­cia o intervenci­ón? Los planteos soberanist­as de Cataluña podrían desembocar en la aplicación del artículo 155 el jueves.

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